Ser transgénero: por qué hoy se cuestiona la etiqueta que pone la medicina

Aún en muchos países se sigue pidiendo un diagnóstico médico de “disforia de género” para que las personas trans puedan acceder a hormonas o cirugías. Qué debería cambiar

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En muchos países, las personas trans son obligadas a tener un diagnóstico médico de "disforia de género" para acceder a procedimientos de modificación del cuerpo o del rostro (Getty)
En muchos países, las personas trans son obligadas a tener un diagnóstico médico de "disforia de género" para acceder a procedimientos de modificación del cuerpo o del rostro (Getty)

Una persona trans tienen una identidad de género que difiere del sexo que se les asignó al nacer. Algunas de ellas desean acceder a procedimientos -como cirugías del rostro, uso de hormonas, u operaciones genitales-, para reafirmar su género. Aún en muchos países del mundo se exige que esas personas tengan antes la etiqueta del diagnóstico de “disforia de género” para acceder a esos procedimientos. Sin embargo, no todas sienten esa “angustia” ni tampoco tienen una patología por ser trans.

Un equipo de investigadores del Centro de Medicina y Cirugía Transgénero y la Escuela de Medicina Icahn en Monte Sinaí, New York, Estados Unidos, publicaron un artículo días atrás en la revista especializada Cell Reports Medicine que revisa la concepción que la medicina ha construido sobre las personas trans en relación a la “disforia de género” y la cuestionan. Porque sostienen que esa concepción se convirtió en una barrera para que las personas trans accedan realmente a los procedimientos de reafirmación.

Son los investigadores Anish Kumar, Uchechukwu Amakiri y Joshua Safer, quienes consideran que los profesionales de la salud se equivocan cuando exigen un diagnóstico de disforia de género -que implica angustia por el género asignado al nacer- antes de ofrecer una atención de reafirmación de género. También cuestionan cuando se asume que la angustia psicológica define a todas las personas y que los procedimientos van a “solucionarla”.

Históricamente se considera que la "disforia de género" es una angustia que sufren todas las personas trans pero no es cierto, según cuestionan los expertos/TED EYTAN / CC BY-SA 2.0
Históricamente se considera que la "disforia de género" es una angustia que sufren todas las personas trans pero no es cierto, según cuestionan los expertos/TED EYTAN / CC BY-SA 2.0

No se trata solo de definiciones de términos. Según los investigadores, el clásico manual de psiquiatría, el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5, incluye una definición de la disforia de género que permite que se pongan limitaciones a los procedimientos que las personas trans deciden a hacerse. Un estudio en 2021 reveló que las compañías de seguros en los Estados Unidos aumentaron los requisitos para que las personas accedieran a los procedimientos médicos.

Sin embargo, la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE)-11 de la Organización Mundial de la Salud entró en vigor este año y ya no clasifica la atención a la salud relacionada con la transexualidad bajo el paraguas de los trastornos mentales y del comportamiento. Y la práctica de la medicina tiene desafíos pendientes.

“El artículo publicado en Cell Reports Medicine es muy interesante porque hace una revisión histórica y cuestiona que las personas trans tengan una angustia psicológica que necesite ser diagnosticada. Hoy sabemos que hay personas trans que quieren ejercer su autonomía y acceder a procedimientos con hormonas o con cirugías, pero no son todas. Algunas prefieren cirugías de feminización en el rostro, pero no operaciones genitales. Hay una gran variedad y se debería tener en cuenta”, señaló Inés Aristegui, doctora en psicología y coordinadora del área de investigaciones sociales de la Fundación Huésped en Argentina.

Para Aristegui, la incomodidad de una persona trans con su sexo asignado al nacer no es generalmente un motivo intrínseco que les genere un trastorno mental. Por el contrario, “los problemas de salud mental que padecen las personas trans se desarrollan por el estigma y el rechazo social que sufren por parte de sus familiares, sus compañeros de escuela o de trabajo, los vecinos, las fuerzas de seguridad e incluso por los profesionales de la salud”.

Los problemas de salud mental que padecen las personas trans se desarrollan por el estigma y el rechazo social que sufren por los profesionales de la salud y otras personas según la doctora Inés Aristegui (Getty)
Los problemas de salud mental que padecen las personas trans se desarrollan por el estigma y el rechazo social que sufren por los profesionales de la salud y otras personas según la doctora Inés Aristegui (Getty)

En base a las investigaciones con su equipo, la doctora Aristegui informó que 5 de cada 10 varones trans evitan ir a la consulta médica y que 4 de cada 10 mujeres trans tampoco van a tiempo porque temen discriminación por el sistema de salud. Esto repercute en que queda afectado su derecho humano a la salud.

“Ser una persona trans no quiere decir que una persona tenga una enfermedad o una patología. En el pasado, el manual de la psiquiatría DSM-4 clasificaba a las personas trans bajo el rótulo de trastorno de la identidad de género. La versión siguiente del manual, el DSM-5, que fue aprobada en 2012- conservó el concepto de disforia de género como trastorno que se refiere a la angustia que sufre la persona porque su identidad de género no coincide con el sexo asignado al nacer”, explicó a Infobae Adrián Helién, médico especializado en sexología clínica y educación sexual, psiquiatra y coordinador del Grupo de Atención de Personas Transgénero (Gapet) del Hospital Durand en Buenos Aires.

De alguna manera, según el doctor Helién, que el manual para profesionales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría siga aún asociando la “disforia de género” a las personas trans es una forma de continuar con la patologización. Por un lado, obliga a que las personas deban ser diagnosticadas con el trastorno para acceder a los procedimientos que impliquen modificaciones corporales. Por otro lado, no es cierto que todas las personas trans sufran esa angustia. Algunas pueden sentir una incomodidad corporal y otras no. Incluso aunque tengan la incomodidad, no todas sienten angustia”.

Por lo cual, según Helién, “se da lugar a una situación de discriminación e injusticia en muchos países del mundo porque las personas trans tienen que ser evaluadas por un profesional de la salud mental para tener un diagnóstico y luego acceder a los procedimientos. Esperemos que la asociación de psiquiatría de los Estados Unidos y la Asociación Mundial de Profesionales de la Salud Transgénero eliminen la etiqueta de la disforia de género como un trastorno propio de las personas trans”.

Para el especialista Helién, la Argentina está a la cabeza de este cambio en la consideración de las personas trans porque el Congreso de la Nación ya sancionó la ley N° 26.743 de identidad de género en 2012. Por esa norma se garantiza a toda persona el reconocimiento de su identidad de género autopercibida a través de un trámite administrativo y el acceso a la salud integral de género, sin que deba ser sometida a un diagnóstico o a un peritaje médico. Las personas trans en la Argentina no están obligadas a tener el diagnóstico de disforia de género para acceder a los procedimientos.

En Argentina, rige la ley de identidad de género pero aún hay algunas prepagas y obras sociales que se resisten a brindar la prestación de procedimientos a las personas trans (Getty)
En Argentina, rige la ley de identidad de género pero aún hay algunas prepagas y obras sociales que se resisten a brindar la prestación de procedimientos a las personas trans (Getty)

“La disforia de género implica una patologización de las personas trans y ya no se debería considerar como un trastorno mental. En la Argentina, la situación cambió a partir de la ley sancionada en 2012 que no obliga a tener un diagnóstico psicológico o psiquiátrico para que una persona trans acceda a los procedimientos de reafirmación de género”, aclaró a Infobae Cristina Montserrat Hendrickse, abogada y militante trans.

Sin embargo, a pesar de que la ley está reglamentada y vigente, Hendrickse mencionó que aún en el país “hay cierta resistencia de algunas prepagas y obras sociales a brindar la prestación de procedimientos a las personas trans. Como es un colectivo que también tiene obstáculo en el acceso al asesoramiento legal, algunas personas encuentran barreras para acceder a cirugías de feminización facial. Algunas obras sociales y prepagas les dicen que se trata de una cirugía estética y no las autorizan. Sin embargo, ya hay varias sentencias judiciales que confirmaron que ese tipo de cirugías y las de implante capilar están comprendidas dentro de la ley 26.743″.

En cuanto al trato en el sistema de salud, Hendrickse contó que ya es cada vez menor el maltrato a las personas trans. Hubo capacitación para equipos de salud. Pero en algunos casos, los siguen llamando por su nombre anterior y no por el nombre según su identidad autopercibida. Esperamos que todo siga cambiando por los derechos de las personas trans”.

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