Quizá usted piense que llenar el depósito de su auto con grasa de freír de un restaurante no le lleve muy lejos. Piénselo dos veces. La grasa llevó a dos entusiastas de los combustibles alternativos desde los recónditos rincones de Alaska hasta la Argentina.
Seth Warren, de 28 años, un remero de primera línea y conservacionista, y el campeón de kayak Tyler Bradt, de 18 años, decidieron probar que pueden viajar en camión a través de América y 16 países, sin utilizar ni una gota de gasolina y sin emitir muchos gases de efecto de invernadero.
Al desarrollar lo que denominaron
, explicaron que se comprometieron a compartir su entusiasmo y conocimiento de los combustibles biológicos con las comunidades locales, educando a los jóvenes en materia de energías alternativas como punto de partida para un estilo de vida sostenible.
Ambos establecieron la Coalición de Educación sobre Combustibles Biológicos, una organización sin fines de lucro, para hacer precisamente eso, educar y utilizar el dinero de sus patrocinadores: 70.000 dólares para demostrar en lo que creen.
Sobre la carrocería de un viejo camión de bomberos japonés, convertido para funcionar con combustible biológico o aceite vegetal al cien por ciento, los mecánicos instalaron contenedores para el combustible, una prensa de aceite y equipo para procesar aceite de freír y grasa animal descartada.
Con éste se intentaba demostrar cómo los vehículos de gas oil comunes pueden ser modificados fácilmente y sin mucho costo para operar de modo efectivo con combustibles biológicos producidos localmente con recursos también locales, tales como semillas, plantas y aceite de cocinar usado.
"Lo que tratamos de promover es el autoabastecimiento. Los granjeros y otras personas pueden cultivar su propio combustible en sus patios" dijo Warren desde Bolivia. "Ello le da mucho poder a la gente".
Partieron en junio de 2006 de Dead Horse, Alaska, donde está ubicado el depósito de petróleo más grande de Estados Unidos. A principios de marzo de 2007 habían llegado a la Argentina, y están próximo a Ushuaia.
Warren y Bradt prepararon su itinerario con un mes de anticipación y luego trataron de no utilizar mapas para seguirlo.
"La idea es interactuar con la gente en primer lugar y pedirle indicaciones", dijo Warren. "Hablamos con todo el mundo con que nos cruzamos".
Conocieron a gente de todo tipo en la carretera: estudiantes, granjeros, mecánicos de autos, científicos y funcionarios de gobierno, que en general recibieron bien su mensaje.
"¿Y por qué iba a ser de otro modo?" preguntó Warren de modo retórico. "Les estamos enseñando a recoger su basura y desechos y convertirlos en dinero".
Sin embargo el aprendizaje es mutuo, dijo Warren. En Colombia, les impresionó el ingenio de unos sembradores de café que con ayuda de un grupo de investigación hacen bioetanol con desechos de la industria cafetalera, como las cáscaras de los granos.
Donde paraban intentaban hablar con los periódicos y cadenas de televisión locales para anunciar sus demostraciones y reuniones educativas.
Al principio, como no hablan mucho español, eso fue algo difícil. Ahora, después de unos meses en países de habla hispana les va mucho mejor.
Como resultado de la atención de los medios, los dos hombres han sido tratados como celebridades, perseguidos por las jóvenes e invitados a visitar a funcionarios gubernamentales, inclusive al ministro peruano de energía.
"Lo realmente interesante es que en vez de sentarnos a hablar sobre los kayaks, tenemos algo que decir, que de hecho puede beneficiar a los lugares a los que vamos", afirmó Warren.
No es que se hayan olvidado completamente de los kayaks, ya que en cada momento libre y algunos fines de semana buscan los ríos locales para remar.
De vuelta en la carretera, a pesar del respaldo entusiasta de la gente y del personal de las embajadas de los Estados Unidos, su planta experimental sobre ruedas les plantea algunas dificultades a veces, comentó Warren.
"Hay muchos combustibles que usamos que no han sido probados científicamente y en algunos casos, ni siquiera han sido probados en absoluto" comentó.
Por ejemplo, un aceite de palma africano, donado en Colombia, se congeló en las elevaciones de Bolivia, lo que les obligaba cada mañana durante varios días a desarmar el sistema entero y limpiar todas las tuberías.
Hubo otros desafíos: vivir juntos en el pequeño espacio del camión, por ejemplo. Y algunos problemas: Warren contrajo malaria y fue atacado y mordido por una manada de perros salvajes; Bradt saltó al agua y sufrió heridas al pisar unos erizos de mar.
También han compartido experiencias emocionantes. En Bolivia viajaron por una carretera de montaña que de una elevación de 4.600 metros de altitud baja precipitadamente a tan sólo 1.500 metros.
"Pasamos cuatro horas manejando en esta loca carretera de una sola vía, con un precipicio a un lado y sin espacio para dos coches", relató Seth.
Después de terminar su itinerario actual, los dos remeros piensan replicar su proyecto en Australia y Nueva Zelanda, el sur de Asia, África, Europa y la antigua Unión Soviética, lo que piensan les tomará los próximos 10 años.
Con más restaurantes de comida rápida en la mayoría de estas regiones y muchos granjeros que cultivan sus propias plantas productoras de aceite, Warren y Bradt están seguros de que nos les faltará grasa para sus aventuras.
Fuente: Servicio Noticioso desde Washington