¿Puede Javier Milei triunfar en un ballotage?

La respuesta es sencilla: depende de varias cuestiones

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Foto: Franco Fafasuli
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Javier Milei se ha convertido en la figura central de la política argentina. Sus propuestas dominan la discusión pública tal como destacó la semana pasada el analista político Carlos Fara. Pocas semanas atrás otros dos conocidos analistas y encuestadores, Eduardo Fidanza y Hugo Haime, advirtieron acerca de la posibilidad de que el apoyo a Milei creciera fruto del clima descontento social y pesimismo imperantes en la sociedad.

No son pocos los encuestadores que auguran que el escenario que surgirá de las PASO será uno de tercios, pero en el que Javier Milei será individualmente el candidato con mayor apoyo electoral. Es más, hay quienes consideran que el candidato libertario podría ingresar a un eventual ballotage. En vista de ello, aparte de las discusiones sobre algunas de las propuestas de Milei, como la dolarización o la eliminación del Banco Central, una de las preguntas que con frecuencia resuenan en el círculo rojo es “¿puede ganar Milei un ballotage?”

La respuesta es sencilla: depende. ¿De qué depende? De varias cuestiones. En primer lugar, ni Juntos por el Cambio ni el Frente de Todos han definido sus candidatos presidenciales. De haber una segunda vuelta, por más que el discurso de Milei apunte a toda la dirigencia política como si fuera un todo y la coloque bajo la pegadiza etiqueta de “la casta”, en términos de sus chances electorales no todos los dirigentes son iguales. Es por ello que es importante conocer quiénes son los potenciales competidores del candidato de La Libertad Avanza. La fórmula presidencial de Juntos por el Cambio surgirá de una primaria competitiva. En el caso del Frente de Todos ello hoy no resulta claro y habrá que esperar al menos hasta el 24 de junio para saber si irán a la PASO con una fórmula de unidad o si habrá competencia interna.

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¿Por qué es importante conocer los potenciales rivales de Milei en caso de que éste se asegure el pase al ballotage? Sencillamente porque no todos los dirigentes gozan de niveles similares de imagen positiva y negativa. En la segunda vuelta aquella porción de la ciudadanía que no votó por ninguno de los candidatos en competencia debe optar por lo que supone es el mal menor.

No solo es importante saber quién sería el rival a vencer sino también a qué fuerza política pertenece. Probablemente habrá votantes de Juntos que preferirán a Milei por sobre cualquier alternativa que provenga del Frente de Todos. Similarmente, es de esperar que para algunos votantes del oficialismo, Milei sea preferible a cualquier candidato de Juntos.

De acuerdo con los datos de la más reciente edición de la encuesta ESPOP que realiza periódicamente la Universidad de San Andrés Javier Milei tiene un 34% de imagen positiva y un 49% de imagen negativa. Patricia Bullrich, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta lo superan en imagen positiva, pero los dos últimos tienen una imagen negativa ligeramente superior. Dentro del oficialismo tanto Cristina Kirchner como Sergio Massa tienen un 22% de aprobación, pero que es más que compensado por niveles de rechazo que superan el 65%. Otros dirigentes del Frente de Todos, como el ministro de Interior Eduardo “Wado” de Pedro, tienen una menor imagen positiva (17%), pero también un menor rechazo (46%). Fuera de ello, cualquier figura del oficialismo con buena imagen deberá cargar con el costo de la gestión fallida de Alberto Fernández desde el momento en que sea nominado como candidato. Es por ello que probablemente a Milei le sería más sencillo vencer en una segunda vuelta a un candidato del Frente de Todos antes que a uno de Juntos por el Cambio.

Foto: Franco Fafasuli
Foto: Franco Fafasuli

En segundo lugar, las chances de Milei en un eventual ballotage también dependen de otros factores tales como el resultado de la primera vuelta y la ventaja del candidato más votado de la misma sobre su competidor inmediato. La experiencia regional permite detectar algunas regularidades:

1) De 54 elecciones latinoamericanas decididas a través del ballotage, en solo 17 de ellas (31,14%) se invirtió el resultado de la primera vuelta.

2) En 12 de las 17 elecciones en las que el segundo candidato más votado de la primera vuelta se impuso en el ballotage la ventaja del ganador de la primera instancia electoral fue inferior a 8 puntos. Cuanto mayor es la desventaja inicial a descontar por el segundo candidato más votado de la primera vuelta menos chances hay de revertir el resultado en el segundo turno.

3) Solo en 1 de las 17 elecciones con reversión del resultado en el ballotage, el candidato más votado de la primera vuelta tuvo un apoyo electoral en esa instancia superior al 40%.

4) La reversión del resultado de primera vuelta se ha vuelto más frecuente en las últimas dos décadas: de las 17 elecciones revertidas en ballotage, 11 tuvieron lugar en este siglo. Más aún, 9 de esas 11 reversiones ocurrieron en la última década.

5) Los 5 casos en los que la ventaja inicial que tuvo el ganador de la primera vuelta derrotado en el ballotage superó los 10 puntos son relativamente recientes: ocurrieron en los últimos 7 años.

La experiencia regional sugiere que la inversión del resultado de la primera vuelta es un fenómeno poco frecuente, pero que ha venido en ascenso en lo que va de este siglo. A la vez, tiene más chances de ocurrir cuando el resultado de la primera vuelta presidencial es relativamente parejo y cuando el candidato más votado no supera el 40% de los votos. Así y todo, los casos de las elecciones de Perú en 2016, Costa Rica en 2022, Ecuador en 2021, Guatemala en 2019 y Uruguay en 2019 muestran que incluso no siendo el candidato más votado de la primera vuelta y partiendo de una desventaja inicial de más de 10 puntos, es posible triunfar en el ballotage.

Volviendo a la pregunta inicial sobre las chances de Milei en una segunda vuelta presidencial, ello dependerá de: 1) de su rival, particularmente de su identificación partidaria y nivel de rechazo; y 2) del resultado de la primera vuelta. El camino hacia las elecciones de octubre es largo. Hasta el 24 de junio no sabremos quienes serán los pre-candidatos ni de Juntos por el Cambio ni del Frente de Todos. Y hasta el 13 de agosto no sabremos quiénes competirán en octubre. Tampoco sabemos en qué condiciones económicas tendrán lugar tanto la campaña como las elecciones. Seis meses pueden parecer un lapso relativamente breve, pero en términos políticos en Argentina son una eternidad.

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