Métodos viejos para tiempos nuevos: cuando la protesta piquetera se vuelve en contra de los reclamos

Los graves disturbios y enfrentamientos entre las organizaciones sociales y la Policía de la Ciudad, el 10 de abril, que terminó con heridos, destrozos y detenidos, fue una imagen vieja y que atrasa. Los piqueteros reclamaban -y lo siguen haciendo- alimentos para los comedores, bajas en los planes, despidos en el Estado, vaciamiento en programas claves, como, por ejemplo, los de espacios de cuidado de infancias. Con la metodología elegida, lejos de generar empatía entre los ciudadanos provocan rechazo. Incluso entre quienes están en las antípodas del Gobierno de La Libertad Avanza.

Los dirigentes sociales marcharon al ex edificio de Desarrollo Social, ubicado en la Avenida 9 de Julio y Moreno dispuestos a “desafiar el protocolo antipiquetes”, así lo hicieron saber. La marcha degeneró en un choque frontal con los uniformados porteños.

Un día antes, el 9 de abril, la ministra Sandra Pettovello firmó una resolución que habilita a dar de baja a los beneficiarios del ex Potenciar Trabajo que corten arterias o produzcan hechos de violencia. Eso sucedió, ¿casualidad?

Algunos dirigentes sociales peronistas y de izquierda parecen no haber advertido el cambio de paradigma: Javier Milei y Pettovello, el centro de las críticas piqueteras, capitalizan a su favor los cortes de rutas, la quema de neumático, el vandalismo en las calles, el gas pimienta y los camiones hidrantes.

Milei, como ningún otro político, porque Milei político, entendió antes que el resto, el cambio de época. La inmediatez en los mensajes, la fuerza de una imagen, la construcción de contenidos, la utilización de las frases cortas o palabras zumban como látigo: “casta”, “parásitos que viven del Estado”, “gerentes de la pobreza”. Hasta se permite reconocer como vive paso por la Casa Rosada: “Los nuevos tiempos requieren un poco de show”.

Quizás de eso se trata.

Postea una imagen creada con inteligencia artificial de un tierno león abrazando al pato, un pato que ahora es su ministra de Seguridad. Se retrata en uniforme camuflado junto a la generala jefa del Comando Sur de EEUU, Laura Richardson.

Envía mensajes que parecen ir a contracorriente del “no hay plata”, firmó una compra multimillonaria de 24 aviones F-16 para recuperar la capacidad bélica de la Fuerza Aérea. Y hasta promete dar un paseo en el caza de guerra similar al que solicita el Presidente ucraniano para defenderse de los rusos que invadieron su país.

En paralelo su administración despide a 15 mil contratados del Estado a los que rotula de “ñoquis” y “vagos”.

Tan profundo caló esas aseveraciones que las víctimas del ajuste, al enfrentar las cámaras inician su frase “yo trabajaba todos los días”. Y la bronca es tanta que, en vez de argumentar, lo insultan. Y las malas palabras lo enaltecen.

El Jefe de Estado argentino despersonaliza las palabras. Habla de “pobreza” y no de “pobres”. Menciona “desocupación” y no “desocupados”.

Desde que se lanzó a la Primera Magistratura de la Nación y mucho más después, Javier Milei subvirtió el statu quo. Dio el discurso que inauguró su presidencia de espaldas al Congreso.

El resto, la inmensa mayoría de “la casta”, los dirigentes populares, los gordos de la CGT, siguen haciendo lo mismo que los llevó a la derrota. ¿No será momento para que los piqueteros apliquen otras formas de reclamo?

Por qué, al igual que Milei no usar las imágenes a su favor. Ejemplos sobran, pero hay dos, muy actuales, que recorrieron el mundo.

Israel, para recordar a los secuestrados por el Hamás el 7 de octubre de 2023, sus familiares montaron una larga mesa de Shabat con sus lugares vacíos en homenaje a las personas que continúan en manos del grupo terrorista. Hasta sobraban las palabras. La imagen era potente en extremo.

En Reino Unido, para denunciar las muertes de niños palestinos e israelíes, esparcieron una hilera de cinco kilómetros de ropa vieja a lo largo de la playa de Bournemouth. El retrato estremeció al planeta.

El 24 de marzo, el Colectivo Fin de un Mundo, conformado por 300 artistas independientes autoconvocados realizaron una coreografía denominada Baila tu Bronca, fue en el marco de los 42 años del golpe militar más sangriento de la historia Argentina. La coreografía callejera se realizó sobre 9 de Julio en su intersección con Avenida de Mayo. Fue reproducida en los segmentos informativos por la calidad de la propuesta y la contundencia visual.

Quizás sea una idea afiebrada, pero, qué impacto generaría si diez mil piqueteros, en vez de cortar calles y enfrentarse a la policía, se acuestan en las veredas, en los alrededores del recoleto edificio que alberga al Ministerio de Capital Humano con un plato vació frente a sus cabezas para simbolizar la falta de comida en los comedores.

¿Qué impacto mediático internacional tendría si alrededor de la Casa Rosada miles de jubilados marcharían cargando cruces como símbolo de una condena a muerte?

O madres con sus hijos realizan una marcha de velas en las principales plazas del país. Fue la monja Martha Pelloni.

Quien inauguró las marchas del silencio en Catamarca en reclamo de justicia por el asesinato la joven María Soledad en manos de los hijos del poder e hizo temblar los cimientos corporativos de la provincia.

Qué repercusión generaría miles ollas vacías en solitario cubriendo la Plaza de Congreso, la Plaza de Mayo, los alrededores de los ministerios de Capital Humano, de Economía, de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia.

¿Esos hechos generarían rechazo o reflexión entre los ciudadanos? ¿Sería más o menos efectivo que la lastimosa escena de manifestantes enfrentados cuerpo a cuerpo con la policía, rompiendo vidrieras, quemando contenedores?

En el libro “El arte de la guerra”, se supone escrito en china hace más de dos mil quinientos años por el estratega militar Sun Tzu, explica la estrategia suprema de aplicar con sabiduría el conocimiento de la naturaleza humana en los momentos de confrontación.

El libro, es una obra para comprender las raíces de un conflicto y buscar una solución. “La mejor victoria es vencer sin combatir” y reflexiona “ésa esa distinción entre el hombre prudente y el ignorante”.