El período más negro de la historia argentina

Videla, Massera y Agosti representan la imagen más funesta del terrorismo de Estado en la Argentina y son el símbolo más sanguinario de las dictaduras de los 70

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 Télam 163
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En 1976, la Argentina estaba sumida en una ola de violencia, con un gobierno presidido por la viuda de Perón, incapaz de resolver la seria crisis económica, política y de representación. Ante ese escenario, amplios sectores de la sociedad respaldaron el golpe militar del 24 de marzo de 1976.

La Junta Militar de 1976 tuvo el apoyo de un sector importante de la población, los diarios de aquella época lo reflejan. Pero la misma sociedad desesperada que esperaba que los militares "pusieran orden" en el país, no imaginó que detrás del golpe de Estado se escondía un plan de aniquilación de los sectores políticos más radicalizados y de miles de personas que se vinculaban con alguna actividad política.

La sociedad argentina tampoco sabía de la existencia del Plan Cóndor, una iniciativa coordinada por las dictaduras de la Argentina, Chile, Perú, Brasil, Bolivia, Uruguay y Paraguay que estaba destinado a eliminar a opositores y fundamentalmente, dirigentes de la izquierda.

La Junta Militar puso en marcha ese plan que se inició con las detenciones arbitrarias, torturas y las desapariciones, que dieron origen a movimientos como las Madres de Plaza de Mayo y las Abuelas de Plaza de Mayo.

En la Argentina, la sociedad estaba adormecida. El campeonato Mundial de Fútbol logrado por la selección albiceleste en 1978 (aún sospechado de haber sido 'comprado' por la Junta Militar), consiguió que la dictadura gozara de respaldo popular mientras desde el exterior, el periodismo se hacía eco de las desapariciones forzosas de personas.

Recién en la década del 90 se supo que gran parte de esas detenciones ilegales concluían en los vuelos de la muerte: los detenidos eran arrojados al Río de la Plata desde aviones que sobrevolaban el inmenso estuario que rodea la ciudad de Buenos Aires.

Las reformas económicas implementadas por la dictadura, abrieron el mercado de importaciones y la Argentina se encontró con un boom de consumo: televisores color (la TV color llegó en 1978), autos de marcas alemanas, el dólar barato por un efecto de atraso cambiario, generaron en la sociedad una sensación de acceso al consumo.

Los argentinos de clase media descubrieron Miami, que se convirtió en el destino predilecto para los tours de compras. En la frontera noreste del país, se hicieron populares las compras en Uruguayana, Brasil, a precios muy baratos.

Mientras tanto, la dictadura seguía torturando, deteniendo a opositores y secuestrando bebés de mujeres detenidas. La mayoría de esos niños, hoy hombres y mujeres de entre 30 y 35 años, comenzaron a descubrir su verdadera identidad a partir del trabajo de las Abuelas de Plaza de Mayo.

Hacia 1981, el plan económico impulsado por José Alfredo Martínez de Hoz, ministro de economía de la dictadura se derrumbó: la inflación y la devaluación acabaron con el consumo y esa sensación de que la Argentina era "un país derecho y humano". Fue el fin de la etapa de la "plata dulce".

Tras la renuncia de Videla, Massera y Agosti, asumió Roberto Viola, que no logró controlar la crisis económica y el aumento de los precios. La sociedad argentina, de la mano de los problemas económicos, empezaba a despertar.

Tras 9 meses en el cargo, la dictadura designa a un nuevo presidente de la Argentina: Leopoldo Fortunato Galtieri. Tras asumir el cargo en diciembre de 1981, trajo consigo el más insólito plan para dar un golpe de efecto en la sociedad: la recuperación de las Islas Malvinas, territorio bajo dominación inglesa desde la usurpación de 1833.

En medio de una situación económica negativa, el 2 de abril de 1982, un grupo de militares argentinos desembarcó en las Islas Sándwich y tomó el control. Mientras, una flota desembarcaba en las Malvinas y ante la poca resistencia, enarboló la bandera argentina.

Mientras la inflación, la recesión y el desempleo hacían estragos en el país, la "recuperación" de las Malvinas despertó el nacionalismo.

El discurso de Galtieri que concluye en la recordada frase "si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla", provocó una reacción patriótica con más de un millón de argentinos que vitorearon a la Junta en la Plaza de Mayo.

El 14 de junio de 1982, Argentina se rendía incondicionalmente ante Gran Bretaña. El triunfo inglés elevó a la gloria a Margaret Thatcher, pero marcó el inicio del fin de la dictadura argentina.

Meses después, con una crisis económica sin solución, la guerra perdida y una sociedad que exigía cambios, los militares no tenían soluciones y convocaron a elecciones presidenciales.

En 10 de diciembre de 1983, con la asunción de Raúl Alfonsín, se terminaron 7 años de terror. El presidente constitucional llevó adelante un proceso de juzgamiento que llevó a la cárcel a todos los militares involucrados en la represión ilegal.

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