En su tercer año de asociación con el veterano de 61 años, Federer se mantiene en el nivel más alto del tenis masculino con nueve títulos de Grand Slam, a sólo cinco del récord de 14 que tiene el estadounidense Pete Sampras.
En el 2004, Federer convenció a Roche para que se convirtiera en su entrenador, y después de un apretón de manos quedó concretada el acuerdo, que el australiano puede terminar cuando lo desee.
La idea original de Federer, cuando le solicitó a Roche que fuera su entrenador, era trabajar en la superficie de tierra con la intención de ganar Roland Garros, el único Grand Slam que le ha sido esquivo, y en el cual domina el español Rafael Nadal.
El australiano ganó el Abierto de Francia en 1966 y fue finalista en 1965 y 1967. Según Federer, Roche, que en pareja con su compatriota John Newcombe ganó doce Grand Slams de dobles masculino, tiene una mentalidad similar a la suya.
"Me sentí muy feliz cuando me dijo que sí, que trabajaría conmigo", manifestó Federer, que disputará una de las semifinales del Abierto de Australia ante el estadounidense Andy Roddick.
"Ha sido muy interesante. Especialmente en los primeros meses cuando pusimos 'todo sobre la mesa', y él manifestó qué pensaba sobre mi juego, a dónde quería llegar, y que teníamos la misma mentalidad respecto al futuro", destacó.
Federer respeta mucho las observaciones de Roche, además de su capacidad técnica, y no ve que la unión finalice en un futuro cercano. "He sido afortunado porque Tony viaja a Europa durante el verano y he entrenado con él durante los últimos tres años, lo cual ha sido crucial para mi carrera. Trabajamos muy bien juntos", resaltó el suizo.
"No veo que nuestra relación termine en un futuro cercano. Pero él es libre de decidir lo que quiera hacer porque realmente sé que no necesita del deporte después de estar asociado al tenis por tantos años", continuó Federer.
El favorito a ganar aquí su décimo Grand Slam, que lloró de emoción el año pasado cuando recibió el trofeo de campeón del Abierto de Australia de manos de su ídolo, el legendario Rod Laver, honra y respeta la tradición del tenis.
Y ese respeto a la tradición fue una de las razones por las cuales solicitó a Roche que lo ayudara a mejorar lo que muchos consideran el "juego perfecto".
"No es todo negocio. Nosotros tenemos una relación muy buena y relajada. Creo que es importante tener mucho respeto por tu entrenador. Cuando nos juntamos, yo era el número uno del mundo y siempre ha habido un respeto mutuo. Ha sido una excelente relación. No lo veo todo el tiempo, pero tenemos un contacto regular que es muy importante", concluyó Federer.