Plata como cancha: lee aquí el primer capítulo del libro sobre César Acuña

La investigación del periodista peruano generó el total rechazo del líder trujillano de Alianza para el Progreso.

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Plata como cancha, libro escrito por Christopher Acosta y publicado por la editorial Penguin Libros.

Tras conocerse la sentencia en contra del periodista Christopher Acosta, nuevamente se ha ubicado como tema de conversación en las plataformas digitales el contenido del libro Plata como cancha, una investigación periodística realizada sobre el hombre de prensa que expone aspectos no conocidos sobre el político César Acuña y el camino que recorrió para ser líder de un grupo político y convertirse en fundador de la Universidad César Vallejo, institución educativa que tiene más de 10 campus en todo el país.

En sus páginas, Acosta expone material inédito, así como documentación que teje el perfil de Acuña, desde su elección como alcalde de Trujillo, congresista, presidente regional y hasta sus intentos de convertirse en presidente del Perú. El autor no solo describe y explica con claridad momentos claves de la “popularidad” de este personaje de la política peruana, sino que se basa en información oficial y de fuentes cercanas al excandidato a la presidencia, quien tiene un historial de escándalos expuestos en los medios de comunicación, como ser acusado de cometer plagio en su tesis doctoral realizada en 2009 en la Universidad Complutense de Madrid o proponer a miembros de su partido dar dádivas para lograr su reelección en el norte del país.

El éxito de esta publicación no solo atrajo críticas del mismo Acuña, quien en reiteradas oportunidades declaró su total rechazo a la investigación. Librerías en el país, como El Virrey, tienen a Plata como cancha como una de las obras más solicitadas del 2021. En marzo del año mencionado, diario Gestión, en su versión web, compartió el primer capítulo y aquí te compartimos el avance del escrito sobre el dueño de la Universidad César Vallejo.

César Acuña en los exteriores de Palacio de Gobierno. Foto: Twitter @CesarAcunaP

PLATA COMO CANCHA - CAPÍTULO 1

CÓMO ACALLAR A UN AUTOR DESPOJADO

César Acuña toma el ascensor y llega al piso 6, donde se ubica el estudio Benites, Vargas & Ugaz, en un edificio, en Miraflores. Lo acompañan dos de sus abogados. Ha llegado hasta allí para cerrar un acuerdo, y salir del más reciente lío en el que se ha metido. Lo que está por firmarse le evitará exponerse públicamente ante los tribunales; ser probablemente sentenciado; pero, sobre todo, le permitirá que el asunto que allí lo convoca desaparezca progresivamente del recuerdo nacional.

Es el 25 de mayo de 2017 y, en la sala principal del estudio de abogados, Acuña espera a su contraparte. Pero este no ingresa. Ha llegado, pero no quiere verlo. Así se lo han comunicado, y el notario, que está allí para certificar el acto, deberá ir con el documento de una sala a otra, cada vez que haya que recabar firmas en ese acuerdo extrajudicial. En un espacio contiguo, quien se niega a estrechar la mano de Acuña es su exprofesor: Otoniel Alvarado Oyarce. Acuña había cometido contra su maestro el más espectacular caso de apropiación de producción intelectual del que tiene noticia el país. Imprimiéndole otra carátula, se hizo autor de su libro: una recopilación de artículos académicos que Alvarado Oyarce ha publicado durante toda su vida como docente universitario. El entuerto es revelado por el diario El Comercio, y hace añicos en 2016 sus opciones presidenciales en plena campaña electoral.

Un año después de esa contienda, César intenta juntar los pedacitos de aquello que se ha roto. Pero tanto como el hecho mismo de haberlo despojado de la autoría de su libro, lo que a Otoniel Alvarado le ha afectado especialmente es que Acuña lo haya identificado ante la prensa como parte de una campaña de desprestigio en su contra. Lo ofende, en particular, que lo haya llamado aprista. Y si ambos están allí esa mañana, a punto de firmar un acuerdo que dé por zanjado el asunto, por el que está por desembolsarse una indemnización a la altura de la fortuna de Acuña, no es a pedido del profesor Otoniel.

Excluido el año 2016 del proceso electoral para elegir presidente, los medios abandonan progresivamente la atención que hasta entonces había suscitado el candidato de la plata como cancha. No ocurre lo mismo en los tribunales. La Fiscalía lo persigue por el presunto delito de plagio, y el caso avanza firme. El discurso político que hasta entonces había utilizado Acuña para sortear el tema no prospera en ese foro. Acorralado, y sin ninguna defensa sensata por esgrimir, sus abogados van por la única salida posible: desaparecer al denunciante. Sin agraviado, no hay caso. El acuerdo para el que Acuña y Alvarado se han citado a las once en punto de esa mañana de mayo, además de una millonaria compensación por los daños causados, es una mordaza. Tiene una cláusula de desistimiento, que obliga al catedrático a abandonar cualquier proceso iniciado contra el demandado, pero, además, le exige guardar silencio.

Otoniel Alvarado, como ha hecho, no podrá volver a declarar jamás públicamente sobre el robo de su libro. Como habían planeado los abogados de Acuña: ha desaparecido. La existencia del documento, del que ni siquiera al notario se le permite copia por seguridad, era confidencial en todos sus extremos. Hasta ahora. Leído y releído el acuerdo, en el que se ha trabajado por meses, ese día faltaba solo la firma del magnate trujillano, presente en la sala, para cerrarlo por fin. Pero de pronto una solicitud de último minuto de los abogados de Acuña, con su venia, hace saltar de sus asientos a la defensa del profesor Otoniel: quieren agregarle una línea.

Vistiendo terno y apoyado en un bastón, el profesor Otoniel Alvarado traspasa la puerta de pasajeros del aeropuerto de Trujillo, cuando estallan los aplausos. Un grupo de sus alumnos lo ha esperado allí la tarde del 12 de febrero de 2016, para acompañarlo hasta las aulas donde les dicta el curso de Educación y Desarrollo Humano. En un simbólico acto de desagravio, los estudiantes lo escoltan hasta el claustro universitario. —Mi seguridad es mi verdad, mis alumnos. No tengo temor, por eso vengo a dictar la clase—, dijo ese día. Para entonces había denunciado, en Lima, que era blanco de amenazas telefónicas desde que la historia del libro de Acuña se hizo pública.

Viajes como ese Otoniel hizo múltiples veces, los últimos 25 años en que se ha desempeñado como profesor de la maestría en Educación, de la Universidad Nacional de Trujillo. Pero de todos ellos recordará siempre uno en particular, ubicado en 1998, cuando se reunió en la ciudad con uno de sus exalumnos: César Acuña Peralta. El docente, reconocido con las Palmas Magisteriales en el grado de Amauta, el máximo galardón que otorga el país a la trayectoria académica y el aporte a la educación, había publicado durante los últimos años un conjunto de artículos, que deseaba compilar en un libro. Tuvo entonces la mala idea, podría deducir hoy, de aceptar hablar con Acuña sobre el proyecto. Lo que pasó luego, lo conocería el Perú 18 años después.

El periodista Daniel Yovera, entonces jefe de la Unidad de Investigación de El Comercio, llega con la historia. El relato sobre Acuña era tan absurdo e inverosímil, que tenía que ser cierto. Para entonces el candidato presidencial ya ha sido sorprendido plagiando sus tesis de doctorado y maestría, y el derrumbe de su reputación arrastra consigo incluso a la de su universidad. Si había sido capaz de tomar párrafos completos de autores ajenos para su tesis, ¿podía ser capaz de apropiarse de la autoría del íntegro de un libro? La sola hipótesis denotaba grandes cuotas de audacia y temeridad.

Libro Plata como Cancha de Christopher Acosta

Con el libro de Otoniel Alvarado en mano, la Unidad de Investigación, que integraba el autor de este libro por entonces, diseñó un plan para hacerse del libro de Acuña. La ilegal edición fue buscada en bibliotecas públicas y privadas, sin éxito. En internet tampoco había rastro de la publicación. Y los expertos libreros de los jirones Quilca y Amazonas, en el centro de Lima, sonreían cuando el barrido de búsqueda les consultaba, uno por uno, por la improbable producción intelectual del político de la raza distinta. Pero si tal libro a nombre de Acuña existía, solo podía estar en un único lugar: la biblioteca de la Universidad César Vallejo.

Un alumno de esa casa de estudios es captado por el equipo investigador y, al solicitarlo para sala de lectura, se lo entregan. ¡El libro existe! Las fotografías que llegan al diario por WhatsApp no dejan dudas. Pero para terminar de corroborar el caso, era necesario revisar toda la edición. Es entonces que, a riesgo de perder su propio empleo, un docente de la universidad de Acuña, que se compromete con el caso, solicita y consigue sacar de la biblioteca el ejemplar. Tener frente a frente el libro de Otoniel Alvarado y la ilícita copia de César Acuña hiela la sangre. Solo alguien seguro de que saldrá ileso de un atropello de esa magnitud podría ser capaz de cometerlo.

Ese 4 de febrero de 2016, el diario apura una copia notariada, página a página, del libro de Acuña, que deberá ser devuelto a la biblioteca ese mismo día para no ser considerado un robo; aunque este, claro está, se había cometido 14 años antes. El año 2002, bajo el sello de Editorial Vallejiana, la Universidad César Vallejo reimprimió Política educativa. Conceptos, reflexiones y propuestas, del profesor Otoniel Alvarado Oyarce, desapareciéndolo de la portada, y consignando en su lugar como autor a César Acuña Peralta. El nombre del dueño de la universidad reemplazaba incluso al de Alvarado en el prólogo del libro, que había sido escrito por un sacerdote amigo del verdadero autor, destacando su trayectoria profesional y el aporte a la educación de los artículos que recopilaba el libro.

Estas son las primeras líneas que componen el primer capítulo del libro Plata como cancha de Christopher Acosta.

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