Qué dulces le gustaban a Pancho Villa y por qué odiaba el alcohol

Contrario a lo que se cree, Francisco Villa era un abstemio que imponía severos castigos a los militares bajo su cargo que consumieran bebidas embriagantes

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Francisco Villa no bebía alcohol y gustaba de platillos dulces (Foto: Gaceta UNAM)
Francisco Villa no bebía alcohol y gustaba de platillos dulces (Foto: Gaceta UNAM)

Pancho Villa, también conocido como el Centauro del Norte, fue uno de los revolucionarios más famosos en la historia reciente de México por sus incursiones temerarias y su mando al frente de la División del Norte durante las campañas en contra de Victoriano Huerta quien subió al poder tras un golpe de Estado. Fue conocido como un soldado implacable y cruel.

Participó en las dos etapas de la Revolución Mexicana peleando al lado de Francisco I. Madero en contra de Porfirio Díaz y después anexándose al ejército Constitucionalista en contra de Huerta, a quien conoció y de quien no se fiaba por su supuesto alcoholismo. Fue esencial para las batallas en la zona norte del país en 1913 hasta que iniciaron los conflictos con los líderes constitucionalistas.

Su personalidad sin embargo se vio envuelta en claroscuros pues era una persona carismática y bromista así como temperamental e impulsiva; severo pero compasivo a ratos y debido a sus disputas con Venustiano Carranza y Álvaro Obregón (a este último perdió un brazo tras un ataque villista) se recrudeció la guerra de Revolución y dio pasó al enfrentamiento entre facciones.

El Centauro del Norte llegó a utilizar las motocicletas como una forma de transporte en el campo de batalla (Foto: Dominio público)
El Centauro del Norte llegó a utilizar las motocicletas como una forma de transporte en el campo de batalla (Foto: Dominio público)

Pero Villa también es reconocido por ser un tanto estrafalario: coleccionista de motocicletas, un amante de las malteadas de fresa (de acuerdo con Paco Ignacio Taibo II) y a esto se le añade el hecho de que el caudillo era abstemio aunque se le conozca como un alcohólico.

El revolucionario también detestaba el cigarro y en cambio gustaba de los dulces y las palanquetas, las de cacahuate específicamente. Taibo menciona que en una lista de compras figuraban también los dulces Larín.

El escritor cuenta: “le gustaban los helados y las malteadas de fresa (...) Andaba siempre con palanquetas de cacahuate, de las que podía comerse medio kilo en un día, y comía barras de caramelo con frecuencia”. Las malteadas, se cuenta, las conseguía viajando a Texas.

En cuanto a su abstinencia se dice que Villa al entrar a una ciudad o pueblo ordenaba que se cerraran las cantinas del lugar e incluso destruían los productos de estos establecimientos incluidas las pulquerías. Esto ayudó a su fama de bandolero con la que también sus hombres fueron estigmatizados como una turba de malhechores, bandidos y oportunistas que arrasaban con todo a su paso.

Taibo en su libro Pancho Villa: una biografía narrativa cuenta que el caudillo llegó a fusilar a algunos de sus hombres debido a su alcoholismo. Para Villa, de acuerdo con el texto, el consumo de alcohol era uno de los principales problemas en la nación tanto en las clases bajas como en las altas.

Villa también fue conocido por ser un mujeriego que tuvo alrededor de 23 esposas
Villa también fue conocido por ser un mujeriego que tuvo alrededor de 23 esposas

También narra que en una ocasión atrapó a un traficante de sotol y que fue castigado por medio de azotes en público. Este repudio hizo que prohibiera a su ejército el consumo de alcohol cuando se volvió gobernador del estado de Chihuahua a finales de 1913 hasta inicios de 1914.

Aunque tuvo que hacer a un lado sus ideas cuando se reunió con Emiliano Zapata en Xochimilco en 1914 para concertar su alianza en contra del ejército constitucionalista comandado por Carranza, este le ofreció un trago de tequila. Villa aceptó para ganarse la amistad del suriano a pesar del disgusto que le causó el trago.

El Centauro también era afecto a la comida del norte, las tortillas de harina, carne seca, salsas entre otros platillos, pero consumía a su vez latas de espárragos. Aunque mostró asombro ante los tamales, el mole con guajolote y frijoles sazonados con chile verde y epazote.

En 1923 fue asesinado en una emboscada durante el gobierno de Álvaro Obregón y tres años después su cabeza sería robada de su tumba.

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