La Justicia Federal de General Roca acaba de condenar con penas de cinco años a Sergio Cavia, miembro del grupo Albatros de Prefectura Naval Argentina, y a cuatro años y seis meses a cuatro agentes de la misma fuerza acusándolos de coautores de homicidio por exceso en legítima defensa. Los hechos ocurrieron el 25 de noviembre de 2017 cuando un grupo de usurpadores, auto percibidos mapuches, ocuparon un predio en Villa Mascardi, Bariloche. Los acontecimientos se dieron en el marco de un conflicto más amplio con ramificaciones en el sur de Chile donde operaban y operan organizaciones guerrilleras separatistas que alientan la creación de un Estado Mapuche independiente de Chile y Argentina. Hoy las cosas parecen dormidas pero en aquellos años la lucha era violenta a ambos lados de la cordillera.
Los hechos
Los usurpadores del predio del Mascardi venían cometiendo tropelías y desmanes en la zona. Habían usurpado tierras en la provincia de Chubut, pertenecientes a Benetton, asegurando que el magnate se había apoderado de sus tierras. En el marco de esos hechos, que no vamos a desarrollar aquí, murió Santiago Maldonado que se había sumado a las demandas sin ser aborigen. Cuando la Gendarmería dispuso el desalojo de la ruta 40 y dispersó el piquete, Maldonado, al parecer, intentó cruzar el río Chubut y murió ahogado ante la vista de sus compañeros okupas. Que luego mintieron en sus declaraciones. Especialmente el que vio todo con los binoculares.
Lo narrado ocurrió en agosto de 2017 y a partir de estos hechos el progresismo y la izquierda kirchnerista dio comienzo a una batalla peligrosa, pues si bien los okupas y Jones Huala eran de poca monta, en el sur de Chile estaban armados hasta los dientes. Defendieron un indigenismo de probeta tal lo indicado por el Foro de San Pablo.
En noviembre del mismo año esta incipiente y absurda patrulla perdida usurpó tierras pertenecientes a Parques Nacionales en el Mascardi. Como se ha dicho el clima en el país y en el sur de Chile hervía porque empezaron a conocerse los vínculos de los usurpadores argentinos con antiguos dirigentes Montoneros, y en Chile con la FAR colombiana. Tiempo después, estos inadaptados se apropiaron de tierras del Episcopado y otras pertenecientes al Ejército, además de incendiar seis cabañas, entre ellas la Cristalina de Diego Frutos.
El ataque
El 25 de noviembre de 2017 Frutos estaba en su casa, la que tres años después fue vandalizada por estos delincuentes, y que lindaba con las tierras usurpadas. De modo que fue testigo auditivo de lo que allí pasó y no ocular en virtud que es una zona boscosa. Pero sus observaciones son absolutamente contundentes a pesar que nunca fue llamado a declarar.
Era sábado por la tarde de un día soleado y caluroso, de pronto siente gritos, tambores y disparos. Estos últimos venían de dos direcciones distintas: de arriba, de la montaña, y de abajo, desde la ruta 40. Desde arriba donde estaban los usurpadores y comenzaron los disparos, los estampidos eran fuertes, estruendosos, según Frutos, y de abajo los estampidos eran secos, cortos. Frutos asegura que la mayor cantidad de disparos provinieron de las alturas.
De modo que el enfrentamiento a balazos existió. ¡No tiene ninguna duda! En el juicio, que acaba de concluir, se descartó esta posibilidad, no obstante que el peritaje de las manos de algunos de los usurpadores dio positivo respecto al uso de armas de fuego. Los abogados defensores de los bandidos aseguran que estos los único que tenían eran piedras. Frutos desmiente estas afirmaciones y amplía: “Estando en el predio de mi casa en las alturas, subiendo las montañas para reparar la bajada de agua, escucho tambores, gritos y cornetas e inmediatamente de ese mismo lugar comienzan a sonar los disparos que son respondidos por la Prefectura que desde la ruta 40 venía subiendo”. Los okupas se dieron cuenta que los Albatros eran pocos y no venían a desalojar, puesto que el desalojo había ocurrido dos días antes, venían a reconocer el terreno e identificar si, por las dudas, quedaba alguien. Ante esta situación de indefensión de los Albatros decidieron el ataque con armas de fuego. No salió como imaginaron.
Ocurrida la muerte de Rafael Nahuel y heridos dos miembros más, comenzó el ataque de la izquierda, el kirchnerismo y el periodismo amigo recreando lo ocurrido y mintiendo de forma aviesa. Los peritos no pudieron ingresar al terreno, pues continuaba en manos de los delincuentes de manera que solo lo hicieron doce días después. Tiempo suficiente para construir un escenario que los favoreciera en el juicio que vendría. Esto es, sacaron todas las vainas de sus armas de fuego. Sin embargo al predio pudo ingresar en esos doce días el diputado kirchnerista Horacio Pietragalla luego, quizás por la truchada que armó en el Mascardi, Secretario de Derechos Humanos. Lo cierto es que lo resuelto por el tribunal de Roca no deja contento a nadie. La Asamblea de los Derechos Humanos va a apelar la resolución del Tribunal Oral porque pretende modificar la carátula y elevarla como homicidio calificado en el marco de una persecución deliberada y a las fuerzas de seguridad, tampoco, pues son nuevamente juzgadas y castigadas por el estricto cumplimiento de su deber.
Tan preocupante es esta advertencia de la Justicia a las fuerzas del orden que en un reportaje Pietragalla asegura, para que lo escuchen los uniformados, que la irresponsabilidad de los políticos, en este caso Patricia Bullrich, la pagan luego ellos. Se trata entonces de advertirles lo que puede pasar a futuro si obedecen las órdenes del futuro gobierno nacional.