Corea del Sur sigue traumatizada por la matanza de Gwangju

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Hace 40 años, el esposo de Choi Jung-ja desapareció en la sangrienta represión del ejército surcoreano de un levantamiento popular en la ciudad de Gwangju, un episodio sombrío de la historia del país que sigue dividiendo a la clase política.

El 18 de mayo de 1980, manifestantes prodemocracia salieron a las calles de Gwangju, una gran ciudad del suroreste del país para protestar contra la ley marcial proclamada por el dictador Chun Doo-Hwan.

Centenares de personas murieron en la violenta represión del ejército.

Todavía hoy, los conservadores surcoreanos condenan estas protestas que, según ellos fueron, promovieron los comunistas instigados por Corea del Norte.

Por su parte, el presidente Moon Jae-in, del Partido Democrático (centro izquierda) desea inscribirla en la constitución.

El esposo de Choi tenía 43 años cuando, en el momento de los hechos, salió para hacer unas compras y nunca regresó.

Tras el fin de la represión, Choi le buscó por todas partes, abriendo incluso al azar, en las calles de la ciudad, los féretros cubiertos con banderas ensangrentadas.

"No pude seguir después de abrir el tercer féretro", rememora.

"Los rostros estaban cubiertos de sangre (...) irreconocibles", contó a la AFP esta mujer que sigue recibiendo tratamiento para superar el traumatismo.

No hay consenso sobre el número de víctimas de esta represión. Según algunos informes, hubo entierros secretos y muchos cadáveres fueron arrojados al mar.

Los militares permanecieron ocho años más en el poder, lo que les permitió hacer desaparecer las pruebas.

Según un balance oficial hubo 160 muertos, entre ellos militares y policías, y más de 70 desaparecidos.

Asociaciones de defensa de derechos humanos aseguran, por su parte, que habrían muerto tres veces más de personas.

La matanza de Gwanju permanece como uno de los episodios históricos más politizados en este país que sigue profundamente dividido por el mismo.

- Restos humanos -

Corea del Sur sigue técnicamente en guerra con Corea del Norte, dotado de arsenal nuclear.

En la época, el régimen militar del general Chun presentó este levantamiento como una revuelta liderada por los partidarios del líder de oposición Kim Dae-jung, originario de esta región, y por agitadores favorables al régimen del norte.

Condenado a muerte por sedición, la pena de Kim fue conmutada a pena de cárcel por presión de Washington.

Tras la restauración de la democracia en el país, Kim fue elegido presidente de Corea del Sur (1998-2003) y ganó el premio Nobel de la Paz en 2000.

En 1996, el dictador Chun fue condenado a muerte por su papel en el golpe de Estado y por la represión de las protestas de Gwagju. Tras apelar el fallo, fue condenado a cadena perpetua antes de ser amnistiado.

El presidente Moon que cuando era estudiante participó en manifestaciones contra la dictadura, habla regularmente de Gwangju y ha prometido abrir de nuevo una investigación e inscribirlo en la constitución.

La oposición surcoreana considera a Moon, cuyo partido, cosechó una amplia victoria electoral, como un simpatizante de Pyongyang.

"Corea del Norte está en el centro de esta estrategia divisiva en Corea del Sur", explicó a la AFP Hannes Mosler de la universidad de Duisburg-Essen.

El año pasado, los restos humanos de unas cuarenta personas fueron hallados en lo que fue una antigua cárcel en Gwangju.

Desde entonces, 242 familiares de desaparecidos han dado muestras de ADN con la esperanza de identificar a los cadáveres.

Entre ellos, Cha Cho-gang, de 81 años, cuyo hijo de 19 años nunca volvió tras salir a vender ajos en un mercado de la ciudad.

"Mi marido falleció hace tres años. Su última voluntad era enterrar los restos de su hijo antes de sus propios funerales", cuenta.

"Yo tengo el mismo deseo pero no sé si se hará realidad", confiesa la madre.

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