En apenas cuatro días, entre el 30 de mayo y el 2 de junio, en España se han registrado dos nuevos asesinatos por violencia vicaria, la que utilizan los agresores contra los hijos e hijas de las mujeres para causarles el mayor daño posible, y en ambos casos los maltratadores se suicidaron después del crimen. El pasado viernes una niña de 13 años fue asesinada por su padre en su domicilio familiar de Bilbao en un episodio donde también resultó herida la madre, mientras que este lunes un hombre mató a su hijastro de 20 años en el municipio barcelonés de Sentmenat además de herir de gravedad a la madre por arma blanca. Dos crímenes que vuelven a evidenciar los fallos en el sistema: los mecanismos de prevención y respuesta frente a la violencia de género resultan insuficientes y la Justicia “sigue sin aplicar una perspectiva de infancia” en estos casos.
España cuenta con una legislación avanzada para combatir la violencia machista y ha introducido avances significativos en materia de protección a menores. Desde 2015, por ejemplo, se considera a los menores de edad víctimas directas de la violencia de género y en 2021 se llevó a cabo una reforma legal para que el presunto maltratador con orden de alejamiento no pueda ver a sus hijos. Sin embargo, en ausencia de una condena firme, la decisión queda en manos de los jueces, que pueden valorar cada caso antes de restringir el régimen de visitas o custodias, atendiendo a los informes y pruebas presentadas. Ese sentido, la abogada María del Pino de la Nuez asegura que “falta un enfoque de derechos de la infancia en la Justicia” y advierte de que el sistema “no escucha lo suficiente” a los menores.
“Tenemos textos legales que efectivamente amparan a las víctimas, pero adolecemos de perspectiva de infancia. Siempre hablamos de la perspectiva de género y nos olvidamos de la de infancia y derechos humanos, que son tan importantes. Tenemos que aplicar la justicia con una perspectiva diferente”, resume la abogada especializada en igualdad y violencia de género en conversación con Infobae España. La experta también recuerda que en los casos de violencia machista los menores son también víctimas directas que están en ese entorno y “tienen derecho a ser escuchados, de que les practiquen pruebas con todas las garantías, aunque en muchas ocasiones a los tribunales se les olvida”.
“Un dolor desgarrador” de por vida para las mujeres
La violencia vicaria, en la que el hombre utiliza a terceras personas, generalmente los hijos e hijas, para dañar a la mujer y que hasta hace pocos años estaba invisibilizada, es una de las formas más perversas de agresión contra las mujeres. A diferencia de otras formas de violencia de género, el agresor no solo busca ejercer control o castigar directamente a la pareja o expareja, sino que traslada ese daño a través del sufrimiento infligido a los seres más queridos por ellas. Fue la psicóloga argentina y perito forense Sonia Vaccaro quien acuñó el término en 2012 tras su experiencia trabajando con mujeres víctimas de violencia machista, ya que en muchos casos relataban que los padres las seguían amenazando incluso después del divorcio enviándoles mensajes a través de los hijos y aprovechando el régimen de visitas para hacer daños a los propios menores, e incluso en los casos más extremos asesinaban.
En ese sentido, María del Pino de la Nuez explica que la violencia vicaria busca “hacer daño a las mujeres donde más duele, que es en sus hijos e hijas o en sus familiares, lo cual supone “un dolor desgarrador”, pues además de ser víctimas ellas mismas, “muchas se culpabilizan de mantener esa situación, de no haber denunciado en algún momento o de no haber puesto freno y tienen que sobrevivir con ese dolor el resto de su vida”.
De ahí la importancia, recuerda la experta, de que la renovación del Pacto de Estado contra la Violencia de Género incluyera el pasado mes de febrero, entre otras medidas, reforzar la protección de niñas y niños víctimas de la violencia vicaria. El acuerdo, que amplió su enfoque para considerar la violencia vicaria junto con la económica y digital dentro de los ejes de trabajo, garantiza en concreto el reconocimiento directo como víctimas de los hijos e hijas menores de las mujeres maltratadas para evitar que se acuerden o mantengan convivencia o visitas con un padre agresor. También insiste en la necesidad de que se mejoren los protocolos educativos y sanitarios de detección precoz y diseñen mecanismos seguros para que los menores puedan denunciar situaciones de violencia.
A lo largo de 2024, un total de 48 mujeres fueron asesinadas a manos de sus parejas o exparejas en España, lo que representa un descenso del 17% respecto a 2023 y la cifra más baja desde 2003, año en el que empezaron a recopilarse estos datos, según el último informe elaborado por el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). No obstante, siguen siendo datos alarmantes que reflejan que una mujer fue asesinada por violencia machista cada 7,6 días.
Además, en cuanto a violencia vicaria, el informe recoge que 2024 fue un año “especialmente trágico”, con nueve menores de edad asesinados. En lo que va de año, dos menores han sido víctimas mortales de esta violencia, por lo que la cifra total asciende a 64 desde 2013, cuando se empezaron a recabar estos datos. Y aunque no era menor de edad, a la lista de crímenes vicarios hay que añadir el del joven de 20 años asesinado este lunes por su padrastro en la provincia de Barcelona.
Desde 2013, según los datos del CGPJ, se han registrado en España una media de 5,2 asesinatos por este tipo de violencia cada año, el 74,2% de las víctimas menores de 10 años.
Además, a finales de mayo, el Ministerio del Interior había identificado a 1.469 menores de edad en riesgo de ser agredidos por el maltratador de sus madres a finales de mayo, y ha detectado a 5.734 niños y niñas expuestos al peligro de sufrir violencia vicaria desde marzo de 2019.