“Con profundo dolor debo anunciar la muerte de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, ha vuelto a la casa del Padre”, así anunció el cardenal camarlengo la muerte del pontífice este lunes de 21 de abril.
Jorge Mario Bergoglio falleció a los 88 años después de haber impartido la bendición ‘Urbi et Orbi’ el domingo anterior. El papa había estado más de un mes ingresado en el hospital Policlínico Gemelli de Roma debido a una infección respiratoria. Aunque había recibido el alta el 23 de marzo y se encontraba en proceso de recuperación, su estado de salud seguía siendo delicado. A sus antecedentes de insuficiencia respiratoria aguda, neumonía bilateral multimicrobiana, bronquiectasias múltiples, hipertensión y diabetes tipo II, se sumaban complicaciones que afectaron su bienestar general.
En este contexto, y según cuenta el diario Corriere Della Sera, el papa se levantó temprano, a las seis de la mañana, y en ese momento se encontraba en buen estado. Sin embargo, una hora después comenzó a sentirse mal. A las 07:30, su salud se deterioró rápidamente y sufrió un ictus cerebral, lo que provocó un coma y un fallo cardiocirculatorio irreversible.
Qué es un ictus cerebral: síntomas, complicaciones y tratamiento
Tal y como explica el portal especializado en medicina Mayo Clinic, un accidente cerebrovascular isquémico ocurre cuando el flujo sanguíneo hacia una parte del cerebro se bloquea o reduce, impidiendo que el tejido cerebral reciba oxígeno y nutrientes esenciales. Esto provoca la muerte de las neuronas cerebrales en minutos. En cambio, un accidente cerebrovascular hemorrágico sucede cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se rompe o sangra, lo que aumenta la presión en las neuronas y las daña. Este tipo de accidente es una emergencia médica que requiere atención inmediata. La rapidez con la que se reciba tratamiento médico puede reducir significativamente el daño cerebral y evitar complicaciones adicionales.
Así, los síntomas más comunes de un accidente cerebrovascular incluyen dificultades para hablar y comprender el lenguaje. Quien lo sufre puede experimentar confusión, hablar de manera arrastrada o no entender lo que otros dicen. También puede presentarse entumecimiento, debilidad o parálisis en un lado de la cara, el brazo o la pierna. Si al intentar levantar ambos brazos, uno de ellos cae, esto puede ser una señal de alerta. También pueden sufrirse problemas visuales repentinos, como visión borrosa o doble, dolor de cabeza intenso con vómitos o mareos, y dificultad para caminar debido a pérdida de coordinación o equilibrio.
Las complicaciones tras un ictus cerebral pueden incluir parálisis, dificultades en el habla y la comprensión, pérdida de memoria, y problemas de coordinación. En algunos casos, puede haber trastornos emocionales, como depresión o ansiedad. También pueden presentarse problemas cognitivos y dificultades para realizar tareas cotidianas.
Qué hacer si pienso que puedo estar sufriendo un ictus
Si detectas síntomas de un accidente cerebrovascular, busca atención médica de inmediato, incluso si los signos aparecen y desaparecen. Para evaluar la situación, Mayo Clinic recomienda utilizar el método “FAST”:
- Rostro: Pide a la persona que sonría. ¿Se cae un lado de su cara?
- Brazos: Solicita que levante ambos brazos. ¿Está uno más bajo que el otro?
- Habla: Pide que repita una frase simple. ¿Arrastra las palabras?
- Tiempo: Si observas cualquiera de estos síntomas, llama inmediatamente al 112.
No esperes a ver si los síntomas desaparecen por sí solos. Cada minuto es crucial, ya que el retraso en el tratamiento aumenta el riesgo de daño cerebral y discapacidad.