Los docentes no son todos kirchneristas

La sociedad necesita volver a creer que los maestros y profesores con vocación de enseñar somos mayoría

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(Maximiliano Luna)
(Maximiliano Luna)

A medida que pasan los días nos acercamos a un nuevo comienzo del ciclo lectivo. Uno que debiera ser muy distinto a los últimos dos, que estuvieron signados por la falta de presencialidad y las escuelas cerradas. Ante esto, se abre el mismo interrogante que azota a nuestra sociedad hace años: ¿Comienzan las clases en tiempo y forma?

En la Ciudad de Buenos Aires, el 21 de febrero los chicos deberán reencontrarse con los docentes en las aulas. En la Provincia de Buenos Aires, lo harán algunos días más tarde: el 2 de marzo. En ambos casos, como en todo el país, con el enorme desafío de llegar a los 190 días de ciclo lectivo que estableció el Consejo Federal de Educación. Casi una hazaña en los tiempos que corren.

Muy a pesar de la imperiosa necesidad que atraviesa nuestro país, sometido a un espiral de pobreza del cual cada vez cuesta más salir, al poner la lupa sobre el motivo concreto por el cual no podemos alcanzar metas tan simples en materia educativa, hay una respuesta que es contundente: los paros docentes.

Ya la sociedad lo sabe, y está acostumbrada. Unos días antes del (supuesto) comienzo del ciclo lectivo, una mesa amplia conformada por los mismos personajes de siempre anuncian lo que todos ya sabemos: que no están dadas las condiciones, que falta actualizar los salarios y que, por todo esto -por supuesto-, no comienzan las clases.

Ahora, si las figuritas se repiten, ¿qué nos falta para cambiarlo? Ante esto, creo que es necesario empezar por hacernos las preguntas correctas, para encontrar las soluciones adecuadas. Este 2022, podríamos empezar por plantearnos si los docentes dejarán las aulas vacías respondiendo a las decisiones de los gremios docentes que comulgan abiertamente con el kirchnerismo, o estarán en las aulas garantizando el derecho a la educación de los chicos. O dicho de otra manera, si los docentes de buena voluntad podrán seguirán su vocación al ponerse al frente de una clase en la fecha señalada o seguirán siendo víctimas de las medidas de los representantes kirchneristas del sector.

El interrogante pasa por saber si un puñado de delegados, alineados políticamente con el gobierno de turno, va a poner sus intereses personales -porque, seamos honestos, nada bueno salió nunca de una escuela bloqueada- por sobre la enorme mayoría de docentes que quieren estar en las aulas con los chicos, y representan la verdadera vocación docente.

Cuando hablamos de valorar el rol docente, también hablamos de empoderarlo. Los docentes en las escuelas enseñamos, formamos, creamos un vínculo con los alumnos que no se crea en ningún otro espacio que no sea un aula. La sociedad necesita volver a creer que somos la mayoría, porque sólo trabajando juntos, convocando a cada pieza que compone nuestra compleja comunidad educativa, podremos revolucionar realmente la educación en nuestro país. Estoy convencido que somos la mayoría los que queremos estar el próximo 21 de febrero y 2 de marzo frente a cada alumno, en cada una de nuestras aulas, por sobre cualquier planteo político que obstaculiza la educación.

Además de esto, hay que tener presente que urge una renovación sindical y el ámbito de la docencia no es bajo ningún término la excepción. Se trata de acompañar al docente todo el año, impulsar su profesionalización, promover sus condiciones laborales, y salariales, pero nunca coartando los derechos elementales de toda una sociedad, y atropellando su libertad. Estos son las premisas que aplicamos a diario y por las que trabajamos desde SEducA, en nuestro compromiso hacia el Docente, y toda la comunidad educativa.

Esperemos que este 2022 esté marcado por la imagen de aulas llenas a lo largo y ancho del país, y no por lo que sería la profundización insalvable de la miseria en nuestro territorio: las aulas vacías que dejan cada año a más y más chicos sin oportunidades, sin derechos, sin libertad, por un puñado de docentes kirchneristas, que cada vez demuestran ser menos.

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