La frecuencia con la que debemos lavarnos el cabello sigue siendo una de las grandes preguntas de belleza y salud capilar. Durante años, se han repetido consejos contradictorios: que lo ideal es lavarlo solo una vez a la semana, que es mejor hacerlo cada dos días o que el lavado diario es perjudicial. Sin embargo, los dermatólogos modernos coinciden en que la rutina debe adaptarse al entorno, especialmente cuando las temperaturas suben.
Durante décadas se han extendido creencias que, según los expertos, no encajan con la realidad actual. Una de las más comunes es que las personas con raíces grasas deben “entrenar” su cuero cabelludo para que produzca menos sebo, espaciando los lavados. Otra es que el champú elimina la hidratación natural del cabello rizado, o que las personas rubias deben evitar incluso el agua para no alterar el color.
Los dermatólogos señalan que estos mitos nacieron en un contexto muy distinto al de hoy. Vivimos en ciudades más calurosas, con picos de contaminación más altos, hacemos más deporte en interiores, sudamos más y pasamos más horas bajo la radiación ultravioleta.
Cuando llega el verano, la piel entra en modo defensivo. Las glándulas sebáceas aumentan su producción de grasa, mientras que las glándulas sudoríparas trabajan a mayor ritmo. El resultado es una mezcla de sebo y sudor que crea una película pegajosa en el cuero cabelludo, ideal para retener polvo, partículas contaminantes y restos de productos de peinado.
Por eso, una rutina que funciona perfectamente en primavera puede quedarse corta en agosto. Incluso una misma persona puede necesitar lavar el cabello más a menudo solo por el aumento del calor, el sudor y el tiempo al aire libre. “Lavarse más frecuentemente en verano no es un mal hábito”, afirman los expertos, “sino una respuesta lógica a un entorno más exigente”.
Lo que recomiendan los estudios: más lavados, pero con suavidad
Algunos estudios señalan que lavarse el cabello cinco o seis veces por semana puede ser beneficioso para muchas personas, siempre que se utilicen productos suaves y adaptados al tipo de cuero cabelludo.
Las recomendaciones generales son claras: Cabello fino o graso: lavado diario o cada dos días, cabello seco o cuero cabelludo sensible: entre 2 y 4 veces por semana y cabello rizado: entre 1 y 3 veces por semana.
Los dermatólogos insisten en que el daño capilar no proviene de lavar con frecuencia, sino de hacerlo mal: agua demasiado caliente, champú mal distribuido, fricción excesiva o no utilizar acondicionador. “Lavarse bien” significa usar agua tibia, aplicar el champú solo en raíces y cuero cabelludo, y dejar el acondicionador para medios y puntas.
Rutinas que obligan a lavar más: deporte, sudor y piscinas
El estilo de vida también determina la frecuencia. En verano, hay situaciones que hacen necesario un lavado casi diario: entrenamientos intensos, sudoración excesiva del cuero cabelludo, vida en ciudades muy contaminadas o baños frecuentes en piscinas con cloro, que pueden resecar el pelo y dejar residuos.
Los especialistas recuerdan que no existe una regla universal, pero sí una cosa clara: si el cuero cabelludo se siente sucio, graso o incómodo, debe lavarse. El objetivo no es “aguantar más”, sino mantener una piel limpia y equilibrada.