La población de Botsuana está llamada este miércoles a las urnas para unas elecciones parlamentarias en las que el gubernamental Partido Democrático de Botsuana (BDP), busca prolongar sus 58 años en el poder al frente del país africano, lo que permitiría al el actual presidente, Mokgweetsi Masisi, ser reelegido para un segundo y último mandato.
El BDP, liderado por Masisi, ha dominado la política botsuana desde que el país obtuvo la independencia de Reino Unido en 1966, si bien en esta ocasión concurre a las urnas tras años de tensiones entre Masisi y su predecesor en el cargo, Ian Khama, y ante un empeoramiento de la situación económica debido a la caída de la venta de diamantes, principal fuente de ingresos de su economía.
La votación tendrá lugar además después de los problemas registrados el sábado durante la votación anticipada entre los miembros de las fuerzas de seguridad y el Ejército debido a la escasez de papeletas, que llevó a la Comisión Electoral Independiente (CEI) a ordenar una repetición en algunas zonas, lo que ha provocado una oleada de críticas contra el organismo.
De hecho, tanto el BDP como el principal partido opositor, el Partido del Congreso de Botsuana (BCP), se mostraron críticos con la comisión electoral, mientras que la coalición opositora Paraguas para el Cambio Democrático (UDC) apuntó directamente a un intento de manipulación de los resultados, lo que ha caldeado el ambiente antes de las generales.
En este contexto, el líder del BCP, Dumelang Saleshando, ha anunciado incluso que llevará a la CEI ante los tribunales por lo que describe como irregularidades y ha afirmado que la formación "cuenta con listas que muestran a votantes registrados más de una vez y otros con documentos de identidad duplicados", según el diario 'Botswana Guardian'.
Sin embargo, la comisión electoral defendió que la repetición de la votación anticipada en zonas como Thamaga/Kumakwane, Tati Oriental y Kanye Oriental había sido un éxito, antes de hacer hincapié en que esto debería aumentar la confianza de la población en el sistema electoral, de cara a posibles tensiones una vez finalizadas las generales, en las que participarán cerca de un millón de votantes.
La situación ha ensombrecido la votación en el país, considerado en líneas generales como una de las democracias más consolidadas en el continente. Botsuana ha sido desde su independencia una república parlamentaria que ha presenciado elecciones de forma ininterrumpida, erigiéndose como un ejemplo en la región.
LOS PRINCIPALES CANDIDATOS
En esta ocasión, Masisi concurre como principal favorito al frente del BDP y aspira un segundo mandato en la Presidencia, tras llegar al cargo en 2018 y de ser reelegido un año después tras las elecciones celebradas en 2019, primer enfrentamiento en las urnas con Khama tras su distanciamiento.
En dichas elecciones, el BDP se hizo con más del 52,6 por ciento de los votos, unos comicios marcados por la decisión de Khama de abandonar el partido y apoyar al Frente Patriótico de Botsuana (BPF) y por las denuncias formuladas posteriormente por la oposición, encabezada por Duma Boko, de la UDC, por supuestas irregularidades.
Masisi, de 63 años, trabajó para el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) antes de entrar en política y durante su mandato ha hecho frente a críticas por la ralentización del crecimiento económico, afectado en gran medida por el descenso de la exportación de diamantes --sector en el que el país es el segundo productor del mundo, sólo por detrás de Rusia--.
Sus primeros años al frente del país han estado además marcados por su disputa con Khama, quien le acusa de una deriva autoritaria, especialmente después de ser imputado por blanqueo y otros delitos, hecho que le llevó a exiliarse en Sudáfrica antes de regresar recientemente al país por sorpresa para comparecer en una vista judicial.
El principal aspirante a derrotar a Masisi en las urnas vuelve a ser Boko, un abogado de 54 años que concurre por tercera vez a las elecciones al frente de la UDC y quien ha puesto nuevamente la economía en el centro de su campaña electoral. Así, durante los últimos días ha pedido a la población que vota "al líder más capacitado" y ha prometido "soluciones tangibles de cara a una prosperidad para todos".
La coalición, que aglutina a partidos de izquierda y centro-izquierda, ha denunciado además durante la última semana que los servicios de Inteligencia botsuanos, la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DISS), planeaban detener a un alto cargo de la UDC y reclamaron que el organismo "se quede al margen del marco político" y que "permita unas elecciones libres y justas".
Los otros dos candidatos que se presentan a las elecciones son Saleshando, de 53 años y quien vuelve a concurrir al frente del BCP --al frente del cual reemplazó en 2010 a su padre, Gilson Saleshando--, esta vez como líder de la oposición tras la derrota de Boko en su circunscripción en 2019, y Mephato Reatile, líder del BPF, nuevamente respaldado por Khama.
El BCP obtuvo cerca del 14,5 por ciento de los votos en 2019 --por debajo del 20,4 recabado en 2014--, mientras que el BPF se hizo con el 4,4 por ciento de las papeletas tras su fundación ese mismo año como una escisión del partido gubernamental respaldada por decenas de seguidores de Khama, en quien ha hecho campaña a favor de la formación tras su regreso al país en septiembre.
IMPACTO DEL COMERCIO DE LOS DIAMANTES
Botsuana, uno de los países más pobres del mundo tras su independencia en 1966, pasó a convertirse en una de las economías con un crecimiento más rápido después de la misma, en parte debido al impacto del comercio de diamantes, la estabilidad a nivel político y su reducida población --de unos 2,5 millones de habitantes--, según detalla el Banco Mundial.
Así, el país ha registrado un largo periodo de crecimiento económico, si bien la falta de una mayor diversificación ha provocado una gran dependencia de los ingresos por la venta de diamantes, que equivalen a más del 90 por ciento de las exportaciones, una muestra de la dependencia de Gaborone del sector de los minerales y las piedras preciosas.
Sin embargo, las ventas en el comercio internacional de diamantes han caído durante los últimos años, lo que ha provocado críticas por el impacto sobre la economía y la falta de esfuerzos por parte del BDP para diversificarla durante sus cerca de seis décadas al frente del país africano.
Masisi ha reconocido la situación y ha ensalzado sin embargo la firma de un nuevo contrato con el gigante De Beers que dará un mayor porcentaje de los beneficios de este sector en el país, donde en agosto fue hallado el segundo diamante más grande del mundo en una mina propiedad de la canadiense Lucara Diamond.
El país, que tiene una elevada tasa de paro estructural, situada en torno al 28 por ciento, está haciendo frente además a un aumento de los shocks climáticos, según el Banco Mundial, que hace hincapié en que todo ello ahonda en la necesidad de que el país aumente su resiliencia y amplíe sus estrategias de inversión.
De hecho, la tasa de desempleo aumentó del 18,9 al 23,6 por ciento entre 2015 y 2023, cifra que ha seguido aumentando durante la primera etapa de 2024, con un descenso además de la participación de la fuerza laboral, situación que se suma a los golpes sufridos por el país a causa de las sequías y la pandemia de coronavirus.
Por ello, el BDP ha prometido durante su campaña electoral trabajar para lograr "una economía más inclusiva" para materializar en el país "igualdad, justicia, libertad, solidaridad, paz, prosperidad y progresos a nivel político, económico y social para toda la población de Botsuana", en medio de sus intentos de prolongar más de seis décadas su dominio político.