La congresista de Fuerza Popular, Vivian Olivos, presentó el proyecto de ley 12342 para declarar de interés nacional la postulación de la Ciudad Prehispánica de Peñico como Patrimonio Mundial de la Humanidad. De aprobarse, el Estado peruano, a través de sus entidades competentes, tendría que impulsar la presentación ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) de la Zona Arqueológica Monumental, ubicada en el distrito y provincia limeña de Huaura.
De acuerdo a la propuesta legislativa, a pesar de su enorme valor, Peñico aún no ha sido declarado Patrimonio Mundial, “lo que conlleva varios problemas y desafíos”. Por ejemplo, se menciona que todavía no goza de la visibilidad, apoyo internacional ni protección reforzada que una inscripción en la lista de la Unesco proporcionaría. Este vacío de reconocimiento internacional, sostiene, se traduce en estas dificultades:
- Amenazas de expolio y tráfico de tierras
- Falta de protección y seguridad
- Riesgos para los investigadores y la comunidad local
- Menor prioridad en recursos y apoyo
También se menciona que existen precedentes que demuestran la eficacia de este mecanismo, como la Ciudada Sagra de Caral, la civilización más antigua de América, que sí pudo alcanzar su registro, “gracias al respaldo político temprano”.
“En 2001 el gobierno peruano emitió el DS N.º 040-2001-ED, que declaró de preferente interés nacional la investigación, registro, puesta en valor y conservación de Caral. Aquella medida permitió canalizar fondos y esfuerzos coordinados durante varios años, lo que finalmente condujo a que fuera inscrita como Patrimonio Mundial en 2009″, se lee en el texto.
Aparecen, como coautores de la norma, otros integrantes de la bancada fujimorista: Nilza Chacón, Carmen Juárez, Eduardo Castillo, David Jimenez y Magally Santisteban.
Ciudad milenaria que lucha contra la indiferencia
Peñico, considerada la continuación cultural de Caral, permanece en el centro del esfuerzo científico en el Valle de Supe. El asentamiento, de más de 3.800 años de antigüedad, surgió tras el colapso climático que marcó el final de la primera civilización urbana de América. Desde 2017, el equipo de investigación, liderado por la arqueóloga Ruth Shady, ha trabajado con recursos mínimos y hoy solo permanecen activos dos arqueólogos en el lugar, sin fondos garantizados para 2026.
La investigación en Peñico enfrenta un déficit de personal y logística. De un equipo inicial de treinta excavadores y seis arqueólogos, solo dos permanecen en funciones, entre ellos Mauro Ordóñez, director del proyecto. “Antes teníamos a treinta personas que apoyaban en las excavaciones y a seis arqueólogos; ahora apenas quedamos dos”, relató Shady durante la presentación reciente del sitio, según recogió Infobae. Esta reducción impactó tanto en la recuperación de estructuras como en la posibilidad de analizar la organización social del lugar, quedando muchos interrogantes abiertos.
El avance académico ha permitido confirmar la existencia de rituales de fuego y de intercambios entre la costa y la Amazonía. Entre los hallazgos figuran altares de fuego, pigmentos de colores y estelas que evidencian contacto con otras regiones. Sin embargo, no se han podido identificar completamente las viviendas y las dinámicas internas de la ciudad debido a la suspensión parcial de los trabajos por falta de presupuesto y personal.
La seguridad constituye un problema crítico para la conservación de este sitio. Actualmente, sigue enfrentando invasiones recientes y amenazas por traficantes de tierras. Según declaró Shady, el proyecto cuenta actualmente con protección mínima, conseguida tras gestiones con el Ministerio de Turismo, pero la vigilancia resulta insuficiente ante la creciente presión sobre el patrimonio arqueológico.