La renuncia de Mauricio Macri a su candidatura para las presidenciales de 2023, parece un hecho irreversible. Diferente a la estrategia de Cristina, que a comienzos de diciembre renunció a su candidatura y después sus partidarios lanzaron el operativo “Clamor” y la consigna “Luche y vuelve”. El mismo Máximo Kirchner que había dicho que su madre no sería candidata, ahora dice que es necesario que lo sea. Se trata de una decisión de Macri meditada, que ha sido desarrollada con un adecuado “taming” político. El 24 de junio era fecha límite para presentar la candidatura, de acuerdo al cronograma de las PASO y ha renunciado a competir tres meses antes. Varias son las conjeturas que se pueden realizar sobre las causas de la decisión. La primera es que debe haber asumido con realismo, que en la segunda vuelta su triunfo corría riesgo, dado el nivel de rechazo que registra en los sondeos. Ello implica aceptar que está cerca en la memoria social el mal resultado de su gestión. Es lo que aceptó con realismo Cristina, cuando hace cuatro años, optó por ocupar la Vicepresidencia, eligiendo a Alberto Fernández para encabezar la fórmula. El ex presidente debe haber advertido, que la situación del país es muy difícil. Mucho más que cuando asumió en 2015 y aún más que la que él dejó en 2019 e implicaba riesgos políticos importantes. Un nuevo fracaso electoral lo hubiese afectado políticamente, pero no tener éxito en la gestión nuevamente, hubiese terminado con su carácter de líder político. Hasta acá, Macri realizó una eficaz reconstrucción de su figura político y ello no ha sido un azar. De Comenzó con su primer libro “Segundo tiempo” cuyo título, que tenía un claro mensaje político: la búsqueda de una revancha. Su segundo libro “Para qué”, que presentó el lunes 20 en Rosario con un claro mensaje en materia de seguridad, fue otro mensaje, no está en la búsqueda del poder por sí mismo.
Pero no ha renunciado al liderazgo político, el cual fue construyendo con paciencia y eficacia a lo largo de tres años y medio. Una cosa es la formalidad del poder y los cargos y otra la capacidad de conducir políticamente. Ello lo ha aprendido. El proceso a través del cual fue manejando la expectativa fue consolidando su perfil de líder. En los últimos meses, las visitas a Cumelén, las fotos con el ex presidente, sus mensajes a los precandidatos y su presencia en actos y reuniones, eran percibidos como señales poder. A su vez se delineando a su alrededor una imagen de poder que ningún otro político argentino tiene. La visita del Emir de Qatar, subrayó la relación con las monarquías del Golfo, en momentos que Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar coordinan iniciativas políticas y económicas en el plano internacional. No es un hecho nuevo. Ya a fines de 2018, la gestión de Macri como presidente del G20 permitió al heredero saudí participar de la Cumbre, cuando se oponían a ello los líderes occidentales. Tiene la simpatía de importantes empresarios de las nuevas tecnologías que siete años atrás no existían como tales. En 2015, Macri en el fútbol era Boca, hoy es una figura importante en la FIFA, presidente de la su Fundación a quienes algunos ven candidato a Presidente de la entidad para 2027. La señal de poder de Macri ha sido clara: la foto con Messi lo dice todo. Ahora tendrá que arbitrar en candidaturas y rencillas dentro de su espacio político. Pero si su primo Jorge es el candidato a Jefe de Gobierno porteño será una nueva manifestación de liderazgo.
En definitiva, Macri ha renunciado a su candidatura pero no a su liderazgo político.
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