Habló la familia del hombre hallado muerto en una bañera en Medellín

La víctima fue encontrada por el personal del hotel Nuevo Milenio, en la bañera de una habitación, en ropa interior y amordazado con una sábana

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Hombre fue encontrado muerto y atado en la bañera de una habitación de hotel en el centro de Medellín. (Archivo)
Hombre fue encontrado muerto y atado en la bañera de una habitación de hotel en el centro de Medellín. (Archivo)

UN CÁDAVER DE UNICORNIO (II)

“¿Por qué lo mataron a Hernán? ¿Por qué, señor?”, pregunta la madre. Su hija, la hermana de Hernán, la abraza mientras llora. Y su esposo se hace preguntas, no cabe de la duda, no sabe qué decir. Estira los brazos, como desesperezándose, y suspira. Cuando Hernán Macías López fue encontrado en la bañera de su habitación, en el hotel Nuevo Milenio del barrio Prado Centro, en Medellín, ya era demasiado tarde como para intentar algo. El atado de pies y manos, la boca amordazada y el gesto del rostro compungido, fue recogido horas después por los forenses. Los empleados del hotel no pudieron encontrar registros que pudieran dar cuenta de quién había sido su asesino porque, al parecer, ninguno se había tomado la molestia de cerciorarse de que su nombre hubiera sido correctamente añadido al listado de huéspedes. Si lo hicieron, tenían el nombre equivocado. Se habría burlado de ellos. Ninguno recuerda siquiera un mínimo rasgo del rostro del homicida. A las autoridades les dijeron que lo vieron salir rápidamente durante la madrugada y les pareció sospechoso, pero no hicieron nada, hasta la mañana siguiente.

“Siento mariposa en el estómago y veo unicornios rosa”, se había dicho a sí mismo, días antes, sonriéndole al espejo y pulsando el botón del teléfono para tomar la foto. En ese momento, no habría podido anticipar su muerte el jueves siguiente. Hernán Macías López no tenía aún 30 años cuando alguien decidió asesinarlo en la habitación del hotel donde se hospedaba. Hoy, su cuenta de Instagram, en donde en uno de sus últimos post escribía estas palabras, es un mausoleo que exhibe las fotografías de un fantasma que sonríe y muestra su torso con orgullo.

“¿Por qué te moriste, Hernán?, se pregunta la madre, una y otra vez, como esperando que su hijo responda desde donde sea que haya ido a parar. No lo hará, ella lo sabe, pero igual pregunta. No logran entender, ninguno de ellos, por qué pasó lo que pasó, por qué lo mataron a Hernán. “Era una persona buena que no se metía con nadie”, dicen. “No tenía problemas con nadie”.

El asesinato fue registrado el pasado 31 de marzo. Apareció en la prensa, lo reseñamos en Infobae, y para ese momento no se conocía noticia alguna de personas cercanas a Macías López. Yo mismo me encargué de seguirle la pista, de intentar dar con alguien que me pudiera dar más detalles sobre quién había sido y por qué, de repente, moría de esta manera. Parecía como si no hubiese nadie que lo conociera, como si hubiese sido, al menos durante los últimos años, un solitario alejado de todos, dedicado a amar a los hombres. Los únicos detalles eran esos: que había estudiado en el Sena, que trabajaba como vigilante, que era amable, que era gay. No había nada más. Nadie daba una razón que fuera más allá.

Macías López había pasado sus últimos días con quien, al parecer, había sido su más reciente pareja. Un hombre de rostro moreno y sonrisa alargada que lo abrazaba y lo tomaba de la mano. “Tú”, le decía Macías. De él no se sabe nada, no ha dicho nada. El cuñado de Macías López ha dicho que era una excelente persona, muy decente, dedicado a su familia. Cree que el asesinato del joven pudo haber ocurrido por algún conflicto de homofobia, porque ni con las drogas ni los malos negocios estaba metido.

El llanto de la madre acoge a todos, los contagia, los llena de dolor. “Él era bueno. No tenían que matarlo”, dice la hermana, que se restriega las lágrimas por todo el rostro. “Hernán quería comprarle una casa a mi mamá. No quería verla sufrir, ni que pagara arriendo. Era su sueño”. Macías López había salido de Florencia hacia Medellín con el ánimo de conseguir mejor fortuna. Con 28 años, se cargaba a la familia y, de algún modo, optaba por alejarse para poder ser él con mayor libertad. “Ahora los matan por homosexuales”, comentan. “Siempre los han matado por eso”.

El asesino de Macías López aún no ha sido identificado. La familia intenta reponerse de la muerte de una tía que falleció apenas un día antes que el joven, y aguardan a que les entreguen el cuerpo que sigue en propiedad de las autoridades. Claman justicia y piden que el homicidio no quede impune. La última vez que lo vieron al joven fue en octubre del 2021. “Se veía bien, saludable”, dice la madre. “No sé por qué le pasó esto”. La mujer lo había dado a luz al interior de una casa en donde nacieron cuatro hermanos. “Me arrancaron un pedazo de adentro”, señala. “Él se fue porque quería estar mejor”. Y tal vez lo consiguió, en eso deberían pensar, más allá del dolor. Tal vez fue feliz en esos últimos días, y tal vez se fue de este mundo con esa pregunta: ¿Así acabó?

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