En el marco de la estrategia oficial para la defensa de la revolución bolivariana, se ha difundido el “Manual de Defensa Popular” que contempla brigadas, una de ellas incluye el uso de niños y jóvenes en las actividades de la Milicia Popular Bolivariana, bajo el lema “Cada casa es un cuartel. Cada familia, una unidad de resistencia”.
El documento elaborado por Yhony Ríos, Vocero Principal de la Comisión de Defensa Territorial del Consejo Campesino la Juanera, Naguanagua, estado Carabobo, está dirigido a “consejos campesinos, comunales y milicias populares de Carabobo y otras regiones del país”.
Se destaca que el objetivo de esas brigadas de la Milicia Popular Bolivariana de Defensa Integral Barrial o Rural, es organizar a la población para proteger el territorio, la vida y los recursos locales frente a cualquier amenaza, no solo desde el ámbito militar, sino también en áreas como la alimentación, la comunicación y la salud.
El Manual De Defensa Popular establece que la defensa popular no se limita al ámbito militar, sino que abarca la protección alimentaria, comunicacional, sanitaria, cultural y logística. Bajo el lema “Cada casa es un cuartel. Cada familia, una unidad de resistencia”, el texto promueve la creación de la Milicia Popular Bolivariana de Defensa Integral Barrial o Rural.
Se establece que cada Milicia Popular cuente con brigadas especializadas en vigilancia, alimentos, salud, comunicación y logística infantil y juvenil. El coordinador general lidera la comunicación entre zonas, mientras que las brigadas de vigilancia se encargan de la observación y el uso de códigos de alerta.
Para defender la revolución, con el uso de civiles, el manual destaca que las verdaderas armas del pueblo incluyen semillas criollas, radios, ollas comunitarias, libros, machetes y murales informativos.
Con esas herramientas le dicen a la comunidad que se garantiza la autosuficiencia y la comunicación en situaciones de crisis, como bloqueos o desastres naturales. La soberanía alimentaria se presenta como un pilar fundamental, fomentando la siembra en patios y parcelas comunales, la creación de bancos de semillas y la organización de ferias de trueque para el intercambio de alimentos y medicinas.
Niños también
En la organización se incluyen las diferentes brigadas, cada una con funciones concretas, donde el coordinador general será el encargado de liderar y mantener la comunicación entre distintas zonas y sectores, asegurando la cohesión y el flujo de información.
La Brigada de vigilancia será la responsable de la observación del entorno, la realización de turnos y el uso de códigos de alerta, como silbatos y señales manuales, para detectar y comunicar posibles riesgos.
Le corresponde la brigada de alimentos: administrar huertos comunitarios, bancos de semillas y cocinas populares, garantizando la autosuficiencia alimentaria y la organización de ferias de trueque.
De los primeros auxilios, se encarga la brigada de salud, que elaborará botiquines populares y la evacuación de heridos, promoviendo el uso de plantas medicinales y el entrenamiento básico en atención sanitaria.
A la brigada de comunicación le corresponde gestionar radios, redes comunitarias y murales informativos, asegurando que la población esté informada y pueda reaccionar ante emergencias.
También los niños y jóvenes son parte del Manual para defender la revolución, a través de la brigada infantil y juvenil, que involucra a niños y jóvenes en tareas logísticas, que catalogan de “no riesgosas”, como el dibujo de mapas comunitarios y la transmisión de mensajes, fomentando su participación y el sentido de pertenencia.
Emergencia y comunicación
El manual aconseja la elaboración de mapas comunitarios que incluyan casas seguras, fuentes de agua, depósitos de alimentos y rutas de escape. “Lo que no se le dice a la comunidad es que mientras ellos deben defender ‘como puedan’, los funcionarios y dirigentes de la revolución tienen depósitos de armas, incluso en las casas de alcaldes, diputados, gobernadores y todo el enchufado con la revolución”, dice un dirigente del Partido Socialista (PSUV) de Carabobo, en conversación con Infobae.
Ante la posible caída de internet y telefonía móvil, el documento recomienda el uso de radios de onda corta, códigos de sonido como silbatos y campanadas, para alertar a la comunidad, así como mensajeros a pie o en bicicleta. Agrega que los murales informativos y las carteleras se convierten en medios alternativos para mantener a la población informada y cohesionada.
En materia de salud, se propone la elaboración de botiquines populares con recursos básicos y plantas medicinales, así como el entrenamiento en primeros auxilios y evacuación de heridos.
Además, subraya la importancia de mantener una red de contactos clave, como milicias territoriales, defensa civil, consejos campesinos y comunidades indígenas, así como transportistas de confianza.
El documento subraya la importancia de la memoria histórica y la cultura como elementos de resistencia. Libros, relatos orales y murales pintados por la comunidad ayudan a preservar la identidad y fortalecer la moral en tiempos difíciles. Herramientas como machetes y palas, lejos de ser únicamente instrumentos agrícolas, se convierten en recursos para abrir caminos, construir trincheras y garantizar la seguridad física del territorio.
Resistencia
En la segunda parte del Manual se plasman “Ideas para preservar la vida de los ciudadanos y construir resistencia desde el territorio”, proponiendo articular la defensa integral que no sea solo militar, “sino social, productiva, comunicacional y comunitaria”.
Para la resistencia territorial articula propuestas que aseguren preservar la vida y construir resistencia desde el territorio. Entre ellas, destaca la creación de redes de defensa barrial y rural, el entrenamiento básico en primeros auxilios y defensa civil, la articulación con milicias bolivarianas y la implementación de sistemas de alerta temprana comunitaria.
Insiste el Manual en que la soberanía alimentaria se refuerza mediante corredores agroecológicos, bancos de semillas y cocinas populares.
La alimentación colectiva se refuerza mediante la organización de ollas y cocinas comunitarias, que permiten alimentar a la población en momentos de emergencia. El trueque de alimentos y medicinas en ferias locales es otra de las propuestas para sortear bloqueos y escasez.
En cuanto a infraestructura, se promueve la construcción de refugios comunitarios y la protección de fuentes de energía alternativa.
Asimismo, propone alianzas con pueblos indígenas, universidades y fuerzas armadas, orientadas a la coordinación y no a la subordinación.
Recomienda la elaboración de un Plan de Contingencia Territorial que incluya mapas de recursos, protocolos de emergencia y rutas de escape seguras.