Tocar el cielo con las manos: las mujeres pilotos del nuevo Boeing de la Fuerza Aérea

Desde finales de abril, la Fuerza cuenta con otra aeronave. Entre la nueva tripulación, se destacan tres mujeres que lograron un lugar en la cabina: historias de superación y orgullo

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Débora Pontecorvo, Analía Amaral y Vanesa Farías son parte de un nuevo escuadrón de la Fuerza Aérea y hacen historia. Foto: Fernando Calzada.
Débora Pontecorvo, Analía Amaral y Vanesa Farías son parte de un nuevo escuadrón de la Fuerza Aérea y hacen historia. Foto: Fernando Calzada.

Un Boeing 737. Un nuevo escuadrón. Tres mujeres. Tres historias. Así se configura la nueva realidad de la Fuerza Aérea Argentina, que, tras la adquisición de su aeronave más reciente bautizada “Islas Malvinas”, le dio lugar a la creación del Escuadrón IX. Esta unidad apunta a ampliar las capacidades operativas de la Defensa, tanto para traslado de personal y carga como en tareas de asistencia humanitaria.

Débora Pontecorvo, Analía Amaral y Vanesa Farías son parte de la tripulación de este avión, y, en una charla exclusiva con DEF, conversaron sobre su trayectoria y sus sueños dentro de la Fuerza.

UNA MUJER PIONERA

Desde el año 2006, la Fuerza Aérea dejó de contar con una aeronave de la familia Boeing; sin embargo, y paradójicamente un año después, egresaba de la Escuela de Aviación la primera mujer en convertirse en aviadora militar.

Mujeres en acción: Analía Amaral y Vanesa Farías en la cabina del nuevo Boeing 737 "Islas Malvinas". Foto: Fernando Calzada.
Mujeres en acción: Analía Amaral y Vanesa Farías en la cabina del nuevo Boeing 737 "Islas Malvinas". Foto: Fernando Calzada.

Hoy, con el grado de mayor, Débora Patricia Pontecorvo es la oficial mujer más antigua del reciente Escuadrón. Desde su egreso en el 2007, tuvo la oportunidad de volar distintas aeronaves en el ámbito de la Fuerza y, además, fue instructora en la Escuela de Aviación.

“Una se siente orgullosa. Siempre volé aviones chicos y medianos. Pasar a este avión es un paso importante. Por el tamaño, el peso, la sofisticación de sus instrumentos, la cantidad de pasajeros, los motores…por donde lo veas, es un gran cambio”, dice Débora, oriunda de Ciudad Evita.

Para convertirse en la primera piloto mujer, Débora debió romper barreras: la institución recién comenzaba a aceptar el género en sus filas. Cuenta que egresó del secundario en 1998 y, como todavía la Escuela de Aviación no permitía el ingreso de mujeres, eligió estudiar en la Escuela de Suboficiales. De esa manera, podría cumplir su sueño de ser parte de la Fuerza Aérea. “Yo quería volar o estar lo más cerca posible. Hice dos años y, cuando estaba pasando al tercero, me enteré de que la Escuela de Aviación abría sus puertas a las mujeres. Así que pedí la baja para cruzarme. Cuando me fui, me dijeron que tenía pasaje de ida”, relata.

Se la jugó y tuvo éxito. La mayor confiesa que la Institución debió amoldarse, pero que, pese a que algunos no estaban a muy a gusto con la idea, recibieron apoyos de muchos: “El sacrificio personal es igual que el de los varones. De a poco, fuimos tratando de no generar más diferencias de las que ya el ambiente generaba. Fue de los dos lados”, dice.

La unidad apunta a ampliar las capacidades operativas de la Defensa, tanto para traslado de personal y carga como en tareas de asistencia humanitaria. Foto: Fernando Calzada.
La unidad apunta a ampliar las capacidades operativas de la Defensa, tanto para traslado de personal y carga como en tareas de asistencia humanitaria. Foto: Fernando Calzada.

Desde el primer día, cuenta, sus padres acompañan su carrera. Su papá fue miembro, como contable, de la Fuerza Aérea, y conoce de cerca los logros y sacrificios de su hija. “Cuando me tocó lo del Boeing, no se lo dije hasta el último minuto. Se pone orgulloso y habla… y no fuera a ser cosa de que me fuera mal. Con cada logro que le llevo a casa, se le cae una lágrima. Además, por lo que me cuenta, él quiso ser piloto y no pudo, así que depositó en mi hermano (piloto de Pucará) y en mí sus sueños, y cada vez que logramos algo se emociona”, narra.

Pontecorvo también menciona otra decisión importante que tuvo que tomar en un momento de su carrera: la de ser madre. “Nunca es el momento ideal. Cuando era instructora, no quería dejar a mis cadetes. Luego, como estaba por cambiar de etapa, quería ser comandante”. La piloto nacida en Ciudad Evita comenta que llegó un punto en el que pensó si seguir la vida sin hijos o hacer un alto. “Avisé y planifiqué. Dejé de lado volar… son cosas que hay que evaluar. Yo había resignado la familia durante mucho tiempo”, cuenta Débora, hoy mamá de un nene de siete años. También comenta que, en esa decisión, la acompañó su marido, piloto y excompañero de promoción de la Escuela de Aviación.

UNA VOCACIÓN POR LOS CIELOS

Analía Amaral tiene 33 años y es capitán de la F. AA. Entrerriana, oriunda de Concepción del Uruguay, cuenta que siempre se sintió atraída por las Fuerzas Armadas. En su ciudad, vivió de cerca los desfiles en fechas patrias ya que ahí está ubicada una unidad del Ejército.

El Boeing 737 “Islas Malvinas” tiene una capacidad de 141 plazas por vuelo y su tripulación está compuesta por ocho pilotos, de los cuales tres son mujeres. Foto: Fernando Calzada.
El Boeing 737 “Islas Malvinas” tiene una capacidad de 141 plazas por vuelo y su tripulación está compuesta por ocho pilotos, de los cuales tres son mujeres. Foto: Fernando Calzada.

“Yo quería ser militar. Había escuchado del egreso de la primera piloto mujer. Fue una noticia en aquel momento. Me gustaba la Fuerza Aérea y la elegía”, dice Amaral y añade que, desde que egresó, voló distintas aeronaves en el ámbito castrense, como los Cessna, los Lear Jet y los Tucano.

Analía cuenta que, mientras estaba destinada en la ciudad de Paraná, pudo convertirse en comandante de Lear. Pero la decisión no fue nada fácil, y tanto fue así que, por ejemplo, recién casada con un compañero de la Escuela, piloto de helicóptero, tomaron la decisión de mantener la relación a distancia para poder priorizar sus carreras.

El sacrificio no fue en vano, y ella fue seleccionada para volar el nuevo Boeing. “Uno siente orgullo por la Institución y reconoce esta incorporación. Yo lo tomo como un premio al esfuerzo, porque uno deja mucho de lado. Familia, amigos y la vida misma. Esto es un reconocimiento para mí y para todos los que estamos acá”, resume, al tiempo que destaca las capacidades de la nueva aeronave: “Es bastante versátil. A nosotros nos sirve porque podemos recorrer la Argentina de punta a punta sin la necesidad de hacer escalas”.

“Lo que me mantiene acá es la vocación. No hay otra cosa que supla el nivel de compromiso que tengo. Gracias a eso, he ganado hermanos. Yo me acuerdo mucho del día del juramento de la Bandera, a uno lo transforma por dentro. Por eso, la elección de la especialidad de transporte tiene que ver con el servicio; la elegí porque es una forma de ofrecerse a la comunidad. El día de mañana uno también es quien lleva el medicamento, el alimento o la esperanza”, concluye.

Para poder integrar este Escuadrón, toda la tripulación se capacitó en el Centro de Formación y Entrenamiento de Pilotos de la República Argentina. Foto: Fernando Calzada
Para poder integrar este Escuadrón, toda la tripulación se capacitó en el Centro de Formación y Entrenamiento de Pilotos de la República Argentina. Foto: Fernando Calzada

UNA MUJER Y SU ALEGRÍA POR VOLAR

La capitán Vanesa Farías es la tercera de las oficiales que lograron ocupar un lugar en la cabina del Boeing. Cordobesa y de 34 años, cuenta que, desde diciembre del año pasado, comenzaron a prepararse para poder volar la aeronave. “Tenemos la alegría de que finalmente este avión está. Es un paso grandísimo, y yo lo siento como integrante de la Fuerza, pero también como ciudadana: incorporamos una capacidad más avanzada que nos amplía todas las tareas que podemos realizar”, reflexiona.

Al igual que sus colegas, voló diferentes aeronaves a lo largo de su carrera. Confiesa sentirse atraída por la esencia de la especialidad de transporte porque, detrás de cada operación, pueden llevar ayuda. En ese contexto, recuerda su participación en los vuelos de despedida del F-27: “Hicimos una recorrida por la Patagonia, por los lugares donde operó el avión años atrás. La gente estaba muy emocionada. En Esquel, un señalero, de casi 80 años, me hizo la seña para detener el avión y lloraba. Esa ruta de la Patagonia, para ellos, representó mucho. Eso es para mí lo más significativo”.

“NO HAY LÍMITES”

“La Fuerza Aérea tuvo un Boeing en el Escuadrón V, que participó de la gesta de Malvinas. Un Escuadrón con una gran carga histórica. Nosotros venimos a tomar un poco ese legado, pero buscando una nueva identidad. Por eso se creó el Escuadrón IX”, dice, desde El Palomar, el jefe de este nuevo elemento de la Fuerza, el vicecomodoro Luciano Martínez Federik.

El Boeing 737 “Islas Malvinas” tiene una capacidad de 141 plazas por vuelo y su tripulación está compuesta por ocho pilotos, de los cuales tres son mujeres. Para poder integrar este Escuadrón, ellos se capacitaron en el Centro de Formación y Entrenamiento de Pilotos de la República Argentina.

Martínez Federik explica que a los pilotos se suman los operadores de servicio de entrega aérea, los mecánicos y los tripulantes de cabina de pasajeros.

Luciano es uno de los pilotos que trajo el avión en un vuelo que duró casi diez horas y sabe que, por delante, hay muchos desafíos. De hecho, uno de los objetivos sería que la aeronave traslade a los efectivos que integren la Misión de la ONU en Chipre. “No hay límites. Es un momento especial. Uno siente el apoyo del grupo y de la Fuerza”, confiesa el oficial.

* Esta nota fue producida y escrita por un miembro del equipo de redacción de DEF.

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