Horrores que nos cambian para cambiar la historia

Recordar el Holocausto es confrontar las sombras más oscuras de la humanidad, reconociendo que cada uno de nosotros lleva la responsabilidad de construir un mundo más compasivo y justo

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Campo de concentración en Auschwitz (Foto: AP/Markus Schreiber)
Campo de concentración en Auschwitz (Foto: AP/Markus Schreiber)

“La historia no es el estudio del pasado, sino del cambio” sostiene uno de los filósofos e historiadores más reconocidos de nuestra época, el israelí Yuval Noah Harari. El 27 de enero de 1945, las tropas aliadas ingresaron al campo de concentración y exterminio de Auschwitz para liberar a los pocos prisioneros que habían sobrevivido de las 1.300.000 personas -hombres, mujeres y niños- que por ahí pasaron. Ese día la historia cambió para siempre, por fin se dieron a conocer los horrores cometidos por el nazismo contra judíos, roma, homosexuales, personas con discapacidad, opositores políticos y otros grupos sociales.

Poco más tarde comenzaron a salir a la luz los testimonios en primera persona, las familias destrozadas, los pueblos enteros desaparecidos. Dos tercios de la judería europea se había convertido en cenizas en tan solo seis años, obra de la peor masacre sistemática y masiva de personas de la historia moderna y fruto de una de las problemáticas sociales más antiguas y arraigadas en occidente: el antisemitismo.

Las Naciones Unidas decretaron al 27 de enero como el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, y para promover que al menos un día al año el mundo honre a los millones de almas perdidas y recuerde la importancia de estar atentos y alertas a los cambios antes de que sea demasiado tarde.

El 7 de octubre de 2023 el mundo cambió nuevamente. La peor matanza de judíos desde la Shoá. Un pogrom sangriento y despiadado contra familias, mujeres, jóvenes y niños, civiles inocentes que dormían tranquilamente en sus casas, en el único Estado judío del mundo.

Ya a partir de entonces, una puerta parecería haberse abierto, dando rienda suelta a la aparición de expresiones de antisemitismo por todas partes del mundo. En los medios, en la cultura, en las universidades, en las redes sociales y en las calles de Europa, Norteamérica y también América Latina. En cada parte con sus particularidades, podemos percibir el cambio. Para millones de personas en todo el mundo, la vida no es la misma desde el 7 de octubre.

¿Qué vamos aprender en esta oportunidad de la historia, de cómo funcionan los cambios, y de nuestro rol como miembros activos de las sociedades donde se suceden? Es aquí donde reside la importancia crucial de la educación y la memoria. Al conmemorar este día, no solo recordamos a aquellos que fueron brutalmente arrebatados de este mundo por el odio desenfrenado, sino que también reafirmamos nuestro compromiso con un futuro en el que tales atrocidades no puedan repetirse. Recordar el Holocausto es confrontar las sombras más oscuras de la humanidad, reconociendo que cada uno de nosotros lleva la responsabilidad de construir un mundo más compasivo y justo.

Los eventos del 27 de enero de 1945 y del 7 de octubre de 2023 son dos puntos en la historia que destacan por su brutalidad y por la respuesta que exigen de nosotros. Mientras que en 1945 el mundo se despertaba a la realidad del genocidio a una escala inimaginable, el ataque del 2023 nos recuerda dolorosamente que las semillas del odio y la intolerancia aún germinan en nuestras sociedades.

La conmemoración de estas fechas debe servir como un llamado a la acción. No basta con recordar pasivamente; se requiere una participación activa en la lucha contra el antisemitismo y todas las formas de discriminación. Cada gesto de solidaridad, cada acto de educación, cada voz que se alza contra la injusticia contribuye a un cambio positivo.

En este sentido, el papel de los educadores, los líderes comunitarios, los medios de comunicación y cada individuo es fundamental. La educación sobre el Holocausto no debe limitarse a la mera transmisión de hechos históricos: debe fomentar la empatía, el pensamiento crítico y el compromiso ético. Al educar a las nuevas generaciones, no solo transmitimos la memoria del pasado, sino que también sembramos las semillas para un futuro más tolerante y respetuoso, y trabajamos para que no se repita un Holocausto nunca más.

Por lo tanto, al conmemorar el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, hagamos más que recordar. Comprometámonos a ser vigilantes, a educar contra el odio, a promover la convivencia y a estar siempre dispuestos a defender los valores de humanidad y justicia. Solo así podremos asegurarnos de que las lecciones del pasado se traduzcan en acciones para un futuro mejor. Recordemos que cada día nos ofrece una nueva oportunidad para influir en el curso de la historia y que, en palabras de Harari, es nuestro deber entender y responder a esos cambios.

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