El argentino que lidera la misión de Médicos Sin Fronteras en Beirut: “Tras el desastre de la explosión, ahora crecieron los casos de coronavirus”

Lucas Molfino vive en la capital de El Líbano desde hace un año. En diálogo con Infobae, analizó el cuadro de situación de la crísis sanitaria y política que vive el país y advirtió la necesidad de volver a tomar medidas de precaución ante el incremento de contagios de Covid-19

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En la semana posterior a la explosión, se incrementaron un 25% los casos de Coronavirus en El Líbano (REUTERS/Hannah McKay)
En la semana posterior a la explosión, se incrementaron un 25% los casos de Coronavirus en El Líbano (REUTERS/Hannah McKay)

La situación de crisis en El Líbano suma desde hace poco más de una semana cada vez más capas para construir un escenario del desastre. A las penurias socioeconómicas que se arrastraban ya desde hace un año y que habían dejado a gran parte de la sociedad en una fase límite se le sumó el desastre por la inmensa explosión que arrasó con la capital Beirut el 4 de agosto.

Hoy cientos de miles de familias se encuentran sin hogares, sin trabajo y, como si fuera poco, con un inevitable y cada vez más preocupante incremento de los contagios y los casos positivos de coronavirus.

Lucas Molfino es un médico de 43 años nacido en la ciudad santafesina de Rafaela que vive desde hace un año en Beirut. Es el Jefe de Misión de la organización Médicos Sin Fronteras en El Líbano y conoce desde dentro la magnitud de la catástrofe a la que se enfrenta la sociedad de ese país en un fatídico 2020. Mientras apuesta sus esperanzas de recuperación al espíritu de solidaridad en el pueblo, también le consterna el nivel de acefalía gubernamental en una instancia en la que se deben tomar muchas decisiones clave desde las esferas de poder.

El argentino Lucas Molfino vive en Beirut desde hace un año (Foto: Médicos Sin Fronteras)
El argentino Lucas Molfino vive en Beirut desde hace un año (Foto: Médicos Sin Fronteras)

“La situación social ya venía muy golpeada desde hace más de un año”, describió Molfino en un diálogo telefónico con Infobae. “Pero con lo de la explosión todo se desmadró. Ahora estamos en un punto de la urgencia de asistencia a las víctimas, la necesidad de la reconstrucción de la ciudad y la obligación de volver a tomar las medidas de precaución respecto al Covid-19, que de manera inevitable creció muchísimo en la última semana. Al desastre de la explosión se le sumó el crecimiento de nuevos casos de Covid-19”, completó.

El martes 4 de agosto, poco después de las seis de la tarde, Molfino se encontraba ajustando algunos de los últimos detalles de la jornada en la oficina central de Médicos Sin Fronteras en Beirut, cuando él y los pocos compañeros que quedaban en el lugar comenzaron a sentir un temblor que relacionaron con un posible sismo.

“Al principio empezamos a sentir el temblor y creímos que se trataba de un terremoto. Por eso, tomamos las medidas básicas y nos paramos debajo de los marcos de las puertas. Pero a los pocos segundos llegó la onda expansiva de la explosión que movió todo. Fue un shock”, reveló.

"Lo primero que uno hace es ponerse a llamar rápido a sus familiares y a sus compañeros de trabajo que estaban en la calle para ver si ellos están bien. Yo estoy desde hace un año aquí con mi esposa y mis tres hijos. Como vivimos en una parte alejada del puerto, mi familia no sufrió demasiados problemas", recordó el médico rafaelino.

Médicos Sin Fronteras atendió a las víctimas en diferentes puestos sanitarios cercanos a la zona de desastre (Foto: Prensa MSF)
Médicos Sin Fronteras atendió a las víctimas en diferentes puestos sanitarios cercanos a la zona de desastre (Foto: Prensa MSF)

Inmediatamente después, el médico de 43 años recobró el foco asistencial y dio comienzo a la misión de ayuda. Sabía que le esperarían largas horas, terribles imágenes, y una ciudad que había quedado destrozada, tras la detonación de las 2.750 toneladas de nitrato de amonio que estaban confiscadas en la zona del puerto.

“En El Líbano hay una organización muy preparada para responder a los desastres, que es la Cruz Roja libanesa. Por eso, lo que hicimos desde MSF fue coordinar con ellos para, en un principio, asistirlos con los kits de primera atención médica para comenzar a atender a los heridos”, describió Molfino.

“También aportamos equipamiento de protección para los médicos, ya que queríamos que al menos se mantuvieran entre ellos las medidas mínimas de protección respecto a la pandemia del Covid-19”, añadió.

Molfino se unió a Médicos Sin Fronteras en el 2006. Desde entonces, trabajó en varios países del continente africano como Uganda, Liberia, Mozambique, Etiopía y Zambia en la lucha contra enfermedades como el HIV, la hepatitis y la tuberculosis.

Lucas Molfino trabajó durante años en diversos países de la África subsahariana (Prensa MSF)
Lucas Molfino trabajó durante años en diversos países de la África subsahariana (Prensa MSF)

A lo largo de toda la entrevista evitó sumergirse en historias particulares o escenas específicas del desastre provocado por la explosión. Optó por brindar cuadros generales del desastre que se vivió en la capital libanesa durante los últimos diez días.

“El escenario general era muy complicado porque había diferentes focos. Desde los hospitales que fueron dañados estructuralmente hasta la gente que buscaba a familiares y allegados desaparecidos. Sumado a las personas que habían perdido sus hogares”, explicó el médico argentino.

En los días siguientes, la labor de Médicos Sin Fronteras estuvo destinada a la asistencia específica para los hospitales y a la atención de heridos en diferentes puestos sanitarios u hospitales de campaña instalados por distintas organizaciones.

“Hubo tres hospitales, el Karantina, el St. George y el Getwai, que sufrieron importantes daños estructurales a raíz de la explosión. Por eso, tuvimos que brindar nuestro apoyo logístico para la relocalización de los pacientes. Tanto los nuevos de la explosión como los que ya se encontraban internados desde antes”, explicó Molfino.

Se estima que 300 mil personas perdieron sus hogares en Beirut (Prensa MSF)
Se estima que 300 mil personas perdieron sus hogares en Beirut (Prensa MSF)

Y agregó: “También nos centramos en mantenter la atención médica para los casos de enfermedades no comunicables preexistentes, como la hipertensión, la diabetes, el colesterol, trastornos respiratorios”.

Un tercer punto de la asistencia de Médicos Sin Fronteras y que hoy, diez días después de la explosión, es el que se mantiene con mayor actividad, es el de la salud mental. Gran parte de la ciudad quedó arrasada y ninguno de los residentes en Beirut pudo quedar indemne a lo sucedido.

Los cálculos gubernamentales estimaron que al menos 300 mil personas quedaron sin un hogar a causas de los destrozos provocados por la explosión.

“El trauma fue para todos, pero sí pusimos mucha atención en aquellos que lo perdieron todo. Hubo muchas familias que decidieron regresar a vivir a sus hogares, aún cuando el edificio en el que viven quedó practicamente destruido. En algunos casos, intentamos ayudar con el aporte de agua potable”, detalló el argentino.

"Aunque la gran mayoría de las personas que perdieron sus casas se mudaron a casas de familiares o amigos que viven en zonas más alejadas. Desde el Gobierno también se armaron centros de acogida que, hasta donde yo sé, todavía no se encontraban desbordados. Tenían espacio para recibir a más gente".

La atención de salud mental fue otro de los focos de Médicos Sin Fronteras (Prensa MSF)
La atención de salud mental fue otro de los focos de Médicos Sin Fronteras (Prensa MSF)

Hasta el jueves, las cifras oficiales indicaban que la explosión provocó 171 víctimas fatales y al menos 6.000 heridos. Sin embargo, uno de los principales focos que preocupa con importancia a la comunidad médica del país es el incremento desmedido de los contagios de coronavirus.

Se estima que en el transcurso de la semana post-explosión se detectaron al menos 1.500 nuevos contagios de coronavirus en El Líbano, lo que supondría un incremento de casi el 25% del total de contagiados en el país desde el comienzo de la pandemia, a inicios de marzo.

"Justo en las últimas semanas nos encontrábamos en una nueva fase de reapertura de la ciudad tras el confinamiento al que tuvimos que adaptarnos, como el resto del mundo. Y justo ocurrió esto, que complicó todo", aseguró el argentino.

“Como era de esperar, durante el día de la explosión y los días siguientes no se pudo tomar casi ninguna medida de aislamiento social y era de esperar que los contagios subieran de manera tan precipitada. Por eso, es importante que volvamos a tomar las pautas de precaución lo antes posible. Hay que frenar el rebrote porque el país se encuentra con la atención justa como para atender una ola de internaciones por Covid-19”

De acuerdo a datos brindados por la Universidad de Johns Hopkins, El Líbano cuenta con 7.711 contagiados y 92 muertes por coronavirus. A lo largo de la semana de entre el 2 y el 8 de agosto se estableció un récord de 1.632 nuevos contagios.

El último punto de consternación en Beirut es el de la crisis sociopolítica en la que ya se encontraba antes de la explosión y que con el brote de Covid-19 y el desastre del puerto no hizo más que empeorar.

Durante los últimos 10 meses la moneda local, la libra libanesa, se devaluó un 80%. Además, la tasa de desempleo había crecido hasta el 25% y un tercio de la población se encuentra por debajo de la línea de la pobreza. Se esperaba que solo con el impacto de la pandemia, esta última cifra podría alcanzar a la mitad de la población libanesa.

Como si fuera poco, Hassan Diab, quien asumiera como Primer Ministro del país en enero de este año, renunció a su cargo junto a todo su gabinete el último lunes, aduciendo que el “sistema de corrupción” en el país “es más grande que el propio Estado”.

Este escenario dejó al cuestionado gobierno del presidente Michel Aoun en una situación de acefalía y falta de conducción en una instancia en la que se necesitan medidas urgentes.

Dos niños ayudan con la limpieza de la ciudad, días despues de la terrible explosión (AFP)
Dos niños ayudan con la limpieza de la ciudad, días despues de la terrible explosión (AFP)

"Es justo ahora cuando se necesita que desde el Estado se pueda marcar el rumbo. La situación es muy delicada", analizó Molfino

Aunque también se ilusionó: “Pero yo me quedo con el espíritu solidario de los ciudadanos de Beirut. Están dando un ejemplo al mundo. Se organizaron para empezar a limpiar los escombros de la ciudad por su cuenta, los taxistas realizan viajes gratis a quien necesite buscar a un familiar. Ante la falta de medidas, la población se está organizando como nunca creímos y la ayuda es constante. Algo de todos los días”.

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