A fines de junio, el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, anunció la llegada al puerto del Callao de los 45 vagones y 10 locomotoras que conformarán el tren Lima–Chosica. Según sus declaraciones, la primera embarcación arribaría el 12 de julio desde Estados Unidos, y la aspiración municipal es que el 28 de julio, en el marco de Fiestas Patrias, se realice una “marcha blanca” como regalo para la ciudad. Esta marcha blanca consiste en un periodo de pruebas y funcionamiento inicial del tren, antes de iniciar la operación comercial regular.
El anuncio generó expectativas en parte de la ciudadanía, especialmente entre aquellos que enfrentan a diario los problemas de transporte en la capital. Sin embargo, especialistas y autoridades del sector advierten que no están dadas las condiciones necesarias para que este acontecimiento se lleve a cabo de forma segura.
Autoridad de Transporte Urbano señala carencias técnicas y de seguridad
El presidente de la Autoridad de Transporte Urbano (ATU), David Hernández, fue enfático al señalar que actualmente no existen las condiciones técnicas ni de seguridad para iniciar la marcha blanca según el cronograma propuesto por la Municipalidad de Lima. Hernández afirmó que existen detalles críticos en la infraestructura ferroviaria que deben ser resueltos antes de operar un tren de pasajeros bajo velocidad urbana (más de 40 kilómetros por hora) y no solo a ritmo de carga lenta.
Entre los aspectos señalados se encuentran los cruces a nivel a lo largo del recorrido. A diferencia del tren de carga, cuya velocidad es baja y que muchas veces debe detenerse ante la imprudencia de peatones o vehículos, la operación urbana requiere velocidades y frecuencias que implican mayores riesgos de accidente. La ausencia de cerramientos adecuados y de obras para proteger a transeúntes y vehículos representa un peligro significativo.
La ATU sostiene que estas obras de seguridad estaban pactadas desde el inicio entre el concesionario y el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), pero aún no han sido ejecutadas. Hernández resaltó, en entrevista con 24 Horas que, si bien existen avances en la coordinación técnica, persisten temas pendientes que impiden la puesta en marcha de un servicio seguro para el público.
Pendientes en infraestructura, permisos y coordinación
La implementación del tren Lima–Chosica depende tanto de la adecuación de las vías férreas como de la instalación de estaciones y cerramientos. El concesionario, Ferrocarril Central Andino, es responsable de realizar estas intervenciones en el terreno y coordinar con las autoridades los cambios necesarios para pasar de la operación exclusiva de carga a una de pasajeros.
Otra de las preocupaciones señaladas por la ATU es la falta de documentación técnica y cronogramas de ejecución por parte del concesionario. Según Hernández, el MTC solicitó a la Municipalidad de Lima un informe sobre el estado de los trenes, solicitud que hasta ahora no ha obtenido respuesta, lo que ha generado retrasos en la validación y ajustes exigidos por los entes reguladores.
Respecto a la viabilidad estructural, surgieron dudas sobre la capacidad de los trenes para cruzar ciertos puentes en la ciudad. Aunque la Municipalidad de Lima difundió mediciones propias que certifican la viabilidad, técnicos ferroviarios advierten que el margen de seguridad debe considerar movimientos y vibraciones naturales de los trenes, por lo que la distancia mínima no siempre garantiza la operación sin incidentes.