El futuro de Gaza en la posguerra: muchas preguntas, pocas respuestas

Israel no podrá manejar Gaza solo, ni debería hacerlo. Entonces, ¿qué pasará?

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Beit Lahia, en Gaza
Beit Lahia, en Gaza

Puede que no sea en un día ni con una ceremonia solemne, pero esta guerra terminará en algún momento. Quizás de manera abrupta, gracias a un acuerdo de alto el fuego negociado de manera agotadora. O tal vez simplemente se desvanezca lentamente en una serie espaciada de redadas e incursiones.

Pero terminará, y aunque se convierta en un algo de nuestro ayer, la vida continuará al día siguiente, y al otro y al otro.

¿Dónde estará Israel en la arena internacional, en el gran juego de las naciones?

Con suerte, Hamas habrá perdido su poder militar y sus herramientas de terror. Con suerte, las ruinas humeantes de búnkeres y túneles serán el legado de su perversa estrategia. Pero si Hamas pierde sus armas, no perderá su armadura. Equipado y financiado por Irán, patrocinado y financiado por Catar, legitimado y envalentonado por Turquía, Hamas seguirá beneficiándose de un amplio apoyo internacional para cubrir todos sus crímenes, y algo más.

Israel no podrá manejar Gaza solo, ni debería hacerlo. Gobernar Gaza y gestionar la vida cotidiana de sus residentes no es una misión que Israel deba emprender y no es una carga que los habitantes de Gaza vayan a querer soportar. Gaza bajo Hamas se ha convertido en un centro de intrigas e intereses internacionales, lo que podría haberla hecho fascinante si no fuera tan brutalmente violenta. La fracasada Autoridad Nacional Palestina, encabezada por un presidente a punto de retirarse por la fuerza de la naturaleza y al borde de una ineludible lucha sucesoria, simplemente no servirá. Sólo una coalición multifacética podrá llevar a la Franja de Gaza a una situación política y económica estable que pueda dar alguna esperanza a sus habitantes y a sus vecinos.

Pero ¿quién participará en esta coalición de los dispuestos?

¿En quién puede Israel confiar para que ayude a gobernar Gaza cuando termine la guerra con Hamas?

La escena internacional, suficientemente polarizada por las crecientes tensiones entre la mayoría de los actores principales, se ha vuelto insosteniblemente tensa después de la invasión rusa de Ucrania. China optó por apoyar a su viejo enemigo ruso, apoyado sin fisuras por Irán, mientras que la UE ha tomado medidas decididas para distanciarse de Moscú y respaldar a Ucrania, mientras Turquía juega intermitentemente ambas cartas.

¿Quién podría estar dispuesto a participar en una cooperación con varios aliados? ¿Y en quién podía confiar Israel?

Parece inevitable que los habitantes de Gaza rechacen cualquier intervención de actores a los que no consideren legítimos. Al fin y al cabo, sólo podrían conferir legitimidad a sus compañeros árabes, lo cual, después de todo, tiene sentido. Es evidente que la implicación de regímenes moderados como Egipto, Jordania, los Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Bahréin y Arabia Saudita será necesaria, cualquiera que sea la forma que adopte su contribución. Pero decir que actualmente están ansiosos por involucrarse sería una fantasía.

La UE declaró oficialmente su apoyo a la desmilitarización de Gaza allá por 2014, durante la Operación Margen Protector. Y sus líderes repetían el lamento de que “quieren ser un jugador, no sólo un pagador”. Pero suponer que ese cuerpo asumiría fácilmente la responsabilidad de administrar Gaza es subestimar el triste y lamentable legado del desafortunado EU-BAM, por no mencionar la endémica disidencia interna y desacuerdo con respecto al conflicto palestino-israelí, entre tantas otras cuestiones.

Cualquiera que sea la composición de la participación internacional, una cosa es vital: no sólo necesitaría obtener legitimidad de los palestinos sino también tendría que brindar garantías de seguridad a Israel. Ignorar o minimizar este aspecto condenaría cualquier iniciativa al fracaso inmediato. Después de las atrocidades del 7 de octubre, en cualquier acuerdo future Israel no puede asumir ningún riesgo.

Esta no es una ronda más de intercambios de golpes mortales, como las que hemos experimentado en el pasado. Aquellas fueron bastante malas y totalmente incomprendidas por la mayoría de los observadores occidentales, que no lograron comprender plenamente la verdadera intención de Hamas de aniquilar a Israel por todos los medios posibles, incluido su propio “martirio”.

No, este monstruoso asalto cambió todas las reglas. Si ha de haber alguna perspectiva para Gaza que no sea la violencia, tiene que depender de garantías internacionales firmes y creíbles para Israel.

Ésta es la clave sine qua non para cualquier acuerdo sostenible si queremos ver un futuro de compromiso y cooperación entre todos los hijos de Abraham.

*El autor es director de relaciones internacionales y asesor de política exterior de la presidencia de la Agencia Judía.