Elba Stancich, sobre la bajante del Paraná: “No estamos ante una situación excepcional”

Sobre la situación de este río clave para la provisión de agua potable en la región y del que parte el 80 por ciento de las exportaciones agropecuarias argentinas, conversamos con Elba Stancich, integrante de la organización ecopolítica Los Verdes.

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Elba Stancich: “Lo más crítico es la necesidad de garantizar la provisión de agua potable para la población dependiente de la cuenca del Paraná”. Foto: Archivo DEF.
Elba Stancich: “Lo más crítico es la necesidad de garantizar la provisión de agua potable para la población dependiente de la cuenca del Paraná”. Foto: Archivo DEF.

-¿Qué constituye el caudal y la altura del río Paraná?

-Los caudales del río Paraná en el tramo medio e inferior se originan principalmente en las lluvias que se producen en las subcuencas de aporte del Alto Paraná y del río Paraguay. Esta nivelación del río depende, entonces, fundamentalmente de las precipitaciones que caen en estas dos subcuencas que lo alimentan. Insisto en el concepto de que tiene, por su propia naturaleza, crecidas y bajantes.

-¿Cuáles son las consecuencias más problemáticas de esta situación?

-Creo que lo más crítico es la necesidad de garantizar la provisión de agua potable para la población dependiente de la cuenca del Paraná, para cuya captación, solo en la provincia de Santa Fe, hay siete tomas de aguas superficiales afectadas por la bajante.

-Ante la persistencia de la bajante, se incorporaron nuevas bombas de agua al río. ¿Cómo funcionan?

-La planta de agua potable de Rosario que abastece a la mayor parte de la población de la ciudad supera los 100 años de antigüedad, de lo cual se desprende que fue construida sin tener en cuenta bajantes de este tipo. Por esta razón, hubo que agregar más bombas para aumentar la captación de agua del río. Hay una segunda planta –ubicada más arriba, en Granadero Baigorria–, que tiene un diseño más nuevo y no fue necesario reforzar con bombas adicionales. Garantizar el acceso al agua es crítico y, por eso, hay comunicados permanentes para solicitar a los ciudadanos que seamos cuidadosos en extremo y utilicemos solo lo imprescindible.

IMPACTO AMBIENTAL Y ANTECEDENTES HISTÓRICOS

-¿Qué se puede esperar a nivel medioambiental?

-Las crecientes y bajantes son naturales, por lo cual su biodiversidad y ecosistema asociado están adaptados a ellas. El impacto que pueden generar estos vaivenes va a depender de su intensidad y duración. En una sequía como la que se está viviendo, la flora y la fauna pueden verse afectadas en el largo plazo, pero habrá que esperar para evaluar las consecuencias. Otro elemento por tener en cuenta es que la bajante facilita la pesca y la caza furtiva depredatorias; y que el sistema queda muy vulnerable ante ciertos eventos, como, por ejemplo, los incendios. Si alguien prende un fuego, es esperable que se propague con rapidez y, debido al escaso nivel del agua, sería muy difícil de extinguir. Son ocasiones en las que muere una gran cantidad de animales y, aunque la vegetación del humedal tiene una rápida recuperación, no es homogénea.

Para encontrar un antecedente de una bajante de similares características hay que remontarse a la conocida como “bajante histórica de 1944”. Foto: Archivo DEF.
Para encontrar un antecedente de una bajante de similares características hay que remontarse a la conocida como “bajante histórica de 1944”. Foto: Archivo DEF.

-¿No reacciona del mismo modo todo el ecosistema?

-No. El Delta es muy diverso y posee ecosistemas y paisajes muy diferentes, algunos de los cuales se regeneran con más rapidez que otros. En el caso de los incendios, también depende de su profundidad a nivel suelo. Puede ocurrir –de hecho, es lo que pasa en esta región en todas las épocas– que aparentemente parezcan controlados, pero debajo siguen las altas temperaturas que queman raíces e impactan en la recuperación del ambiente, lo que vuelve este ambiente más vulnerable aún.

-¿Hay algún antecedente de esta magnitud?

-Sí, la conocida como “bajante histórica de 1944”, durante la cual se detectaron en Rosario más de 159 días con valores iguales o inferiores a cero. Cuando se analiza la altura de los ríos, se hace sobre escalas locales en las diferentes ciudades. En el caso de Rosario, en el Paraná –donde el nivel de las aguas bajas es de 2,40 metros–, en esta etapa llegó a medir entre 25 y 27 cm por debajo del cero. O sea que, hablando en valores aproximados, estamos casi tres metros por debajo del nivel de aguas bajas.

Debido a la bajante de los últimos meses, los barcos no puedan salir con toda su carga y terminen de completarla en el puerto de Bahía Blanca. Foto: Archivo DEF.
Debido a la bajante de los últimos meses, los barcos no puedan salir con toda su carga y terminen de completarla en el puerto de Bahía Blanca. Foto: Archivo DEF.

-¿Cuáles son las principales diferencias entre esta bajante y la de mediados del siglo XX?

-La más importante radica en que la cuenca se encuentra totalmente modificada. En los últimos 50 años, hubo un cambio sustancial en el uso del suelo, ya sea por el avance de la agricultura –hecho en muchos casos a expensas de selvas y bosques nativos–, por la expansión urbana, la construcción de vías de comunicación, como, rutas, caminos y canales clandestinos, entre otros. Este conjunto fue modificando los patrones de escurrimiento e infiltración propios de una cuenca, lo que repercutió en el aporte de sedimentos y en el caudal que llega a los ríos. En la actualidad, se habla de una bajante multifactorial porque no sabemos con exactitud cuáles de estos elementos impactan con más fuerza y qué otros factores, como el cambio climático, están contribuyendo. De lo que no hay dudas es de que tenemos una cuenca transformada en sus usos y que todo cambio incide en el comportamiento de sus ríos.

-Algunos hacen referencia al potencial impacto de una hidroeléctrica como Yacyretá. ¿Afectan las represas?

-Las represas actúan como atenuantes de picos extremos, no son causa de las bajantes. La Cancillería argentina acuerda con Brasil las erogaciones de su sistema de embalses, que entrega parte de su almacenamiento de agua para tener más caudal en el Paraná.

PROBLEMAS LOGÍSTICOS Y PROYECCIONES A FUTURO

-Otro problema preocupante es el referido a la navegación.

-Sí. En este momento, todavía está vigente el contrato de concesión de dragado –que rige desde 1995–, donde se estipula la profundidad que debe garantizar la empresa para que puedan navegar los barcos oceánicos. A la altura de Rosario, por ejemplo, el calado es de 34 pies y la profundidad de 36. Con la bajante actual, esa profundidad es menor, hecho que obliga a que los barcos no puedan salir con toda su carga y terminen de completarla en el puerto de Bahía Blanca. Esta dinámica implica una gran pérdida de dinero porque complica la logística del transporte, teniendo en cuenta que del río sale cerca del 80 por ciento de las exportaciones agropecuarias; sin dudas, es clave para la zona garantizar la navegabilidad.

Ahorrar agua y evitar cualquier tipo de quema son recomendaciones básicas, pero también hay que tener cuidado con el tema residuos, porque el río pierde mucho de su poder de dilución. Foto: Archivo DEF.
Ahorrar agua y evitar cualquier tipo de quema son recomendaciones básicas, pero también hay que tener cuidado con el tema residuos, porque el río pierde mucho de su poder de dilución. Foto: Archivo DEF.

-Si el caudal del río depende de las precipitaciones, ¿qué pasa si continúa sin llover?

-Estamos viviendo una sequía muy importante que, según los expertos, podría mantenerse hasta noviembre e incluso seguir hasta el verano. La variabilidad y el cambio climático tienen una fuerte incidencia, mayor aun en el contexto de los diversos factores implicados (deforestación, aumento de las prácticas intensivas con monocultivos, los desarrollos urbanos e industriales, incendios, canalizaciones no planificadas, etc.).

-¿Con qué frecuencia puede reiterarse este tipo de bajantes?

-Es un signo de interrogación. En 2018, hubo una sequía muy importante que hizo que se perdieran innumerables cosechas y significó una pérdida muy grande para el país. Hoy nos encontramos con una situación agravada, que puede profundizarse. Según la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, si superamos un aumento de dos grados de temperatura, el futuro es más que preocupante. El fenómeno de las inundaciones en Alemania, Bélgica y China, y los incendios en EE. UU. y Canadá son algunas de las consecuencias que ya estamos sufriendo.

-¿Hay algo que pueda hacer el ciudadano común en esta situación?

-Ahorrar agua y evitar cualquier tipo de quema son recomendaciones básicas, pero también hay que tener cuidado con el tema residuos, porque el río pierde mucho de su poder de dilución. En una ciudad grande como Rosario, al igual que todas las que están sobre la costa, tiramos los líquidos cloacales sin tratamiento al río, donde la carga orgánica se degrada con rapidez. Al tener poco caudal, aumenta el nivel de contaminación. Por supuesto que el cuidado del río debe ser permanente, pero, en este caso, hay que prestarle especial atención.

-¿Algo más?

-Sin dudas, debemos cambiar de inmediato la manera en la que hacemos las cosas e incorporar nuevas políticas climáticas para tratar de paliar escenarios como el que estamos viviendo hoy en el Paraná. Año tras año, se va deteriorando el ecosistema; y si destruimos los humedales, será peor. Sin embargo, en el Congreso continúa durmiendo la ley para su protección y conservación… Ojalá nos escuchen.

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