El poema budista con el que Mario Quintana se despidió de sus empleados

El ahora ex funcionario hizo circular las palabras de un escritor

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Mario Quintana (Manuel Cortina)
Mario Quintana (Manuel Cortina)

Luego de confirmar que dejará la vicejefatura de Gabinete como parte del cambio en el equipo de la administración de Mauricio Macri, Mario Quintana reunió a parte de sus empleados en su despacho en el primer piso de la Casa Rosada, y tras despedirse, les leyó un poema del monje budista y activista Thich Nhat Hanh.

Quintana, quien junto con Gustavo Lopetegui fue desplazado por Andrés Ibarra como número 2 de la Jefatura de Gabinete como consecuencia de los cambios dispuestos por el presidente Mauricio Macri, visitó esta mañana por última vez el despacho de Presidencia de la Casa Rosada.

El ahora ex funcionario dejó su cargo en presencia de sus más estrechos colaboradores en la sede gubernamental, luego de haber formalizado su renuncia tras las nuevas designaciones que dispuso el Poder Ejecutivo este lunes.

Macri, quien compartió innumerables reuniones con el empresario, saludó al saliente funcionario. Según trascendió, Quintana, quien acompañó la gestión de Marcos Peña, desde la Jefatura de Gabinete, no ocupará ningún otro cargo en el Gobierno.

El poema con el que se despidió de sus empleados:

No digas que partiré mañana
porque todavía estoy llegando.

Mira profundamente: llego a cada instante
para ser el brote de una rama de primavera,
para ser un pequeño pájaro de alas aún frágiles
que aprende a cantar en su nuevo nido,
para ser oruga en el corazón de una flor,
para ser una piedra preciosa escondida en una roca.

Todavía estoy llegando para reír y llorar,
para temer y esperar,
pues el ritmo de mi corazón es el nacimiento y la muerte
de todo lo que vive.

Soy el efímero insecto en metamorfosis
sobre la superficie del río,
y soy el pájaro que cuando llega la primavera
llega a tiempo para devorar este insecto.

Soy una rana que nada feliz
en el agua clara de un estanque,
y soy la culebra que se acerca
sigilosa para alimentarse de la rana.

Soy el niño de Uganda, todo piel y huesos,
con piernas delgadas como cañas de bambú,
y soy el comerciante de armas
que vende armas mortales a Uganda.

Soy la niña de 12 años
refugiada en un pequeño bote,
que se arroja al mar
tras haber sido violada por un pirata,
y soy el pirata
cuyo corazón es incapaz de amar.

Soy el miembro del Politburó
con todo el poder en mis manos,
y soy el hombre que ha de pagar su deuda de sangre
a mi pueblo, muriendo lentamente
en un campo de concentración.

Mi alegría es como la primavera, tan cálida
que abre las flores de toda la Tierra.
mi dolor es como un río de lágrimas,
tan desbordante que llena todos los Océanos.

Llámame por mis verdaderos nombres
para poder oír al mismo tiempo mis llantos y mis risas,
para poder ver que mi dolor y mi alegría son la misma cosa.

Por favor, llámame por mis verdaderos nombres
para que pueda despertar
y quede abierta la puerta de mi corazón,
la puerta de la compasión.

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