El general francés Salan decidió jugársela en Argelia tras la ruptura con de Gaulle

Compartir
Compartir articulo

Se sumó al golpe porque era "su deber" y esperaba que lo ejecutaran en cuanto lo detuvieran. Para su hija Dominique, el general Raoul Salan fue fiel a su compromiso hasta el final, tras la ruptura con Charles de Gaulle al que ayudó a volver al poder en 1958.

En la noche del 21 al 22 de abril de 1961, cuatro generales franceses que se oponían a la independencia de Argelia, se alzaron y se apoderaron de Argel con legionarios y paracaidistas.

Raoul Salan, soldado de la Gran Guerra y jefe militar de primer plano de Indochina a Argelia, ya no tenía obligaciones con París. Exiliado en Madrid, se sumó al golpe al cabo de dos días.

"Fue él quien llamó a de Gaulle el 13 de mayo de 1958", cuenta Dominique, de 75 años, que acompañó a su padre a lo largo de todos esos años.

"Asumió las promesas (del antiguo jefe de Francia Libre en favor de la Argelia francesa) y quiso mostrar a la población (local) que el ejército no la abandonaría", dice.

Llevado al poder por otro golpe en Argel en 1958 al grito de "Viva la Argelia francesa", el general de Gaulle rápidamente decepcionó a sus partidarios al abrir la vía a la independencia de Argelia.

Al cabo de cinco días, el segundo golpe en Argel fue suspendido. A diferencia de los generales Challe y Zeller, "papá no se rindió porque pensaba que había que ir hasta el final", recuerda su hija, que tenía entonces 15 años.

El general Salan asumió la dirección de la Organización Armada Secreta (OAS) y cayó en la clandestinidad hasta su detención el 20 de abril de 1962 en Argel.

"Nos fuimos a la Mitidja", en el interior del país argelino donde los agricultores 'pieds-noir' (franceses nacidos en Argelia durante la época colonial francesa) los escondieron, antes de regresar clandestinamente a Argel, recuerda Dominique Salan, que vive actualmente en París, después de haber trabajado en la edición.

- "Gracias a Cohn-Bendit" -

"Se dejó bigote. Pasaba bastante desapercibido, tenía el aire de un 'pied-noir. A veces nos paseábamos por las calles de Argel", cuenta su hija, nacida en 1946 en Hanoi (Vietnam).

Al final, encontraron a Raoul Salan en un edificio de Argel, donde se instaló con su familia y donde disponía de una oficina en el piso bajo.

"Un día bajó. Oímos a los guardias móviles. Mi madre y yo comprendimos que algo pasaba (...) y después vimos a mi padre esposado", prosigue Dominique.

Raoul Salan fue trasladado inmediatamente a una cárcel parisina. Su esposa fue detenida en otra cárcel francesa, en Fresnes, donde estaría diez días, antes de pasar dos años en detención domiciliaria.

"Estábamos prácticamente seguros de que fusilarían a mi padre. Nos dijo que se iría en paz, sereno", recuerda Dominique que parece revivir cada momento con la misma precisión.

Finalmente condenado a cadena perpetua en mayo de 1962, sería "el último liberado" seis años después durante la revuelta de mayo de 1968.

"De Gaulle necesitaba al ejército. Fue a ver (al general) Massu a Baden-Baden en Alemania. Pareciera que habría habido negociaciones", sostiene Dominique Salan.

A su salida de la cárcel, una nube de periodistas esperaban al general "traidor". "Para animarle un poco, le dije: 'sonríe un poco y agradece a Cohn-Bendit'", uno de los líderes del mayo del 68 francés, dice divertida su hija.

vl/fz/shu/af&me