Jaime Aparicio: esta es la historia del primer medallista dorado de Colombia en los Juegos Panamericanos

Hace 72 años un joven nacido en Cali, Valle del Cauca, fue el primer representante colombiano en ganar una medalla dorada en los Juegos Panamericanos de Buenos Aires 1951

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Jaime Aparicio, atleta colombiano y primer medallista de oro en Juegos Panamericanos - Foto: MinDeporte / Gobernación del Valle del Cauca
Jaime Aparicio, atleta colombiano y primer medallista de oro en Juegos Panamericanos - Foto: MinDeporte / Gobernación del Valle del Cauca

Jaime Aparicio es un nombre que conquistó el deporte continental con muy poco. Su historia se remonta al año 1951, cuando logró su mayor victoria en el deporte y a Colombia como uno de los países que entraban al radar de las disciplinas que, por fuera del fútbol, serían las mismas que pondrían al país en lo más alto.

El atletismo fue la forma, el vehículo que utilizó el vallecaucano para dejar su nombre en la historia del país como el primero en conseguir una medalla dorada en la historia de los Juegos Panamericanos, y qué mejor que en la primera edición que se realizó en Buenos Aires, Argentina.

La Organización Deportiva Panamericana había designado al país suramericano para ser la primera sede de este evento en el año 1942, pero la Segunda Guerra Mundial estaba muy reciente y tenía secuelas aún en el marco internacional, por eso se postergó para el año 1951.

En total fueron 21 delegaciones y 2.513 deportistas se citaron en Argentina, bajo el mandato del presidente Juan Domingo Perón. Un joven colombiano de 21 años llegó como un nombre que empezaba a calar en el marco internacional del atletismo y que tenía grandes competidores, como el estadounidense Donald Hardermann, entre otros deportistas de las distintas delegaciones presentes para esta disciplina.

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Aparicio llegó a suelo ‘albiceleste’ luego de tener un buen rendimiento en los Juegos Olímpicos de Londres 1948, y pudo imponer su estilo en los Juegos Centroamericanos de Guatemala 1950. Las esperanzas de Colombia estaban en Jaime, un hombre delgado, alto y con características físicas más propias del continente europeo, pero con la tez de color característica de los mestizos suramericanos y una sonrisa constante que lo identificaba como colombiano.

Debut dorado y récord suramericano

Su nombre completo, Jaime Ignacio Aparicio Rodewalt, el escenario era el estadio Antonio Vespucio Liberti, más conocido como el Monumental y casa del club River Plate. El vallecaucano tenía que medirse ante dos titanes del atletismo para ese entonces, el brasileño Wilson Gomes y el estadounidense Donald Hardermann, con quienes tuvo que lidiar en la competencia de 400 metros vallas. Una pequeña ventaja fue más que suficiente para que el colombiano se lograra imponer y se colgara la medalla dorada en su pecho, la primera en la historia de Colombia en los Juegos Panamericanos.

Después de vencer a Gomes y Hardermann, el atleta venció a otra de las grandes leyendas del deporte suramericano, derrotó al brasileño Vicente Magalhaes Padilla, quien ostentaba el récord de 400 metros vallas en el sur del continente con un tiempo de 54 segundos y 6 décimas.

El colombiano había logrado romper el récord y sumar otra hazaña en su debut en los Juegos Panamericanos, marcando un tiempo de 53 segundos y 4 décimas para convertirse en el dueño de las vallas 400 metros pero no la tuvo nada fácil, ya que sus principales rivales de esta recta en la pista atlética del Monumental de River Plate, lograron pisarle los talones a Aparicio con tiempos de 53 segundos y 7 décimas para el brasileño y 54 segundos con 5 décimas para el norteamericano.

Uno de los mejores del mundo

Para la década del 50, Jaime tuvo que asumir el reto de reconfirmar su gran hazaña conseguida en los Juegos Panamericanos de Buenos Aires 1951 y haber hecho presencia en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 con tan solo 18 años de edad. Para 1954 era considerado el cuarto mejor corredor de vallas del mundo, por una publicación hecha en medios soviéticos, para ese entonces. En el año 1955 el diario El Espectador publicó una clasificación donde se confirmaba la posición del caleño como uno de los mejores del planeta.

Su carrera olímpica cerró en los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956, donde Jaime Aparicio terminó su ciclo deportivo y dejó su nombre en lo más alto de la historia del deporte colombiano. Un nombre que abrió el camino para grandes deportistas, mujeres y hombres que al día de hoy representan a la bandera del país y que han logrado grandes hazañas como el patinaje, que ya no está en el ciclo olímpico debido a la hegemonía impuesta por el combinado nacional en esta disciplina.

Aparicio fue, es y será uno de los grandes deportistas de la historia del deporte colombiano y suramericano. En su momento fue considerado de los mejores del mundo y es un nombre que debe recalar en las nuevas generaciones para tener un referente, una guía de lo que es representar a Colombia a nivel mundial.

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