Vivimos en un mundo que, a pesar de todos sus problemas, va a seguir creciendo. Las proyecciones del FMI nos muestran una expansión de la economía global del 3,5% en 2025, con un leve desaceleramiento hacia 3,1% en 2026. Esto refleja una tendencia general que nos invita a pensar en el futuro con un balance optimista.
En este contexto, el ascenso de China está abriendo nuevos capítulos en la geopolítica frente a Estados Unidos. Esta disputa entre potencias, con la competencia económica como eje central, está reconfigurando el escenario internacional. Para Argentina, el gran desafío será encontrar el lugar de su industria en ese contexto global.
China, que antes crecía a tasas espectaculares, ha moderado su ritmo. A pesar de este crecimiento desacelerado, las exportaciones chinas no paran de crecer y, para contrarrestar esta moderación, está liderando la manufactura global, concentrando el 35% de la producción mundial y el aumento de aranceles, en torno al 50%. Es solo uno de los mecanismos que las economías receptoras han adoptado para contrarrestar el impacto.
A nivel latinoamericano, la dependencia de las commodities genera una vulnerabilidad por los precios volátiles de estos productos. En este marco, la estructura económica regional, que ya enfrenta desafíos estructurales, se ve aún más afectada por la competencia externa.
Un ejemplo claro de la expansión de China es el superávit comercial de este país, que se ha triplicado en solo siete años, pasando de US$ 355 billones en 2018 a US$ 1.162 billones en 2025. La producción de autos, por ejemplo, se multiplicó por seis en los últimos cinco años.
Los desafíos del acero y el papel de Argentina
Mientras algunos países de la región, como Argentina y México, experimentan un déficit comercial con China, Brasil logró mantener un superávit de US$ 27.000 millones. Sin embargo, el déficit industrial en Brasil asciende a US$ 64.000 millones, lo que demuestra la complejidad de la balanza comercial de la región.
En el caso específico del acero, la situación es aún más complicada. China, al reducir su consumo interno, ha inundado el mercado global con acero, a tal punto que se estima que exportará 132 millones de toneladas este año, un volumen que duplica lo que consume toda Latinoamérica.
Para mitigar los efectos de esta expansión, muchos países han recurrido a aranceles, regulaciones por producto y denuncias de dumping. Brasil, por ejemplo, ha presentado 11 denuncias antidumping contra China, lo que muestra la presión que están sufriendo las economías locales para equilibrar las fuerzas en el mercado.
En este escenario internacional, Argentina está recuperando su producción de acero después de la recesión de 2024, con un aumento del 15% en 2025, hasta alcanzar los 3,9 millones de toneladas. Sin embargo, aún está lejos de los 5 millones de toneladas de 2023. Las perspectivas para 2026 sugieren un leve repunte hasta 4,4 millones de toneladas, pero el camino sigue siendo incierto.
En particular, los aceros largos enfrentan desafíos mayores, pues la recuperación será solo parcial, con pérdidas significativas aún por recuperar.
Las reformas estructurales que plantea el Gobierno, puntualmente el enfoque en las políticas impositiva y laboral, representan un paso en la dirección correcta.
Sin embargo, la clave estará en abordar la informalidad económica, algo esencial para hacer de estas reformas una verdadera palanca de competitividad. El alto nivel de evasión fiscal, que alcanza el 37% del IVA, sigue siendo un obstáculo para la inversión, el empleo formal y, en última instancia, la competitividad de las industrias locales frente a las importaciones.
Una política comercial efectiva deberá, por lo tanto, encontrar un equilibrio entre la integración estratégica con socios clave como Estados Unidos, el Mercosur y Europa y la necesidad de enfrentar la expansión de las importaciones chinas.
Competir en una cancha inclinada perjudica tanto al país como a la región, por lo que el desafío no consiste únicamente en nivelar el campo de juego, sino comprender y adaptarse al rumbo que está tomando la economía global.
En resumen, la situación actual de la industria del acero en Argentina y la región refleja más desafíos que oportunidades. La competencia desleal de China, junto con las tensiones internacionales, exige una estrategia comercial y económica clara y coherente. Es fundamental que las reformas estructurales sean acompañadas por políticas que promuevan la competitividad, fortalezcan la industria local y permitan una inserción más activa y beneficiosa en el comercio global. Solo así, Argentina podrá recuperar su potencial industrial y garantizar un desarrollo económico más equilibrado para el futuro.