“Lo que se ha logrado entender hasta ahora es que primero no es un voto ideológico y segundo, es un voto coyuntural, un voto que responde a las necesidades más urgentes del país”, afirmó Rocío Zepeda Majmud, doctora en ciencia política y docente en la Universidad Mayor de Chile. Con esa frase, describe el fenómeno que impulsó la victoria de José Antonio Kast, reconfigurando el mapa político chileno y generando eco a nivel regional, sobre todo por el respaldo de un electorado heterogéneo.
La politóloga profundizó en la cuestión clave del voto obligatorio: “La interrogante era por quién vota ese bolsón de cinco millones de personas que cuando el voto era voluntario no participaba. Esa interrogante se está respondiendo”, señaló. La participación ascendió de siete millones, una barrera histórica, a cerca de 12 o 13 millones. Ese nuevo caudal electoral refleja una combinación de urgencias y percepciones sociales que resultaron decisivas para el resultado.
Zepeda Majmud sostiene que la irrupción de nuevos votantes sin una orientación definida explica la transformación política. Ese segmento “no tiene una orientación ideológica clara”, insistió, y agregó que responde principalmente a la coyuntura y a las necesidades sociales inmediatas. Para la académica, el cambio va más allá del sistema electoral: representa una redefinición de intereses y demandas ciudadanas.
El impacto de la percepción sobre la situación en el vecino país ha sido determinante en la construcción de discursos y programas de campaña. “En Chile, los niveles de homicidio son de 4,6 por cada 100.000 habitantes. Hay un crecimiento económico constante y aumento de inversión, pero se instauró un discurso permanente de que Chile está muy mal, descuidado, fragmentado”, explicó. Zepeda opinó que ese relato de crisis “logró permear en muchos sectores, en distintas capas ciudadanas”.
El resultado electoral expresa, en buena medida, una crítica al mandato actual. “Esto también es una evaluación al gobierno saliente, del presidente Gabriel Boric”, sostuvo la docente. Aunque recalca que no hay un colapso objetivo en Chile, la percepción generalizada es otra: “Se instaló la idea de que está muy mal, descuidado”.
Zepeda atribuye el fenómeno a la efectividad de una narrativa centrada en la inseguridad y la crisis económica. Ese discurso “logró permear el ánimo social y generar una demanda palpable de cambio político”. A su juicio, la necesidad de “mano dura” y transformación estructural resultó central en la decisión ciudadana.
Plan migratorio, y el impacto de las relaciones con Perú
Zepeda Majmud fue categórica sobre la viabilidad del plan migratorio: “No hay una medida concreta que él haya presentado que sea factible, eso no existe”. Planteó que la instalación de “centros de detención transitorios en zona fronteriza” podría ser la alternativa más realista, pero alertó que esto generaría “nuevos desafíos humanitarios y tensiones diplomáticas”.
Las relaciones con los países vecinos podrían complicarse ante esta estrategia. “Ahí se puede agravar la situación con los países limítrofes. Especialmente con Perú, que enfrenta un problema migratorio significativo”, explicó Zepeda. La politóloga subrayó que la gestión migratoria dependerá de la habilidad política del nuevo mandatario, ya que las soluciones propuestas “no son viables”, en particular por el rechazo al empadronamiento de migrantes. “La incertidumbre es total. Habrá que observar su capacidad de negociación regional y de dar respuesta a la problemática, que fue el centro de su campaña”, afirmó.
Las repercusiones de la política migratoria de Kast ya se extienden más allá de las fronteras. La reacción de Perú fue inmediata: refuerzo de controles, cierre parcial de pasos y militarización de la frontera. Zepeda anticipó: “Va a condicionar la política migratoria de todo el entorno, no solo la peruana”.
Para la especialista, el problema excede la gestión doméstica chilena: “La ley de migración es obsoleta, no ha dado respuesta a la crisis. No existe infraestructura ni capacidad técnica para empadronar y tratar a estas personas de forma regular”. Además, alertó sobre la “falta de presupuesto” como otro obstáculo estructural. El desafío central, según Zepeda, es cómo el nuevo presidente resolverá la crisis “con recursos limitados y sin un plan factible”.
En ese marco, la opción de cierre total de fronteras aparece entre las medidas extremas contempladas. “Es plausible que, bajo su línea programática, considere cerrar la frontera temporalmente mientras se resuelve la situación migratoria interna”, señaló, advirtiendo que esto afectará el comercio y la relación con los países aliados.
Zepeda enfatizó que la pregunta esencial es política: “Si no logra cumplir la promesa de expulsión, ¿cómo reaccionará la ciudadanía?”.
“La institucionalidad en Chile es muy sólida y la constitución de corte neoliberal condiciona gran parte del funcionamiento estatal. Eso debería amortiguar crisis graves con los vecinos. No debiera haber grandes repercusiones bilaterales”, evaluó.
Opinión pública y relación Chile-Perú
Según Zepeda, la sociedad chilena no se caracteriza por un prejuicio generalizado hacia los peruanos. “El chileno, a nivel ciudadano, no tiene problemas con el peruano. La comunidad migrante peruana está bien considerada, percibida como aporte y mano de obra, a diferencia de las percepciones respecto a venezolanos o colombianos, frecuentemente asociados a la criminalidad en la opinión pública”, explicó.
Subrayó que no hay resentimiento hacia Perú y que, de todos modos, un eventual cierre de fronteras perjudicaría “el comercio cotidiano entre ciudades limítrofes, como Tacna y Arica”, afectando directamente la economía local.
Seguridad, migración y ruptura con Boric: los ejes de Kast
El gobierno que propone José Antonio Kast supone una ruptura profunda, especialmente en materia de seguridad y migración. Zepeda Majmud detalló: “El presidente electo, en su campaña, mantuvo la seguridad y, específicamente, la migración como eje central, asociando ambos temas de forma recurrente”. Según la politóloga, el mensaje de Kast fue claro: “El migrante no solo genera inseguridad, también quita oportunidades y derechos que el Estado debe priorizar para los chilenos”.
El programa de Kast plantea la expulsión masiva de migrantes irregulares, una promesa inédita en la política reciente. “Se comprometió en una primera instancia a expulsar a 330.000 personas, de las cuales cerca de 300.000 son venezolanos”, recordó. Sin embargo, reconoció que esto no es factible: las restricciones legales y humanitarias, como el derecho internacional y la falta de países receptores, hacen inviable esa propuesta. “Al principio era expulsarlos, luego pedirles que se vayan, después que el empleador les pague el pasaje o que lo financien ellos mismos, pero no hay claridad en cómo se realizará”, advirtió.
Expectativas y señales para los primeros 100 días
La atención ahora se concentra en los primeros pasos del nuevo gobierno y en las señales que transmita el equipo de Kast. Zepeda resumió: “Dijo que iba a ser un gobierno de emergencia los primeros 100 días”.
Ese anuncio implica la solicitud de “facultades especiales para controlar el orden público” y una agenda centrada estrictamente en demandas ciudadanas prioritarias. Además, se espera un “shock económico”, lo que ya ha generado inquietud, pues Chile presenta indicadores económicos sólidos. Para Zepeda, las expectativas sociales son claras: “La ciudadanía espera un posicionamiento firme ante los temas de seguridad y migración, porque esas son las prioridades actuales”.
Los primeros 100 días estarán marcados por la presión social para exhibir resultados y transparentar la orientación del futuro plan de gobierno: “Eso se espera: que revele cuál será su programa, sobre el cual hasta hoy no ha adelantado detalles”.