Nos hicieron soltar un grito que estaba atragantado desde hacía 48 años. La historia de aquella final con derrota en el mundial de 1930 debía tener un corte y ellos lo hicieron real. Jugaron por los veinticinco millones de argentinos que soñaban con lo imposible y, más allá de las cuestiones políticas, sacaron al fútbol argentino de la virginidad futbolística.
El Tolo batallando a puro esfuerzo y coraje en la mitad del campo. El Pulpo repartiendo goles fabulosos ante Hungría, Francia y Perú. Omar con su fútbol práctico, dinámico y moderno. Las fintas del inolvidable Loco, recientemente fallecido.
Gallego, Luque, Larrosa y Houseman fueron parte de ese grupo de 22 superhéroes que nos bajaron la luna, la volvieron tangible y la hicieron de cuero y con forma de pelota. La historia de la selección argentina ya nunca más fue la misma.
Pertenecen a esa selecta cofradía de 43 argentinos que levantaron esa escultura de oro de algo más de seis kilos de peso y que el planeta conoce como Copa del Mundo.
Pioneros, luchadores y campeones. Los primeros campeones del mundo de Argentina en el Mundial de 1978. Más allá de los mitos del encuentro ante Perú, que los protagonistas se encargan de desentrañar. "Yo tiraba paredes con Kempes, con Tarantini, con Housemann, con Bertoni… No con Videla, Agosti y Massera", subraya Luque.
Solo queda decirles gracias y disfrutar de sus anécdotas, de sus vivencias, de sus Almas de Potrero.