"Tata" Yofre: "Anteayer hubo atentados en Bruselas; nosotros eso lo teníamos cotidianamente"

Autor de muchos éxitos editoriales, Juan Bautista "Tata" Yofre estuvo en el piso de InfobaeTV para hablar de "1976. La conspiración", el libro que con documentación inédita relata cómo actuaron civiles y militares hace 40 años

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— Contanos dónde estabas vos el 24 de marzo de 1976.

— El 23 de marzo a la noche yo estaba comiendo en la casa de mi amigo Raúl Piñero Pacheco. Estaban también Micky Alurralde y Hugo Martini. El hermano menor de Raúl, Luis Alfredo, dice que estaba también Bernardo Neustadt, aunque yo no lo recuerdo. Esa noche nos sentamos a comer, estábamos hablando de lo que iba a acontecer, y a las 23.30 empezaron a sonar los teléfonos, y había papelitos arriba del escritorio de ese departamento espléndido en la zona de Belgrano, y empecé a anotar. Los contenidos de esos papelitos están en este libro.

"Balbín le dice a Videla: 'Cuándo van a terminar con esta agonía"

—Hablemos del resto de la documentación que presentás, por ejemplo, las libretas del general Albano Harguindeguy. ¿Cuál es el valor de esa información inédita?

—Cuando a mí me piden hacer este libro, le recordé a Juan Boido, el director editorial de Sudamericana, que yo ya había escrito "Nadie Fue", pero él me dijo que me concentrara en la conspiración. Entonces pedí 48 horas para pensarlo, y recordé que era un libro que había escrito hace diez años, así que me había llegado otra gran cantidad de documentación que no había utilizado, y que había un determinado lugar donde estaban las libretas de Harguindeguy, que para mí eran claves, y busqué las del 73, 74 y 75. Eso, más el archivo de la inteligencia de Checoeslovaquia, que usé para "Fue Cuba". Yo me entero de la fecha exacta de la reunión de Videla con Ricardo Balbín, que fue el 4 de febrero del 76, por un cable de la KGB, que llega a Praga desde Moscú. Ahí Balbín le dice a Videla: "Cuándo van a terminar con esta agonía".

— Eso permite comprender la incapacidad de la dirigencia política y sindical.

— Yo digo que la clase política nos soltó la mano, porque había una solución para no caer en un golpe militar nuevamente. Y la solución era decirle a la señora, con voz seria, que se fuera. O hacerle un juicio político o tomar alguna determinación de tipo institucional. El candidato era (Ítalo) Luder y Luder no quiso aceptar. Vivimos la etapa de la implosión del peronismo. No te olvides de la pelea de Lorenzo Miguel con (Victorio) Calabró en la provincia de Buenos Aires, de la pelea de (José) Gelbard con López Rega, no hay que olvidarse de los sindicatos de derecha contra los que no estaban en la CGT, o que no estaban encuadrados por la CGT. El país había implosionado.

"Luder no quería pasar a la historia como el hombre que traicionó a la esposa de Perón"

— Hablemos de Luder, ¿a qué se debe que haya rehuido ese compromiso histórico?

— La excusa que puso es que no quería pasar a la historia como el hombre que traicionó a la esposa del general Perón. Pero el servicio al país que le podía dar al evitar un golpe militar era mucho más importante que traicionar o no. Además, no era una traición. Todos se lo estaban pidiendo, se lo pedía un sector importante del peronismo, se lo pedía el radicalismo, también las Fuerzas Armadas. Massera se lo llegó a decir, o la echan ustedes y gobiernan ustedes, o la echamos nosotros y gobernamos nosotros. Era un país que estaba viviendo un estado de desintegración.

— Había una incapacidad del peronismo, que era el partido gobernante, por hacerse cargo de la situación que había heredado. Pero hubo un intento del sindicalismo de normalizar el gobierno, cuando lo echa a López Rega y manda a buscar a Antonio Cafiero que estaba de embajador en Bruselas para que se hiciera cargo del Ministerio de Economía, desplazando a Celestino Rodrigo.

— Como jefe de las 62 organizaciones peronistas, Lorenzo Miguel da una señal yendo a buscar a Cafiero a Ezeiza. Y la verdad es que no lo dejaron hacer nada, porque va a asumir y la guerrilla siguió actuando, sin importar las decisiones que tomara.

"Había violencia cotidiana, moría una persona cada cinco horas en la Argentina"

— Hablando de la guerrilla, tu libro se inicia con una frase de Mario Eduardo Firmenich durísima, en la que dice: "Nosotros tenemos que autocriticarnos porque hemos hecho nuestro Perón, más allá de lo que es realmente... la ideología de Perón es contradictoria con la nuestra, porque nosotros somos socialistas...". Fue antes de que Perón muriera.

— Fueron declaraciones que hizo después de un encuentro con Perón en Olivos. Y fue todavía más grave, porque un periodista de la revista Descamisados -es decir que es una pregunta direccionada- pregunta si iban a abandonar las armas y Firmenich dice que no, que llegaron hasta ahí por las armas, "nuestro poder político pasa por la boca de los fusiles, así que no vamos a abandonar las armas", dice. Se lo estaban diciendo en la cara de Perón. Y la gente del ERP no le dio respiro ni a Héctor Cámpora. Ayer hubo atentados en Bruselas; nosotros eso lo teníamos cotidianamente, había violencia cotidiana, moría una persona cada cinco horas en la Argentina. Por eso, tal vez se pueda entender que un tipo como Mario Diament, que jamás puede ser considerado como un promilitar, dijera en su momento que había recobrado la tranquilidad y que tenía la sensación de que los milicos nos habían salvado la vida. Silvina Walger también opinaba lo mismo, y ella tampoco fue jamás promilitar. Ni qué decir de los medios.

— Aquí hay varias tapas de los medios. Por ejemplo, antes del golpe, el diario iLa Tarde/i, dirigido por Héctor Timerman, puso en tapa: "Se afirma que asumiría el poder un gobierno militar".

— El diario era de Jacobo Timerman y era apantallado por la inteligencia naval, pro Massera. Conseguí el diario entero digitalizado. La gente cree que no invierto mi tiempo en esto. Están mis apuntes de antes del Golpe, durante y después. Y cables que nadie se tomó el trabajo de leer. Por ejemplo, ahora hay cantidad de gente que está molesta por la llegada de Barack Obama, pero el embajador norteamericano Robert Hill se fue el 17 de marzo de la Argentina diciéndole al subsecretario de Asuntos Latinoamericanos que se iba porque no quería comprometer al país. Está el cable del 16 de marzo, donde le dice a su superior "mañana me voy, no quiero saber nada con esto". Después, Estados Unidos va a reconocer al gobierno militar, pero también lo reconoció Moscú, La Habana. El bloque oriental jamás condenó a las violaciones de los derechos humanos.

"No hay que olvidarse que salimos de aquella tragedia con una guerra"

— ¿Qué aprendizaje podemos sacar de esta tragedia?

— El 76 es la consecuencia de muchos años. El gobierno estaba en manos de un partido que estuvo 18 años proscripto, no se dio una renovación clásica de dirigentes, entonces cuando Perón volvió agarró lo que más o menos conocía. Por otro lado, el poco afecto de la población a la democracia. No hay que olvidarse de los memorandos de Perón a los militares azules para derrocar a Arturo Illia. Todos fuimos responsables. Por otro lado, muchos de los dirigentes terroristas que actuaron esos años pasaron antes por La Habana. Todo eso hizo un cóctel explosivo, que es parte de nuestra decadencia que debemos asumir, y terminó muy mal. ¿Cómo empezó? Porque hubo dolo. Porque en la conspiración los civiles no sabían qué pensaban verdaderamente los militares. Por eso creo que este libro tiene valor, porque pongo al civil que lo está leyendo como testigo de documentación desconocida, donde se ve la planificación de zonas, subzonas, centros clandestinos, modos de detención. Si Balbín lo hubiera sabido, si Alfonsín lo hubiera sabido, seguramente habrían actuado distinto. Había mucho odio el 23 de marzo a la noche. Además, Firmenich había pronunciado esa famosa frase, "cuanto peor, mejor", porque creía que iba a encabezar la resistencia civil. Y no hay que olvidarse que salimos de esta tragedia con una guerra. La proclama del 24 de marzo decía que había que reubicar a la Argentina en el mundo occidental y cristiano y se terminaron peleando con la OTAN y los Estados Unidos, una locura.