La “maldición” que Cristina Kirchner deja para el próximo gobierno

La Vicepresidenta interpreta el rol de víctima como salvoconducto tras su condena por corrupción. Al mismo tiempo, se convierte en “verdugo” de quién asuma el poder el 10 de diciembre

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Cristina Kirchner junto a los ex mandatarios Rafael Correa y Jose Luis Rodriguez Zapatero
Cristina Kirchner junto a los ex mandatarios Rafael Correa y Jose Luis Rodriguez Zapatero

La Maldición de los Dain es una novela de Dashiell Hammett, publicada en 1929, sobre un detective privado que se encuentra envuelto en una trama de engaños y traiciones, donde los motivos de los personajes no son lo que parecen ser. Es un clásico de la novela negra, que presenta temas como la corrupción, el engaño, la avaricia y la violencia. Tiene una trama intrigante y llena de sorpresas, como la historia “negra” que vienen escribiendo Alberto y Cristina, pero con consecuencias reales y graves sobre un país arruinado por el peor gobierno que tuvimos en democracia. Juegan un juego donde el ratón ahora se anima a correr al gato (no por nada dijo que quería terminar con 20 años de kirchnerismo). La moral se presenta como la gran ausente en toda esta trama de poder y traiciones. La falta de empatía y solidaridad ya es crónica. Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández se encuentran en bancarrota moral. En esta trama de poder se esconde lo que CFK viene preparando para quien resulte electo como presidente a partir del 10 de diciembre de 2023.

CFK volvió a hablar, esta vez en el III Foro Mundial de Derechos Humanos; lo hizo en tono de campaña, jugueteando con una posible candidatura. Aburrió y repitió sus argumentos dejando sabor a poco. Mostrando su debilidad política actual trató de escudarse entre varios ex mandatarios retirados de la región y uno importado de España (Rodríguez Zapatero). Hablar del “partido militar al partido judicial” es de una inmensa irresponsabilidad institucional. Asociar al Poder Judicial con los golpes militares es tanto como abrir la puerta al diablo y a la anarquía, quebrando la sana convivencia en democracia. CFK tuvo varias oportunidades para demostrar que pudo ser una gran estadista y mejorar los destinos de la nación. Lamentablemente, para todos, fracasó estrepitosamente y se ha convertido en la principal responsable del desastre que es hoy la República Argentina. El caos que dejará esté gobierno, con independencia de quién sea el ganador, es de una gravedad tal que no saldremos, solo con sangre sudor y lágrimas, como en su momento dijo Winston Churchill.

En primer lugar, hay un dato que debemos considerar: toda la producción de granos tuvo una caída interanual del 35% impactando en las cuentas fiscales, unos USD 7 mil millones que no se cobrarán en concepto de retenciones. La crisis de este hecho se suma a la extrema gravedad de la situación general que deja a la economía nacional en una situación sin una salida que no sea con fuertes consecuencias sociales, donde las opciones viables empiezan a ser las más drásticas, al mismo tiempo que la inflación ahoga el bolsillo de los votantes. Renegociar el acuerdo con el FMI está sobre la mesa, al mismo tiempo que un fuerte ajuste es cada vez más necesario para ordenar el desbordado déficit fiscal.

Romper con todo con tal de quedar bien con el propio electorado, en este contexto dramático de la economía nacional, es una opción que ya se empieza a escuchar cada vez con más fuerza en el círculo íntimo de CFK, con la intención de salvar, al menos, los votos de los más fieles y conservar la mayor cantidad de bancas posibles. Hoy ya no estamos en la misma situación que en mayo de 2019 cuando CFK anunció por Twitter que el candidato a presidente sería Alberto Fernández, con quien actualmente no tiene diálogo. Lo anterior nos lleva a un escenario de ruptura de su frente interno que la dejaría sin un aspirante competitivo para lo que parece ya una derrota contundente en las próximas elecciones, fortaleciendo de antemano la figura de quien sea que resulte electo en el próximo turno electoral, y debilitando en la misma medida a la vicepresidenta. Por cierto, una consecuencia temida que se sumaría a los problemas que Cristina tiene con la Justicia.

De concretarse, lo anterior dejaría a CFK huérfana de poder a futuro. Lo que resulta necesario para entender su interés en dejar sembrada desde ahora la falta de legitimidad del próximo gobierno ante la fantasía de lo que llama su propia proscripción. Para ser más claros aún, una fuerte derrota electoral solo podría ser suavizada, para los más duros cristinistas, por una deslegitimación del nuevo gobierno y la anarquía social. En este sentido hay que analizar todo lo que ya vienen diciendo mlos más aventurados de los feligreses cristinistas.

Cristina Kirchner (Télam)
Cristina Kirchner (Télam)

“La maldición de Cristina” para el próximo gobierno es muy peligrosa para nuestras instituciones. Consiste en el siguiente razonamiento (respecto del cual adelantamos su más absoluta falacia): Cristina ha sido proscripta por el Partido Judicial, los medios hegemónicos y el poder de la derecha, ergo todo el proceso electoral que se va a desarrollar está viciado y es ilegal. Por lo tanto quien resulte electo no debe ser reconocido por el pueblo. Basta con repasar los disparates que dijo Oscar Parrilli, senador por el Frente de Todos, en una entrevista radial, para corroborarlo: “Antes de la presentación de listas, Cristina tiene que ser absuelta”. “Lo que pasó en Brasil (con Lula da Silva) es más que una prueba. Supongamos que sea candidata, gane las elecciones (y se ratifique la condena). ¿Qué va a hacer? No va a poder asumir”. Y agregó: “¿Hay que hacer elecciones de vuelta? ¿Qué conflicto institucional vamos a tener? ¿La van a absolver porque es presidenta?”. “La verdad es que está proscripta”, insistió.

A los ya habituales disparates de Parrilli se sumaron, en la misma línea, los de Carlos Zannini, “Wado” De Pedro y otros más, quienes intentan instalar la delirante idea de que antes del 24 de junio próximo, fecha máxima para la presentación de las listas oficiales, se debe resolver la absolución de CFK. Es una forma de poner precio a la paz social, por la sencilla razón de que quien pretenda gobernar los destinos del país no lo va a poder hacer si Cristina sigue proscripta y su condena es confirmada por la Cámara, bajo la amenaza de la anarquía popular. Es una forma de trueque donde se intenta intercambiar paz social por absolución. Estos dichos son tan graves como irresponsables. Se han convertido en los nuevos sicarios del progresismo populista.

En el contexto de fragilidad descrito anteriormente resulta alarmante el informe dado a conocer por el gobierno de EE.UU (2022 Human Rights Report) donde se afirma que en nuestro país existen graves problemas con la independencia del Poder Judicial y una grave corrupción gubernamental. En un párrafo del informe se hace referencia al juicio donde fue condenada Cristina (a la fecha del informe no se conocía la sentencia aún), destacando los argumentos de la acusación fiscal. Si realmente hubiera un intento de proscripción política contra CFK no tengo duda alguna que el informe lo hubiera destacado y con letras mayúsculas. Nada de eso sucede, echando por tierra cualquier intento de argumentación en contrario. Se trata de un informe anual que alcanza 198 países brindando “información objetiva basada en informes creíbles de los eventos que ocurrieron a lo largo de 2022″.

Cortes de luz, inflación de tres dígitos, moneda sin valor, heladeras vacías, inseguridad, narcotráfico, educación deficiente, un déficit fiscal incontrolable y muchos males más son una bomba demasiado compleja para ser desarmada por un gobierno populista. La fuerte pelea de CFK con Alberto no es ni más ni menos que un síntoma de su debilitamiento político, al mismo tiempo que ve cómo su espacio político se evapora día tras día. Los abandonos y cambios de bando comienzan a ser una opción viable entre quienes, hasta hace muy poco, era algo impensado. Son los síntomas del ocaso político que se avecina, otra razón más que justifica, en términos del cristinismo feroz, “la maldición de Cristina”. Como dijo el Presidente esta semana: “Se viven tiempos difíciles, pero no hay que bajar los brazos y dejarse confundir por la política”. Con la salvedad de que él es parte del problema. Prefiero las palabras de Aldous Huxley: “Los hechos no dejan de existir porque se los ignore”, los problemas tampoco (me permito agregar).

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