Plan Colombia y Plan Patriota: cómo fue la estrategia para debilitar a las guerrillas

Uno estaba enfocado en debilitar a las Farc y el otro en hacerle frente al narcotráfico y los cultivos ilícitos. Ninguno mostró resultados ampliamente positivos, pues generaron como consecuencia las ejecuciones extrajudiciales y el aumento del narcotráfico

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El Plan Colombia se estableció en 1998 por los presidentes Andrés Pastrana y Bill Clinton como parte de la estrategia contrainsurgente en el país.
FOTO: Infobae (Jesús Avilés)
El Plan Colombia se estableció en 1998 por los presidentes Andrés Pastrana y Bill Clinton como parte de la estrategia contrainsurgente en el país. FOTO: Infobae (Jesús Avilés)

La lucha contrainsurgente contó con más ayuda internacional de la que se pueda imaginar. El principal colaborador no solo en el debilitamiento militar de las principales guerrillas fue Estados Unidos, sino que también tuvo injerencia en las operaciones de búsqueda de Pablo Escobar. De hecho, la intervención de ese país en Colombia data de 1962 con la misión Yarborough llevada a cabo en 1962 que tenía por objetivo sentar las bases de la doctrina contrainsurgente en el país. Sin embargo, dos años después nacieron las Farc-EP.

Pasaron décadas desde aquel paquete de medidas contrainsurgente hasta que a finales del siglo XX y comienzos del XXI se empezó hablar de una transformación militar impulsada por el Estado. Pero dicha transformación no fue precisamente una reforma a las Fuerzas Armadas, sino que implicó un cambio en la infraestructura y en la tecnología militar. De hecho, según relata la Comisión de la Verdad, entre 2002 y 2010 alcanzaron una capacidad técnica y humana jamás antes vista; esto en gran medida gracias al Plan Patriota.

Para el diseño de esta estrategia, se hizo un análisis de los fracasos de la estrategia de la fuerza pública a finales de los años 90 pese a que hubo un fuerte apoyo extranjero. El general Carlos Ospina le explicó a la Comisión que el planteamiento tuvo tres factores determinantes: el primero, proteger a la población civil; el segundo, neutralizar a las Farc y su infraestructura y, tercero, neutralizar los planteamientos de esa guerrilla. Todo eso debía ponerse en marcha bajo la conservación de la legitimidad del Estado.

Entonces, fíjese: para que el Gobierno sea legítimo tiene que tener seguridad para la gente y producción para la gente, esa es la legitimidad, el centro de gravedad”, le dijo el militar a la Comisión. Además, señaló en diversos espacios de la entidad que las Fuerzas Militares debían pasar, de una estrategia centrada en “buscar y destruir” a otra enfocada en la protección de la población y eso implicaba tomar control de los territorios que estaban en poder de las guerrillas. Sin embargo, casualmente el plan estaba enfocado solo en debilitar las Farc a pesar de que el ELN era el segundo grupo insurgente más poderoso del país con un enfoque en atacar pozos petroleros.

Pero no fue así: el Plan Patriota se enfocó en atacar las comunicaciones de las Farc —debilitado por esas épocas de acuerdo con testimonios del mismo Manuel Marulanda— a partir de la creación de más batallones de alta montaña y la coordinación de las diferentes fuerzas, especialmente las terrestres con la aérea. Primero, se realizó una fase de “aislamiento y despliegue” mientras llegaba el nuevo armamento y se incorporaban y entrenaban nuevas unidades. Después, se crearon las Fuerzas de Despliegue Rápido, los batallones de alta montaña, los soldados campesinos y las brigadas móviles.

La segunda fase fue de “debilitamiento” de las Farc en Cundinamarca y cortar cualquier conexión para que entraran a Bogotá. Después, tuvieron el objetivo de atacar el corazón de este grupo: los Bloques Sur y Oriental ubicados en Meta, Caquetá, Guaviare, Tolima, Putumayo y Huila. La tercera fase buscó consolidad la presencia del Estado en los territorios en el segundo mandato de Álvaro Uribe. No tuvo el éxito esperado. Empero, de 2002 a 2008 la estrategia tuvo éxito, pues según cifras del Ministerio de Defensa, el 87% de los guerrilleros abatidos durante ese periodo pertenecían a las Farc y el 60% de quienes acudieron a los programas de desmovilización que promovió el Gobierno era también de esa guerrilla.

Plan Colombia

Suele confundirse este plan con el Patriota; sin embargo, el primero estuvo netamente enfocado en debilitar a las Farc más militarmente que a nivel financiero. Este último, establecido en los gobiernos de Andrés Pastrana y Bill Clinton, se concentró en la lucha contra las drogas. Sin embargo, a esas alturas del conflicto armado las Fuerzas Armadas concebían la guerra contra las drogas y la contrainsurgente como una sola. Y en buena medida era así, pues todos los actores ilegales (incluyendo los paramilitares) se disputaban las rentas de la cocaína y el control de los territorios para adueñarse de los cultivos de hoja de coca.

La conformación de ese programa tuvo varios elementos clave: el primero fue la llegada de George W. Bush a la presidencia de Estados Unidos con un discurso antiterrorista impulsando la guerra con Afganistán tras el ataque de Al Qaeda a las torres gemelas. El segundo fue el secuestro de tres contratistas norteamericanos por parte de las Farc en febrero de 2003; y un tercero estuvo focalizado en el miedo de las empresas de ese país en asentarse en Colombia por el conflicto armado, sobre todo las que hacían exploración y explotación de petróleo.

Sin embargo, el Plan Colombia no le pudo ganar la guerra al narcotráfico, y a pesar de que la injerencia estadounidense en el país aumentó, también lo hicieron los cultivos ilícitos. La estrategia fue diseñada para eliminar el 50 % de los cultivos entre 2000 y 2006, pero al finalizar este periodo la nación continuó liderando los listados de producción y exportación de cocaína. Esto generó dudas sobre los costos humanitarios, políticos y financieros del Plan y sus beneficios a largo plazo.

Las aspersiones aéreas con glifosato lograron una importante reducción de los cultivos de coca en departamentos como Putumayo, Cauca, Caquetá y Meta. Empero, esa medida de erradicación ha sido un fracaso desde los años 90, según un estudio de la Universidad de Los Andes analizado por la Comisión: pese a los esfuerzos hechos en zonas de alta producción como la Orinoquía y Amazonía, para 2001 aparecieron 60.000 hectáreas más de matas de coca.

Además, esas labores de erradicación forzada pusieron cuesta arriba las relaciones del Ejército con los campesinos cocaleros, quienes buscaron protección de las Farc. “¿Con los cultivos pequeños qué hace uno?, ¿arrancar todas las matas de coca? Pues uno no lo hace porque es la fuente de ingreso de ellos. ¿Cómo conciliaba usted eso? Ya le tocaba a uno como se dice de “conformidad”: porque si la destruye, le buscan a uno problemas; si no la destruye, también tiene problemas. Entonces se acababan los semilleros pero quedaba el resto y ¡volvían a sembrar más!” le dijo un coronel del Ejército a la Comisión.

Otro efecto adverso del Plan Colombia fue el fortalecimiento de las redes de transporte de cocaína en Centroamérica. Las rutas que antes eran dominadas por estructuras de acá, pasaron a manos de carteles mexicanos, quienes aprovecharon para llenar de cocaína a Norteamérica bajando incluso el precio por gramo. Como lo afirma la Comisión, “se ha sobrevalorado el papel de Estados Unidos en el diseño de los planes de guerra” incluso desde los primeros gobiernos del Frente Nacional para evitar la expansión de ‘la amenaza comunista’.

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