El arbitraje de Alexis Herrera resultó profundamente polémico en el empate 1-1 entre Racing y Flamengo, en el duelo de ida por los octavos de final de la Copa Libertadores. El venezolano le anuló dos goles a la Academia (uno mal, el otro bien), dejó pegar en continuado (debió expulsado al uruguayo Domínguez en el local y le sacó la roja a Thuler por una plancha que le advirtió el VAR) y dejó disconformes a los dos planteles.

El duelo ya estaba 1-1 cuando, a los 3 minutos de la segunda etapa, Lisandro López firmó el 2-1, que no fue convalidado. El chileno Mena batalló por la pelota con Everton Ribeiro, se impuso en el cuerpo a cuerpo y sacó un centro preciso para el impacto del delantero. Sin embargo, el juez marcó una falta del lateral. ¿Qué sucedió realmente? En una disputa normal, el jugador de Flamengo se resbala y el mínimo contacto físico con Mena hace que se caiga, pero no existe una carga ilícita por parte del defensor albiceleste. No existió el empujón. Eso sí, vale aclararlo: en este caso el que anula, inmediatamente, es Herrera. No hubo intervención del VAR.
La segunda conquista anulada se dio a 12 minutos del epílogo. Es Nicolás Reniero el que termina empujando el balón a la red. No se observó ninguna falta en el camino y el balón en el centro que sirve como prefacio de la conquista la pelota no salió de los límites del campo. ¿Qué ocurrió? Hubo un fuera de juego en el inicio de la acción que recién en una última repetición se pudo confirmar en la transmisión oficial. En este caso, hubo acierto del equipo arbitral.
Pero la polémica jamás cesó. Fabricio Domínguez, autor del pase-gol en el tanto de Fértoli, debió ser expulsado dos veces. Estando amonestado, el venezolano le perdonó la vida en dos ocasiones. La carta libre para golpear generó que al juez se le fuera de las manos el cotejo. Thuler le fue con los tapones a Licha López y apenas vio la cartulina amarilla. Allí la Asistencia Arbitral por Video intercedió, convocó a Herrera a la pantalla para que reviera su decisión y hubo cambio de tarjeta; adiós amonestación, hola acrílico rojo.
Y el final, con un tumulto generalizado, cerró el partido tal como amenazaba para un árbitro sin conducción ni control disciplinario. Que los dos equipos sumaran apenas tres amonestados y un expulsado en el contexto que se vio en el Cilindro habla de que el juez y su equipo fracasaron rotundamente.
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