El estrés oxidativo tiene dos características que lo describen en todo su aspecto: es un proceso natural del envejecimiento -y por lo tanto nadie está exento de padecerlo- y genera mayor riesgo potencial de que se produzcan otras derivaciones más preocupantes, como alteraciones en el material genético, desórdenes en la función vital de los tejidos o el inhibir los mecanismos naturales de defensa del cuerpo contra los tumores.
La definición técnica indica que se trata de un estado bioquímico del cuerpo con origen en el desequilibrio entre la producción de especies reactivas del oxígeno (radicales libres) y la capacidad natural del cuerpo para detoxificar con rapidez los productos intermedios residuales, o la incapacidad de reparar a tiempo el daño resultante de este desequilibrio, por medio del sistema antioxidante. Más sencillo, se produce cuando la producción de radicales libres supera la capacidad antioxidante del organismo, lo que genera el daño celular.
Los procesos orgánicos del envejecimiento e incluso el origen de casi todas las enfermedades crónicas conocidas y de alta prevalencia (desde el cáncer hasta los factores de riesgo cardiovascular) se relacionan con el estrés oxidativo. "En todas las patologías en las que predomina la inflamación o el dolor (por ejemplo, artritis, artrosis o fibromialgia), enfermedades con edema, con isquemia, donde falta el oxígeno, va a haber un aumento de radicales libres y un alto porcentaje de estrés oxidativo", explicó Mariana Cannelloto, directora médica de BioBarica.
El predominio de radicales libres se debe a causas endógenas (aquellas que produce el propio organismo en su funcionamiento) o exógenas (las producidas por factores externos como contaminación ambiental, sedentarismo, enfermedades). Además del envejecimiento prematuro, esto tiene consecuencias en el el sistema cardiovascular (aumento de presión arterial, baja resistencia al hacer ejercicio, debilidad muscular), el sistema nervioso central (produciendo alteraciones de la memoria o inestabilidad), y puede generar dolor articular, síntomas de rigidez e inflamaciones.
Mantenerse activo físicamente, el consumo de suplementos antioxidantes y las dietas ricas en frutas y vegetales crudos son herramientas para combatirlo. Y otra recurso muy recomendado por la especialista es recurrir a la medicina hiperbárica, que trabaja logrando reducir y regular la inflamación, y ayudando a mantener el equilibrio apropiado del cuerpo.
El tratamiento con oxigenación hiperbárica es un método no invasivo que consiste en suministrar oxígeno a altas concentraciones en una cámara hiperbárica presurizada a un mínimo de 1.4 atmósferas ATM (superior a la presión atmosférica ambiental normal que es de 1 atmósfera). El paciente respira oxígeno 100 por ciento, que se transporta a la sangre, solventando los efectos en el tejido dañado, moderando la inflamación, la isquemia, el edema, mejorando la función inmunológica y, activando la producción de enzimas antioxidantes.
Por disminuir el aumento de la oxidación, enriquecer la producción de energía e incrementar la oxigenación a nivel celular este abordaje es valorado como una eficaz alternativa de prevención.
LEA MÁS:
Tres técnicas para evitar que el estrés debilite las defensas
Revelaron cómo el estrés puede provocar un infarto
Esclerosis lateral amiotrófica: el desafío que queda después del balde de agua