Transformar el desperdicio, el desafío de los bancos de alimentos: en 2018 se recuperaron más de 5,5 millones de toneladas de comida

Cómo es el trabajo del Banco de Alimentos de Buenos Aires, una organización sin fines de lucro que recibe productos donados por las empresas, los clasifica y los distribuye entre la población más vulnerable del área metropolitana

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El Banco de Alimentos de Buenos Aires recibe donaciones de productos que las empresas quitan del circuito comercial por distintos motivos

Mientras se cocina el estafado y las voluntarias echan los fideos en las ollas, en la puerta de la Fundación el Pobre de Asís (en la Villa 31 de Retiro) se van agolpando chicos que salen del colegio y madres con sus bebés en brazos en busca de una comida nutritiva y saludable.

Detrás de esta escena cotidiana, que se repite en distintos comedores y merenderos de todo el país, hay una historia que muy pocos conocen: los productos utilizados por los cocineros provienen del Banco de Alimentos de Buenos Aires, una organización que se dedica a combatir el flagelo del hambre aprovechando la situación que nace a partir del desperdicio y termina con la recuperación de los alimentos.

Gracias a esta iniciativa solidaria, el "menú del día" fue elaborado íntegramente por los productos donados por supermercados o empresas alimenticias que, pese a ser aptos para el consumo, salieron de la cadena comercialización por distintos motivos.

La Fundación Pobre de Asís recibe esos alimentos donados y se los entrega a los sectores más vulnerables

"Se trata de productos que resultan dañados al ser estibados, o de frutas que tienen un tamaño inferior al exigido por el mercado, de alimentos que poseen un colorante que lo hace invendible más allá que su sabor no se va alterado o simplemente el excedente de un producto estacional, como lo pueden ser los huevos de Pascua", explicó a Infobae Marisa Giráldez directora general del Banco de Alimentos.

La Fundación Pobre de Asís, que trabaja desde 1998 en la inclusión de los sectores más vulnerables de la sociedad, recibe estas donaciones desde hace 8 años para combatir el hambre en uno de los asentamientos más grandes de la Ciudad. "Nos llegan productos secos y frescos, como lácteos, frutas y verduras. Con eso preparamos unas 500 viandas para la merienda y la cena. Y como no tenemos el espacio suficientes para darles de comer en el lugar, las mujeres y los niños retiran la comida para llevársela a sus casas", contó a este medio Lucrea Dufau, una licenciada en nutrición que trabaja en esa organización.

De acuerdo a datos del Ministerio de Agroindustria, un 13% de la producción de alimentos se tira sin llegar a ser comercializada. Y el desperdicio sigue a lo largo de la cadena de transporte, almacenamiento, venta y consumo por malas prácticas y hábitos. Lo que más se desechan son vegetales, en todos los ámbitos sociales.

Por eso, la misión del Banco de Alimentos es realmente un eslabón muy importante para hacerle frente a semejante desperdicio. Ella hace de nexo entre los productores agropecuarios y los supermercados que necesitan desechar estos productos con los comedores y merenderos que asisten con un plato de comida a la población más vulnerable.

"Además de brindarnos los alimentos, ellos también nos ayudan con la logística. Nuestra Fundación está inscripta en un programa donde son los mismos voluntarios los encargados de acercar los productos hasta las organizaciones. Nosotros elaboramos una lista mensual con los alimentos que necesitamos y ellos los traen. Es una ayuda muy importante ya que resuelven nuestros problemas de logística, que son los más costosos", resaltó Dufau.

La misión del Banco de Alimentos es realmente un eslabón muy importante para hacerle frente a semejante desperdicio. Ella hace de nexo entre los productores agropecuarios y los supermercados que necesitan desechar estos productos con los comedores y merenderos que asisten con un plato de comida a la población más vulnerable

Mientras que en Argentina se desechan 16 millones de toneladas de alimentos al año y el 32% de la población vive en la pobreza sin poder satisfacer sus necesidades alimenticias, el Banco de Alimentos pudo recuperar 5,5 millones de toneladas en 2018 gracias al compromiso de 157 empresas donantes y al trabajo solidario de los voluntarios que retiran los alimentos, los clasifican y los entregan a las personas de bajos recursos.

Los voluntarios controlan que los alimentos donados no estén vencidos ni con el envoltorio roto

En el último año, entregó 5.537.813 kilos de alimentos y productos, que equivalen a 16.901.466 platos de comida. Esta cifra indica que la cantidad de personas alcanzadas aumentó un 20% -con respecto a 2017- y que el número de kilos entregados subió un 26%.

A diferencia de lo ocurrido en el período anterior, durante 2018 hubo más entregas de frutas y verduras gracias a las alianzas concretadas con los mercados y los productores frutihortícolas. Esto representó un crecimiento del 289% y fue posible gracias a la implementación de un programa de recupero en zona de producción agrícola.

"Entre agosto y septiembre tuvimos un rescate de papa fresca que trajimos directamente desde un campo en Balcarce. Fueron 600 toneladas. Estaban recién cosechadas y con fecha de vencimiento amplio. Pera no se podían comercializar porque al freirlas presentaban un color que no era el adecuado. No así su sabor, que estaba intacto", contó Giráldez.

Así se acopian las verduras en el Banco de Alimentos de Buenos Aires

"Gracias a la incorporación de estos productos frescos se nos abrió un montón el abanico de opciones para preparar porque nos llega más variedad de alimentos", admitió la nutricionista de la Fundación Pobre de Asís, quien también ponderó el extenso listado de productos disponibles en el Banco de Alimentos, que varía mes a mes.

Donar tiempo: la importancia del voluntario

Todas las personas que trabajan en el Banco de Alimentos son voluntarios, gente que dona su tiempo con mucha generosidad y profesionalismo. Hay voluntarios "individuales", que regularmente colaboran una o dos veces a la semana; "escolares", que son chicos mayores de 12 años que llegan acompañados por un docente; y "corporativos", que son empleados de las empresas que donan los alimentos.

Gabriela Schon, de 58 años y oriunda de Tigre, forma parte de los voluntarios del primer grupo. "Colaboro desde hace 15 años clasificando alimentos. Empecé en el verano de 2004 trabajando solo una vez por semana y ahora vengo todos los lunes y miércoles a hacer algo por los demás. Leí un aviso en el diario donde convocaban a voluntarios, llamé, tuve una entrevista y hoy esta actividad ya es parte de mi vida. La voy a seguir haciendo hasta que el cuerpo me lo permita", le contó a Infobae.

Gabriela Schon vive en Tigre y hace tareas de voluntariado en el Banco de Alimentos desde hace 15 años

Divorciada y con tres hijas mujeres (dos ellas ya recibidas), Gaby recordó que cuando ellas aún se estudiaban solían acompañarla para aportar su granito de arena. "A ellas les parece muy noble lo que hago. Por eso, cuando la carrera se los permitió vinieron a ayudarme. Es algo gratificante saber que tu trabajo se va a traducir en un plato de comida para un chico", describió.

Si bien la mujer señaló que, habitualmente, son 10 las personas que trabajan junto a ella en el galón de Villa Zagala "hay veces que vienen refuerzos de escuelas y empresas y el número de voluntarios se triplica". La tarea consiste en chequear que los productos estén debidamente cerrados y que no estén vencidos para poder ser debidamente clasificados y luego entregados a las organizaciones sociales.

Todas las personas que trabajan en el Banco de Alimentos son voluntarios, gente que dona su tiempo con mucha generosidad y profesionalismo. Hay voluntarios “individuales”, que regularmente colaboran una o dos veces a la semana; “escolares”, que son chicos mayores de 12 años que llegan acompañados por un docente; y “corporativos”, que son empleados de las empresas que donan los alimentos

"Las grandes empresas donan todo en fecha. Saben que nos tienen que dar los tiempos logísticos para poder llevar los productos a la institución que lo necesita. Por lo general, los alimentos no perecederos vencen a los 15 días y los perecederos a los 8 días", precisó Giráldez.

Menos desperdicio, más ayuda a organizaciones sociales

Con las 160 organizaciones que se incorporaron el último año, ya suman 1.062 las que reciben la ayuda del Banco de Alimentos en Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Aquellas que deseen sumarse deben registrarse en su sitio web y completar un formulario detallando a cuántas personas asisten y cuál es horario en que brindan el servicio de alimentos.

Los cocineros de los merenderos y comedores transforman los alimentos en platos de comida

"Al momento de la inscripción se exige que el lugar tenga personería jurídica y que den de comer ahí mismo. Eso sí, hay que ser pacientes porque somos voluntarios, nos falta gente y recursos. El que se inscribe hoy recién entra al sistema en junio porque el trámite no es inmediato y tenemos que mandar a profesionales a hacer un relevamiento al lugar para evaluar sus necesidades", explicó Giráldez.

Con respecto a las expectativas para el año en curso, Giráldez dijo que aspiran "crecer un 5% o a sostener los números de 2018", que fueron muy significativos. "Además, estamos tratando de buscar distintos tipos de oportunidades, como fue lo de la papa en Balcarce, que rescatamos productos directamente desde la zona de producción y nos ayudó considerablemente a elevar el porcentaje de alimentos repartidos", concluyó la directora del Banco de Alimentos.

Una ley "aggiornada" para conseguir más donaciones

El 80% de las donaciones son hechas por empresas líderes

Gracias a una tarea conjunta entre el Ministerio de Agroindustria y la Red Argentina de Bancos de Alimentos, la Cámara de Senadores logró modificar en octubre de 2018 la Ley Nacional 25.989 con el objetivo de que más empresas se animen a donar sin el miedo de ser sancionadas o enjuiciadas.

Puntualmente, restituyó el artículo 9 que brinda un resguardo legal para los donantes de alimentos, desligándolos de responsabilidades por daños y perjuicios que pudieran producirse cuando la donación se hubiese entregado sin ocultar vicios en los alimentos y contando con los controles bromatológicos exigidos por el Código Alimentario Argentino.

Ese artículo había sido vetado en 2004 -cuando la iniciativa fue sancionada- e impidió la aplicación plena de la ley. Hoy en día, las donaciones están en pleno ascenso y el 70% de los destinatarios de esos alimentos son niños.

Gráficos: Marcelo Regalado

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