En el momento en el que la discusión parlamentaria por la división de La Matanza parece desacelerarse, desde el Vaticano llegó un mensaje que la intendenta Verónica Magario interpretó como de apoyo: a instancias del obispo de San Justo Eduardo García, que viajó a Roma para la canonización del Cura Brochero, el papa Francisco grabó un video con motivo de los 162 años de la creación del partido en el que, a poco de comenzar, menciona la palabra "juntos" tres veces. Las imágenes, fechadas el 17 de octubre, fueron difundidas el 20, un día después de que fracasara la audiencia que la Legislatura bonaerense había prometido realizar para analizar el proyecto.
Desde el municipio celebraron como una victoria: es un espaldarazo a "Vero", decían, en medio de su enfrentamiento con la gobernadora María Eugenia Vidal, que tiene en análisis el proyecto del GEN para desmembrar el mayor municipio de la Argentina, con cerca de dos millones de habitantes. La interpretación, sin embargo, choca con la versión del Obispado, que trató desde el comienzo de correr el mensaje papal de la disputa por la división, y terminó denunciando como "deshonesto llevar el mensaje de papa Francisco para el propio molino".
Mientras tanto, sería apresurado afirmar que la división ha caído en un punto muerto. Si bien la audiencia prevista para el 19 quedó en la nada, porque la comisión de Asuntos Municipales de la Cámara de Diputado provincial -en manos del massista Juan Andreotti– no la había convocado en términos que se ajustaran al reglamento de la Legislatura, la semana próxima el Senado llevará a cabo las II Jornadas sobre régimen municipal bonaerense, un ámbito donde el gobierno de Vidal planea mantener vivo un debate al que, lejos de buscarle una rápida solución, planea dilatar, tal vez hasta después del recambio legislativo.
Ahora, si el mensaje papal efectivamente estuviera destinado a quienes buscan desmembrar el municipio, ¿servirá para frenar esa avanzada? Tal vez no haya que abrigar demasiadas esperanzas, atendiendo a las noticias que llegaron de La Plata la semana pasada: un día antes de que el presidente Mauricio Macri emprendiera el viaje a Roma para reunirse con Bergoglio, la ministra de Salud bonaerense Zulma Ortiz estampaba la firma de la resolución que adopta el protocolo nacional de interrupción legal del embarazo, y le agregaba una comunicación para adaptarla al nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, lo que en la práctica flexibiliza el acceso al aborto en los hospitales de la Provincia. Convenientemente, la resolución no fue difundida sino hasta poco antes de que se realizara la movilización de #NiUnaMenos, sorprendiendo a más de una mujer de los movimientos que la impulsaban.
Con el frente de la división aún abierto, Magario recibió esta semana otra mala noticia: luego de que se alzara con la presidencia de la Federación Argentina de Municipios, el Gobierno nacional deslizó, en una reunión con intendentes del Grupo Esmeralda -némesis del Grupo Fénix, que lidera Magario, dentro del peronismo bonaerense-, que tiene en sus planes la creación de una Agencia de Municipios, que en la práctica vaciaría de poder a la FAM. Por el momento, se trata sólo de un anuncio, de lejana implementación -¿por ley?, ¿por decreto?, ¿por resolución ministerial?-, que busca remediar un revés innecesario en un ámbito que muchos intendentes señalan como intrascendente. En efecto, desde La Plata desmienten que Vidal hayan vetado a Magario pues "la FAM es un sello de goma que no gestiona nada y nunca nos interesó", dicen, mientras que en el conurbano, algunos intendentes peronistas que no participaron de la designación de Magario también apuntaron la falta de peso del organismo, y miran con más simpatía a una agencia "prestadora de servicios" nacionales para los municipios.
Magario enfrenta entonces un doble desafío al frente de la FAM: por un lado, evitar que el Gobierno cree una agencia paralela, y por el otro, debe hacerla atractiva para los intendentes, sobre todo para quienes hoy no están afiliados. Es, en el fondo, el mensaje que el papa Francisco le envió y que ella difundió con entusiasmo: que sus "amigos" trabajen para mejorar la vida de la gente.
Si la lluvia -tormenta o garúa- de inversiones que espera el Gobierno finalmente llega, la FAM podría encontrar una nueva función: no sólo gestionar obra pública para sus afiliados, sino también arrebatarle al PRO la agenda de modernización de los municipios y convertirse en lobbysta de ellos, algo que Vidal ya está haciendo: el jueves, envió a los funcionarios del área de Asuntos Municipales a la reunión del Consejo Interamericano del Comercio y la Producción (CICyP); en el lobby del hotel Alvear, pudo verse a un funcionario bonaerense ofreciendo su intermediación a uno de los industriales más importantes del rubro textil de la Argentina para presentarle a un joven intendente del conurbano que, según decía, "recibió su municipio arrasado". "Necesita que lo ayuden, casi no tiene industrias", le explicaba. El intendente en cuestión no es del PRO, ni de Cambiemos, ni del massismo, ni del Grupo Esmeralda: es un intendente peronista, habitué de fotos con Magario mucho más que con Vidal.