Cadena perpetua para asesinos de un defensor de antílopes en Kazajistán

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El caso conmovió a todo un país. El viernes, un tribunal de Kazajistán condenó a cadena perpetua a los asesinos de un guardabosques, golpeado hasta la muerte por cazadores furtivos de saigas, un antílope en peligro de extinción y emblemático de esta antigua república soviética.

Tres acusados "han sido condenados a cadena perpetua por caza ilegal, tentativa de asesinato y asesinato", según el tribunal penal de Karaganda, y los otros cuatro cumplirán penas de seis años de prisión por "caza furtiva con daños especialmente graves".

En enero de 2019, la muerte de Yerlan Nurgaliev, de 52 años, conmocionó a esta antigua república soviética y reavivó los temores por los saigas, un antílope cuya población cayó en picado tras la caída de la URSS, debido a la caza furtiva y a un hábitat amenazado.

El guardabosques murió como consecuencia de sus heridas dos días después de haber sido golpeado tras ser perseguido por hombres armados. Él y un colega, herido en la agresión, acababan de encontrar varios saigas muertos en la región de Karaganda, en el centro del país.

Almat Kaskyrbai, abogado del hijo del fallecido, señaló que "el veredicto era severo", pero que se negaba a acatarlo, ya que el tribunal no se había pronunciado aún sobre las responsabilidades de las autoridades que despliegan guardabosques poco equipados, según él, frente a los cazadores furtivos.

"Hay que investigar esto para que no vuelva a suceder", dijo.

Con su muerte, Yerlan Nurgaliev se convirtió en un héroe popular en Kazajistán, símbolo de integridad en un país rico en hidrocarburos, donde los funcionarios tienen a menudo la reputación de ser avaros y corruptos. Incluso, algunos han sido declarados cómplices de cazadores furtivos.

En Almaty, la principal ciudad del país, un mural pintado en las paredes de un edificio residencial celebra la memoria de Nurgaliev. Inspirado en una foto que circuló en las redes sociales de Kazajistán, aparece con un uniforme y un bebé saiga en sus brazos.

Los kazajos, que tienen sus raíces en el patrimonio cultural de las tribus nómadas de las estepas y montañas de Asia central, tienen un apego emocional a sus animales nacionales: caballos, águilas, leopardos de las nieves y saigas.

En julio pasado, otro guardabosques, Kanysh Nurtazinov, murió a tiros cuando intentaba detener a cazadores furtivos en la zona de Akhmolinsk.

Reconocibles por sus cuernos trenzados y por su largo hocico redondeado, como una pequeña trompa, los saigas han estado a punto de extinguirse varias veces. Su origen remonta al último periodo de hielo.

En la época soviética, estos antílopes gozaban de una protección reforzada con una prohibición total de su caza desde 1919, y luego de cuotas de caza muy estrictas a partir de los años 1950.

Su población superó los dos millones. Sin embargo, tras la independencia de Kazajistán en 1991, se disparó la caza furtiva de los saigas, que una vez más los acercó a la desaparición.

Alrededor del 90% de estos antílopes viven en Kazajistán. La medicina tradicional de China utiliza cuernos de saigas machos, alimentando un tráfico jugoso y devastador.

Las autoridades de Kazajistán prorrogaron hasta 2021 la moratoria sobre la caza de los saigas y reforzaron su lucha contra los cazadores furtivos.

Desde entonces, su población ha vuelto a aumentar y el año pasado creció un 55%, llegando a 334.000, según cifras oficiales.

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