La conversación sobre la operación empresarial en Colombia volvió a concentrarse en un punto que, aunque repetido, no deja de generar alerta y son los bloqueos en las vías. Más allá de los debates técnicos sobre productividad o consumo, las interrupciones en las carreteras tomaron tal dimensión que hoy en día se convirtieron en el principal dolor de cabeza para la industria, incluso por encima de factores macroeconómicos que tradicionalmente lideraban las preocupaciones.
Los resultados más recientes de la Encuesta de Opinión Industrial Conjunta (Eoic), realizada por la Andi, retratan con claridad la magnitud del problema. Al preguntar por la frecuencia con la que los empresarios fueron afectados por bloqueos durante 2025, el promedio nacional llega a 22,2 eventos en lo corrido del año. Es decir, casi dos veces por mes, una compañía industrial tiene que enfrentar al menos una interrupción en su operación por cuenta de este tipo de acciones.
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Lo que inquieta al sector no es solo la recurrencia, sino el origen. Según la encuesta, el 93% de los casos está ligado a demandas o peticiones dirigidas al sector público. Es decir, la confrontación se canaliza hacia el Estado, pero quienes absorben el impacto inmediato son los transportadores, las empresas productoras y, en última instancia, la economía real. No se trata únicamente de demoras en carreteras saturadas; los empresarios insisten en que son eventos que, “interrumpen el flujo normal del tráfico”, obstaculizan el transporte de insumos y retrasan entregas pactadas con clientes nacionales e internacionales. Todo esto deriva en un encarecimiento de costos, menor competitividad y, en algunos casos, imposibilidad de cumplir contratos.
A esa preocupación se suman hechos más graves. En varios de estos bloqueos se reportaron agresiones, daños a vehículos y amenazas al personal. Para Bruce Mac Master, presidente de la Andi, el tema es crítico: “Estos bloqueos no solo interrumpen el flujo normal del tráfico, sino que también afectan la operación de las empresas que están llevando a cabo el transporte de materias primas o productos terminados; y además tiene un impacto directo en los costos, la competitividad y la continuidad operativa”. Y añadió una alerta que en el sector retumba desde hace meses: “Es tanto el nivel de gravedad y de riesgo de esta problemática, que muchos de estos bloqueos, reporta incidentes violentos, lo cual evidencia riesgos adicionales para la operación y la seguridad empresarial”.
A pesar de ese contexto difícil, la industria cerró el tercer trimestre con señales moderadamente positivas. La producción aumentó 1,5% y las ventas crecieron 1,9%, mientras que el comercio dirigido al mercado interno subió 2,6%. Sin embargo, la Andi reconoce que el nivel de producción sigue por debajo del registrado en 2022, un recordatorio de que la recuperación no logra consolidarse del todo.
Entre los factores que más presionaron a las empresas este año no solo aparecen los bloqueos, aunque encabezan la lista. La Eoic registró que la falta de demanda, la volatilidad del tipo de cambio, el costo y suministro de materias primas y los problemas de infraestructura y logística continúan siendo obstáculos recurrentes. Sin embargo, ninguno tiene efectos tan inmediatos y disruptivos como una carretera cerrada. En palabras de varios empresarios consultados para el informe, los bloqueos son “el tipo de problema que paraliza todo en minutos”.
En lo referente a la capacidad instalada, el indicador se ubicó en 78,6%, apenas por debajo del 78,9% del año anterior. Aun así, la cifra supera el promedio histórico de 76,9%, lo que sugiere que la industria mantiene una utilización razonable pese a las tensiones operativas.
El ambiente de negocios, en cambio, muestra señales mixtas. La satisfacción con la situación actual de las empresas aumentó a 66,8%, superando el resultado de 2024. Pero cuando se trata de mirar hacia adelante, el entusiasmo se reduce significativamente, las expectativas de mejora para septiembre de 2025 cayeron a 30,6%, frente al 37,4% registrado el año anterior.