París, 13 may (EFE).- Hace tiempo que las extravagancias de Gérard Depardieu no sorprenden en Francia, acostumbrada a los excesos de una de las estrellas más brillantes de su celuloide, pero la condena por agresión sexual dictada contra él este martes, sumada a las dos decenas de denuncias que acumula, amenazan con enturbiar su carrera.
El actor, de 76 años y casi 250 títulos a sus espaldas, ha cultivado una imagen de 'enfant terrible' y de intocable que ha acabado con volverse contra él, porque según confesó durante el juicio, "su tiempo ha pasado".
En medio de la revolución del 'MeToo', Depardieu ha descubierto que no todo le está permitido ni siquiera a un gigante del cine, aplaudido por la taquilla y la crítica, pero ahora colocado en el blanco de duras críticas por su comportamiento con las mujeres.
Depardieu era hasta hace poco una gloria nacional, con multitud de éxitos de cine y televisión, entre ellos 'Cyrano de Bergerac', '1900', 'Le dernier métro' o 'Danton', una lista que sigue creciendo porque continúa rodando, aunque a un ritmo menos frenético.
Durante esta fructífera carrera, que comenzó en 1966, ha trabajado con la mayoría de los mejores realizadores europeos, como François Truffaut, Jean-Luc Godard, Bernardo Bertolucci, Alain Resnais o Andrzej Wajda, además de incursiones en Hollywood a las órdenes de Ridley Scott o Peter Weir.
Ha ganado el César (dos veces), el Globo de Oro y la Palma de Cannes, y galardones al conjunto de su carrera en los festivales de Venecia y el Lumière.
En paralelo, ha escandalizado con frecuentes salidas de tono, su 'exilio fiscal' en Bélgica para pagar menos impuestos, sus elogios al presidente ruso, Vladímir Putin -que le concedió la nacionalidad rusa- o su conocido consumo excesivo de alcohol.
La primera polémica de carácter sexual sobre Depardieu comenzó ya en 1991, cuando la revista Time desenterró una entrevista de 1977 a una publicación cinematográfica estadounidense en la que, hablando de su adolescencia difícil, decía que había participado en "muchas violaciones", y añadía que "no hay nada de malo" porque "las chicas querían ser violadas".
Aquellas palabras generaron un escándalo en EE.UU. y aparentemente impidieron a Depardieu lograr el Oscar al mejor actor por 'Cyrano de Bergerac'. Entonces, los medios franceses y hasta el ministro de Cultura, el socialista Jack Lang, hicieron una piña en su defensa ante lo que llamaron "un ataque orquestado".
Décadas después, una avalancha de denuncias y testimonios públicos, que comenzó en 2018 con la tardía llegada a Francia del movimiento 'MeToo', cambió las cosas poco a poco.
En octubre de 2023, según avanzaban algunos casos legales en su contra, el actor publicó una carta abierta en Le Figaro para proclamar su inocencia y lamentar que sus conciertos musicales eran abucheados de forma sistemática por grupos de mujeres.
Desde entonces, nuevas denuncias y la difusión de las imágenes no emitidas de un documental televisivo grabado en 2018, en las que Depardieu lanzaba comentarios extremadamente obscenos sobre una niña norcoreana de unos diez años, hundieron aún más su imagen.
Amigos y familiares del actor acusaron a la televisión pública francesa de manipular las imágenes y el sonido, pero una investigación judicial demostró la veracidad de la información, e incluso que el montaje final había omitido las frases más escabrosas.
En plena tormenta, en diciembre de 2023, la actriz Anouk Grinberg, que estuvo en 2021 en el rodaje de 'Les Volets Verts' (en el que ocurrieron los hechos sentenciados hoy) lamentó en entrevistas y artículos la "omertá" del cine francés.
Grinberg aseguró haber visto a Depardieu "tocarles las nalgas a las mujeres, los senos, el sexo, todo mientras bromeaba". Y apuntó especialmente a las estrellas más famosas, cuya voz tiene más fuerza: "No puedo entender el silencio, sé que han sido testigos".
"Depardieu era un monstruo sagrado del cine francés y todo el mundo le ha permitido convertirse en un monstruo", lamentó.
Una tribuna firmada por más medio centenar de personalidades de la cultura en lengua francesa salió en defensa del actor, denunciando el "torrente de odio" que no respetaba su presunción de inocencia.
Figuras como Carole Bouquet, Charlotte Rampling, Carla Bruni o Victoria Abril firmaban esa tribuna, aunque varias de ellas lamentaron después su participación en la iniciativa.
También se pronunció el propio presidente Emmanuel Macron, quien declaró a la televisión pública ser un "gran admirador" del actor y rechazó retirarle la Legión de Honor, según él porque la gran condecoración francesa "no está para hacer la moral".
Tanto Macron como los firmantes de la tribuna fueron muy criticados. Organizaciones feministas les recordaron que todas las denuncias contra Depardieu proceden de mujeres sin fuerza pública: actrices jóvenes al inicio de sus carreras o trabajadoras de especialidades técnicas, jamás las grandes estrellas. EFE
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