Parques Nacionales: del populismo y la desidia al orden

El turismo sustentable debe ser entendido como una herramienta importante de toma de conciencia y generación de recursos económicos. La importancia de la reintroducción de especies en extinción y la reforestación de árboles y vegetación autóctona

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El imponente Parque Nacional Talampaya de La Rioja
El imponente Parque Nacional Talampaya de La Rioja

Hace muchos años, en un remoto rincón de la vasta geografía argentina, rodeado de montañas imponentes y glaciares eternos, un grupo de visionarios se propuso un desafío titánico: proteger y preservar un tesoro para las generaciones presentes y futuras. Así nació lo que hoy conocemos como el sistema de Parques Nacionales de Argentina, una red de áreas protegidas que abraza la diversidad de nuestros paisajes y la riqueza de nuestra biodiversidad.

El 30 de septiembre de 1934, se sancionó la ley Nº 12.103 que creó la Administración General de Parques Nacionales (APN). Bajo la presidencia de Exequiel Bustillo, se gestaron los primeros dos: el Parque Nacional Nahuel Huapi y el Parque Nacional Iguazú, convirtiendo a la Argentina en el primer país de Latinoamérica en crear Áreas Nacionales Protegidas. El organismo tiene como objetivo gestionar las 55 Áreas Protegidas Nacionales que ocupan más de 18 millones de hectáreas (5.358.661 hectáreas distribuidas en 52 áreas protegidas terrestres y 12.917.061 hectáreas repartidas en 3 áreas marinas protegidas), llevando adelante una tarea esencial de conservación de la diversidad biológica y el patrimonio natural, cultural y paisajístico de la Argentina.

Todo esto se lo debemos a un hombre en particular: el Perito Francisco Moreno, en cuyo honor se denominó el famoso Glaciar. Moreno había tenido como misión, entre otras cosas, el trazado de límites cartográficos entre la Argentina y Chile, y su defensa en el tribunal arbitral británico de la posición Argentina permitió que nuestro país retuviera 1.800 leguas cuadradas (casi 42 mil km cuadrados) de territorio en disputa.

En reconocimiento y agradecimiento, en 1903, el Gobierno argentino le otorgó a Moreno 25 leguas cuadradas (582 km cuadrados) de tierras fiscales, en un sitio a su elección. De esas tierras, ubicadas en el límite entre Neuquén y Río Negro, Moreno vendió 22 para financiar comedores para los desposeídos de la región, y las restantes las donó al Estado argentino para que fueran conservadas para el disfrute de las actuales y de las futuras generaciones, sembrando así la semilla de la conservación de las áreas protegidas como un objetivo fundamental para la Nación y del turismo como un instrumento vital en esa tarea.

En el otro extremo del país, en 1902, el arquitecto y naturalista Carlos Thays concluyó un conjunto de estudios en las Cataratas del Iguazú con el fin de crear un “parque-reserva” junto al límite con Brasil, cuyos objetivos fueran principalmente turísticos, conservacionistas y militares.

Los Parques Nacionales nacían como áreas protegidas destinadas a conservar tales ecosistemas para el goce y disfrute de las generaciones actuales y venideras. Como expresó el Perito Moreno: “Conservar los parques es asegurar que las generaciones presentes y futuras puedan disfrutar de la maravilla de la naturaleza en su estado más puro”.

Una perspectiva innovadora sobre los Parques Nacionales integra la conservación del entorno con la promoción de actividades turísticas sustentables, buscando potenciar la calidad y el atractivo de estos espacios naturales.

Sin embargo, existen visiones retrógradas que pretenden restringir el uso público de los Parques Nacionales porque (mal) entienden que el uso va en detrimento de la conservación de la naturaleza. La prohibición como herramienta de gestión de la conservación habla más de la inoperancia de funcionarios que de un plan de gestión sustentable destinado a proteger la biodiversidad de la flora y fauna.

Nuestra visión es diferente. Estamos convencidos que la explotación sustentable de actividades turísticas tiene un impacto significativo en la conservación de los Parques Nacionales. El turismo de naturaleza genera ingresos que pueden ser reinvertidos en la puesta en valor del territorio, así como en programas de protección, restauración y educación ambiental. Además, es una herramienta de concientización sobre la importancia de conservar los ecosistemas naturales.

Prueba de esto es que los Parques Nacionales mejores conservados a nivel mundial (como Yellowstone en Estados Unidos, Torres de Paine en Chile o el Parque Nacional Galápagos en Ecuador) son los que ofrecen mayor oferta turística a sus visitantes.

La administración anterior de Parques Nacionales tenía una visión sesgada y negativa del turismo, como si promoverlo fuera en contra de la tarea de conservación que tenemos. Nuestro objetivo es acercar los parques a la gente y que la gente se sienta parte de ellos, a través de una oferta turística sustentable, innovadora y de vanguardia.

Nuestro gran desafío es poner orden en el organismo. Sólo con orden, la conservación y el turismo sustentable son posibles. Es por eso que apenas ingresamos, iniciamos un proceso de auditoría profunda para entender el nivel de descalabro que el kirchnerismo había dejado.

Como no podía ser de otra manera, el Gobierno anterior abandonó los Parques Nacionales. La negligencia llegó a niveles escalofriantes que fueron desde regalarles hectáreas a sus socios políticos y a militantes sociales, hasta hacer acuerdos con chantas del conurbano, que haciéndose pasar por mapuches, reclaman derechos ancestrales sobre la Patagonia.

Firmaron convenios espurios con intendentes municipales alineados ideológicamente y otorgaron concesiones a través de procesos licitatorios poco transparentes. En todos estos casos, estamos avanzando individualmente para analizar la magnitud de los daños ocasionados y en su reparación, para que la Administración de Parques Nacionales recupere lo que es de todos los argentinos.

El descontrol también llegó a la forma de administrar los Parques Nacionales, en donde su visión populista, llevó a que el costo por ingresar a varios de ellos fuera irrisorio, haciendo imposible que los parques pudieran hacerse de forma genuina de los recursos necesarios para su propia conservación. Para decirlo claramente: el sesgo ideológico del kirchnerismo subsidió a visitantes extranjeros que venían a visitar nuestra maravillas paisajísticas pagando una fracción de lo que abonan en sus propios países por visitar sus parques.

En nuestra gestión, esto se terminó. Con el orden como principio rector, nos abocaremos a promover el turismo sustentable como herramienta de toma de conciencia y generación de recursos económicos, los cuales serán aplicados íntegramente a la honorable tarea de conservar nuestro patrimonio biológico, ambiental, cultural y paisajístico, por la que velan cientos de guardaparques, brigadistas, profesionales, técnicos, científicos, empleados administrativos y personal operativo.

Vamos a promover reglas claras y dar la previsibilidad necesaria para generar un entorno propicio que atraiga inversiones privadas en turismo sustentable, aumentando la oferta y desarrollando nuevos nichos de mercados como el astroturismo, el avistaje de aves, el turismo deportivo y cultural, entre otros.

Estamos trabajando para optimizar la tarea de conservación que tenemos como objeto fundacional, con acciones concretas que van desde la reintroducción de especies en extinción (como el yaguareté en Iberá) hasta la reforestación de árboles y vegetación autóctona afectada por los incendios y mediante acuerdos de hermanamiento con otros parques del mundo para mejorar la capacitación del personal del organismo.

El camino que estamos emprendiendo no es un trayecto fácil, ni estará exento de la reacción de los socios del fracaso, sindicalistas de la mafia y gerentes de la pobreza que tirarán toneladas de piedras para impedir, nuevamente, el cambio. El país que el presidente Milei está tratando de sacar adelante viene de años de decadencia, corrupción y desidia. Pero el norte es claro, el capitán está decidido, la tripulación preparada y hay una sociedad dispuesta a atravesar la tormenta. Está germinando la semilla que volverá a hacer próspera la Argentina.

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