La manifestación este viernes en Ciudad de México, donde encapuchados vandalizaron la Embajada de Estados Unidos y la Casa Jalisco para protestar por los asesinatos de Giovanni López y George Floyd en México fue inusual a otras que se han presentado en la capital.
Y es que el grupo de encapuchados realizaron destrozos y se enfrentaron con elementos de seguridad en el centro de la urbe. Pero, a diferencia de otras ocasiones, incluidas las manifestaciones de este jueves en la ciudad de Guadalajara, capital de Jalisco, el grupo de agresores no se incorporó a otras marchas o convocatorias establecidas: realizaron su propia reunión sobre Paseo de la Reforma.

Si en otras ocasiones los grupos de encapuchados irrumpían en manifestaciones en su mayoría pacíficas, en esta ocasión estas personas, algunas con banderas rojinegras y el símbolo anarquista, así como una vestimenta donde predominaba el color negro, tomaron el protagonismo de la protesta.
Los manifestantes se expresaron contra los crímenes del mexicano Giovanni López, un albañil que fue detenido en el estado de Jalisco y que perdió la vida bajo custodia policial, en un caso que indignó a la sociedad mexicana y que encontró ecos con la muerte del estadounidense George Floyd, por quien también pidieron justicia.

Sin embargo, además de lo destrozos y denuncias de agresión policial contra algunos de los encapuchados mientras eran dispersados en un anexo del Bosque de Chapultepec y en el exclusivo barrio de Polanco, donde está la representación del gobierno de Jalisco, los manifestantes portaban una bandera que hacía referencia a “Antifa”.
La presunta conexión con “Antifa”

La bandera se refería a la organización considerada “radical”, como lo es “Antifa”, abreviación de “antifascista”, un colectivo anarquista sin líder ni una representación única, alineado con las causas “anti-capitalistas”, “anti-colonialistas” y “anti-racistas”.
Los miembros de este grupo, al igual que los encapuchados de este viernes, suelen cubrirse la cara y usar vestimenta oscura y negra, han conseguido una notoria fuerza sobre todo en Estados Unidos, donde saltaron a la fama en 2011, durante el movimiento ciudadano “Occupy Wall Street” según el historiador Mark Bray en su libro Antifa: manual antifacista.
Luego, el 13 de agosto de 2017, retomó notoriedad el movimiento cuando un grupo de manifestantes de extrema derecha –conocidos como supremacistas blancos– protestaron en contra de la remoción de la estatua de Robert E. Lee, un general de la Guerra Civil Americana (1861-1865) que se opuso a la abolición de la esclavitud.

Ante los duras protestas que se suscitaron en distintos puntos del país, el 31 de mayo, el presidente Donald Trump trató de asignar a los antifa como grupo terrorista y como principal responsable de la violencia en las marchas, sin embargo, en Estados Unidos no se cuenta con una ley de terrorismo interno que permita catalogar al grupo como terrorista para el gobierno estadounidense.
De acuerdo con el Global Terrorism Database de 2010 a 2016 los ataques terroristas en Estados Unidos ocasionados por la “derecha” son más del 25%, mientras que, los de la “izquierda” son menos del 10 por ciento.
Las protestas en la CDMX
La marcha, programada del Ángel de la Independencia a la Embajada estadounidense, tuvo tintes violentos desde el inicio. De acuerdo con las autoridades, se contabilizaron 11 lesionados, cuatro reporteros y seis policías y una “participante”, de la cual se pueden observar videos en redes sociales siendo agredida por las fuerzas de seguridad.
Después de que poco más de una veintena de encapuchados se agrupara en Reforma, una de las avenidas más importantes de la urbe, comenzaron a avanzar por los alrededores de la Embajada cerca de las 14:00 horas (tiempo local).
Ahí ya se llevaba a cabo una manifestación pacífica, relacionada con el asesinato del afroamericano Floyd en los Estados Unidos, una muerte que generó una serie de protestas a lo largo del país norteamericano, donde las escenas de violencia y saqueos se hicieron presentes la última semana.

En el sitio, siempre resguardado, había un muro de contención metálico que rodeaba y protegía la Embajada en su totalidad, preparada para el peor escenario. Ahí, un grupo pequeño de personas colocó imágenes y nombres de las personas que han perdido la vida mientras se encuentran en custodia policial.
Unos minutos después, el grupo de encapuchados, que marchó por Reforma y aledaños rompiendo vidrios, vandalizando comercios y agrediendo a un par de periodistas a su paso, llegó al lugar. Primero, los manifestantes atacaron el muro de contención ubicado en la parte posterior de la Embajada estadounidense.
Ahí, comenzaron los ataques: primero lanzaron piedras, palos y todo lo que podían al otro lado de la protección, mientras otros usaban martillos para intentar debilitar la contención, que no cedió un milímetro a pesar de los reiterados intentos. Incluso algunas bombas molotov fueron arrojadas.
El personal de seguridad local al otro lado del muro de contención respondió limitadamente, usando extintores para apagar el fuego provocado por los encapuchados, que posteriormente se dirigieron al frente de la Embajada. Ahí continuaron las agresiones, las pintadas y, de manera tímida y desorganizada, las consignas: “asesinos, asesinos”.

Después de varios minutos, y tras sus infructuosos intentos por debilitar los muros de contención, los encapuchados comenzaron a avanzar sobre Reforma, a veces tomando pausas y siempre realizando pintas y rompiendo a su paso con los comercios, en su mayoría desprotegidos.
“Esto es por todos”, señaló a la agencia Reuters una de las participantes, que portaba lentes oscuros y un cubrebocas negro, además de un paliacate para sostener su cabello. “Hay personas que son el detonador, hay casos que derraman el vaso. No es por una persona”, completó.
El grupo, cada vez más nutrido, avanzó durante varios minutos en la tarde mexicana. Un detalle que destacó: los agentes de policía se mantuvieron desaparecidos de la escena hasta un par de horas de empezada la manifestación, ya en otro punto cercano: el exclusivo barrio de Polanco.
Ahí, a unos minutos de Reforma, llegaron los encapuchados, que ya se podían contar por docenas, llegaron a realizar las mismas agresiones, en esta ocasión contra la Casa Jalisco, representación del gobierno del estado en la Ciudad de México.

Ahí también volaron los palos, piedras y bombas molotov. Sin embargo, los elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana hicieron su primera aparición de la jornada. Primero, intentaron contener las agresiones. Pero pronto, los antimotines avanzaron contra los encapuchados.
Después de varios minutos, los elementos de seguridad, armados solamente con sus propios escudos y con gas lacrimógeno, lograron dispersar a los encapuchados, que acabaron fragmentados y en grupos cada vez más pequeños, que comenzaron a dejar la zona.
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