La historia es más o menos conocida por todos, en parte porque durante un tiempo no se habló de otra cosa en prensa y, sobre todo en redes sociales, convirtiéndose una demanda judicial en un circo mediático. El actor Johnny Depp, después de que su ex esposa Amber Heard hubiera publicado en el Washington Post que había sido víctima de violencia doméstica, la demandó por difamación después de haber perdido parte de los contratos publicitarios y cinematográficos que tenía firmados.
El juicio se celebró en el condado de Fairfaix, en Virgina, y fue un auténtico despropósito. Pero en ese momento todo el mundo parecía estar de lo más entretenido viendo cómo dos estrellas de Hollywood se despellejaban en público y, aunque se hicieran muchos análisis en su momento, quizás ha pasado el tiempo prudencial para recapitular con perspectiva sobre lo que pasó durante esas semanas en las que la opinión pública se encargó de retroceder a la era Neandertal dejándose llevar por el fanatismo troglodita.
Fama, violencia machista y palomitas
El documental dirigido por Emma Cooper intenta adentrarse en algunas cuestiones fundamentales de este escabroso caso de una forma neutra, pero al menos se encarga de subrayar ciertos asuntos que parecían tabúes en ese momento, como que todo el juicio había sido una maniobra de Johnny Depp para limpiar su imagen, que la jueza rechazó pruebas que podían favorecer a Amber Heard, que lo que se hizo con ella en las redes sociales fue un caso claro de violencia machista digital, y que, probablemente (esto nunca se podrá confirmar,) se tratara de una campaña orquestada con el beneplácito del intérprete de Piratas del Caribe (a través de ‘bots’ o cuentas falsas) para que toda la masa anónima estuviera de su parte y nadie se atreviera a llevar la contraria.
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La primera fuente de sospecha es la presencia de las cámaras durante el juicio. La defensa de Amber Heard se negó, pero finalmente se retransmitió en directo como si se tratara de un show de televisión. Esto provocó que la gente en sus casas pudiera seguirlo mientras comía palomitas o se cepillaba los dientes y, lo más peligroso, era sin duda que las imágenes se podían manipular a través de las redes sociales, en especial en Tik Tok, convirtiéndose esta red social en todo un basurero de memes misóginos.
Un paso atrás para el feminismo
Como dice una de las participantes en el documental, la fama, el Me Too y la cultura de la cancelación constituían una combinación explosiva que hacía especialmente atractivo este caso. Pero había algo muy perverso en todo ese dispositivo y es que los incels, tuvieron rienda suelta para diseminar su machismo contaminando a todo el mundo con su discurso retrógrado, que no es otro que el que también mantienen los grupos de ultraderecha, como en nuestro país VOX, a través de su reivindicación del ‘hombre maltratado’.
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Estas comunidades se encargaron de propagar por Internet el hashtag “Todos odian a Amber”. Se hicieron parodias con ella, con las imágenes del juicio, intentaron anular su credibilidad y si alguien se atrevía a apoyarla, los bots arremetían con furia e insultos contra esos traidores usuarios que, obviamente, en su opinión, no estaban en posesión de la verdad.
“Así funciona el patriarcado. La están llamando zorra, cazafortunas, loca, manipuladora, monstruo. Pero con él empatizan y perdonan sus errores”, dice la abogada y YouTuber Leeja Miller. “Se culpa a la víctima. Por eso la gente no denuncia los malos tratos”.
En realidad, nunca se sabrá lo que ocurrió de verdad entre Amber Heard y Johnny Depp, salvo que se encontraban sumergidos en una relación de lo más tóxica. Pero la forma en la que se trató un material tan sensible, cómo se humilló y se trató de destruir de forma pública a una mujer y cómo de alguna manera se dio alas al machismo constituyendo un paso atrás para las mujeres, supone uno de los espectáculos más vergonzosos de nuestra era reciente. Quizás, lo más interesante de Depp vs. Heard sea precisamente que nos invita a reflexionar sobre la forma en la que consumimos las miserias de los demás, de cómo las vemos y cómo las juzgamos.
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