Según una encuesta de Ipsos de julio de 2023, Paolo Guerrero es el deportista peruano más admirado en nuestro país, lo que no es sorprendente: las veces que jugó por nuestra selección se comportó como un líder y figura integradora. Estuvo siempre al margen de la farándula y escándalos mediáticos, y fue un goleador nato en los equipos donde jugó, llegando a ser en Brasil el jugador extranjero más goleador en la historia.
Recientemente, la Universidad César Vallejo (UCV) anunció con bombos y platillos la contratación de Guerrero, ya con 40 años a cuestas, pero aún con mucho por aportar a nivel deportivo y comercial. Hay que considerar que las marcas invierten en patrocinios deportivos a equipos de fútbol peruanos alrededor de 45 millones de dólares al año y el jugador más admirado del Perú atraería nuevas audiencias en estadios y transmisiones. Sin embargo, es ya vox populi que el icónico jugador, alegando amenazas a la seguridad de su familia, dio a entender que no honraría su compromiso, aduciendo que aún “no le han pagado nada” y que ni siquiera “ha pisado Trujillo”.
Hace unos días, la Universidad César Vallejo lanzó un extenso y enérgico comunicado asegurando que Paolo Guerrero sigue manteniendo vínculo contractual, desestimando su carta de renuncia remitida desde Brasil y dándole un plazo de 48 horas para que se sume a los entrenamientos del equipo en Trujillo, bajo las órdenes del entrenador Roberto Mosquera.
El delantero se encontraba hasta el 19 de febrero en el Carnaval de Río de Janeiro, ciudad donde tiene una lujosa residencia. Al parecer, no ha tenido problemas en residir en Río de Janeiro, ciudad que ocupa el puesto 18 dentro del Global Index 2023 de Criminalidad, como una de las ciudades más peligrosas del mundo.
¿Qué podemos aprender de este mediático caso? El firmar un contrato implica un compromiso y quien promete algo busca encender la ilusión de alguien más, por lo que el peor error que podemos cometer, es incumplirlo, lo que se da en el terreno personal y empresarial. De nada sirve dar explicaciones del porqué no se honrará la palabra, pues los pretextos sobran y las excusas no son suficientes, impactando negativamente en nuestra imagen y credibilidad.
Si en una empresa resulta normal y aceptable que sus colaboradores incumplan sus promesas, será fácil que cualquier nuevo empleado se “contagie” de ese modus operandi, pues la cultura define algo así como la “personalidad” de una organización y la componen los valores, creencias, razonamientos y códigos de conducta que comparten todos sus colaboradores, determinando lo que estos hacen o dejan de hacer, inclusive cuando nadie se los indica.
Quizás muchos hinchas peruanos piensan ahora sobre Paolo lo que sostenía Nietzsche: “no me entristece que me hayas mentido, sino me entristece que, de ahora en adelante, no podré creerte”.