Lencería y fotos perversas: el calvario de la víctima del "violador de la media en la cara"

El remisero de 61 años, detenido el sábado pasado en Ituzaingó por raptar y abusar de una joven, fue indagado este lunes por la mañana. Las escenas denigrantes del hecho y los detalles de su primera condena a 15 años de cárcel

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J.L.L, tras ser detenido en Ituzaingó. (Télam)
J.L.L, tras ser detenido en Ituzaingó. (Télam)

Algunas promesas están hechas para romperse. El 22 de abril pasado, A., una estudiante de 23 años, oriunda del interior del país, se preparaba para volver a casa de su abuela mientras esperaba al colectivo 107 en la esquina de Beiró y Cervantes, Villa Devoto. Un Renault Clío bordó, maltrecho, con partes despintadas, frenó a su lado. "No te voy a violar, solo te voy a sacar unas fotos", le dijo el hombre que manejaba, sus rasgos ocultos por una media negra tipo can-can que le cubría la cara, mientras le ordenaba subir al Clío, apuntándole con una pistola. No había nadie alrededor, ningún posible testigo, nadie que pudiese ayudar a la joven. A. se subió al auto; el hombre, siempre apuntándole a la cabeza, le cubrió los ojos con unos lentes para soldadura, prácticamente cegándola.

El Clío se puso en marcha. A. sintió la llegada a una autopista hacia el conurbano, la llegada a una pequeña casa, un monoambiente detrás de un frente con reja, tampoco dejó de sentir el caño de la pistola en la sien. Al entrar, la promesa hecha en Villa Devoto no valió demasiado: fue penetrada por la fuerza.

Este sábado pasado por la madrugada, la división Delitos contra la Salud de la Policía de la Ciudad arrestó al hombre acusado de ser el violador de la media en la cabeza, el hombre del Clío que raptó y denigró a A., tras una investigación de la fiscal Cristina Caamaño bajo la firma del Juzgado Nº31, subrogado por Mariano Conlazo Zavalía: es J.L.L, un remisero de 61 años que trabajaba en una agencia de Morón. Lo detuvieron en Ituzaingó, en una casa que alquilaba sobre la calle Saldán.

La declaración de la víctima fue clave. No solo encajaba la descripción de la casa que A. le dio a la fiscal Caamaño en base a sus recuerdos, pequeña, con frente de reja: también encajó la descripción física que consta en su testimonial. El violador le quitó los lentes a A. antes de abusarla, mientras le seguía apuntando con el arma, todavía con la media en la cabeza. "Morrudo, de estatura mediana, tez clara, con poco vello en el pecho", aseguró la joven. Dónde ocurrió la violación todavía es un misterio. J.L.L había vivido tiempo antes en una casa de la calle Ayolas, idéntica al domicilio en Saldán.

Hay otras dos víctimas aparte de A., que lograron escapar. El modus operandi fue el mismo: ambas fueron atacadas en paradas del colectivo 107 sobre Beiró. La primera fue abordada horas antes de que A. fuese raptada en la noche del 22 de abril, la segunda el 14 de mayo, menos de tres semanas después. Allí, un testigo pudo anotar la patente del Clío, que luego fue encontrado en una concesionaria de Morón.

J.L.L fue indagado este lunes a la mañana, asistido por un defensor oficial. Se sumó una nueva sospecha en su contra. Caamaño pidió a colegas fiscales que le remitan causas con mecánicas similares. Recibió una del fiscal Sandro Abraldes, una denuncia de este año: es el mismo modus operandi, en la misma zona de Villa Devoto, la pistola y la media can-can.

infobae

Las tres víctimas en la causa instruida por Caamaño, A. y las dos jóvenes que pudieron escapar, afirmaron poder reconocer a su atacante. La rueda de reconocimiento, planeada para hoy, no pudo ser realizada: A. había vuelto por unos días a su provincia de origen. Otra vez, su testimonial se vuelve una pieza clave para la causa de Caamaño.

Infobae accedió a parte de sus contenidos. El violador, efectivamente, tomó fotos a su víctima. A. aseguró que fue forzada a apoyarse en una cama al llegar a la casa. Su violador le señaló una pequeña bolsa sobre la mesa de luz. Tenía ahí varias piezas de lencería; el violador obligó a A. a modelarlas y posar para su cámara en la pequeña pieza.

Luego la violó, no una vez, sino varias. En la primera, el atacante usó preservativo, según el relato de A., en la segunda, no. La joven fue retenida casi cinco horas en la casa. Luego, insólitamente, el violador le ofreció llevarla de vuelta a Capital Federal.

"¿Dónde te llevo?", le dijo el hombre a A. Otra vez, le calzó los lentes para soldar, la encañonó y manejó de vuelta. A. pidió ser depositada en Floresta, no muy lejos de la casa de su abuela. "Caminá despacito, no te des vuelta, acordate que tengo un arma", escuchó. Aterrorizada, descendió del vehículo y tras dejar atrás a su agresor tomó un remise hacia la casa de su abuela. Allí, llamó a una amiga, que reportó el hecho con un llamado al 911. La joven fue trasladada al hospital Santojanni, en donde se le aplicó un protocolo médico para víctimas de violación. No quedó embarazada por el ataque: el protocolo incluye la pastilla para el día después.

El Renault Clío con el que se habrían cometido los ataques.
El Renault Clío con el que se habrían cometido los ataques.

Las primeras versiones tras la detención de J.L.L indicaron que había pasado 15 años en la cárcel. Caamaño pudo confirmarlo a través de información remitida por el fuero de ejecución penal. El remisero salió del penal de Marcos Paz en noviembre del año pasado -donde tuvo un empleo carcelario en blanco y asistió a un programa de rehabilitación- luego de pasar una década y media encerrado, una pena de cumplimiento efectivo. Fue condenado en 2001 por el Tribunal Oral Criminal Nº16 tras dos denuncias investigadas por el Juzgado Nº 33. Ambas comenzaron caratuladas como "robo" y "exposición indecente". La calificación para ambas, finalmente, fue violación.