
La composición del escenario laboral en Argentina puede dividirse en cuatro partes con tamaños y evoluciones bien diferentes. Ellos son: los trabajadores del sector privado, que hacia fines de 2019 representaban el 27%, los trabajadores del sector público (18%), los trabajadores independientes más cuentapropistas (13%) y los desocupados más los empleados informales (42%). Todos ellos forman parte de la población económicamente activa (PEA), por un total de 21,4 millones de personas. A ellos debe sumársele la población en edad de trabajar, pero inactiva, representada por 7,4 millones de personas.
Desde hace más de 10 años, el cuadrante de los trabajadores del sector privado ha dejado de crecer en Argentina, mientras que los nuevos integrantes de la PEA han sido absorbidos por los otros tres cuadrantes, mayormente en el sector público y los empleos informales.
Como sociedad nos enfrentamos a la necesidad de resolver, entre otros, los temas de pobreza, empleo, baja inversión, exceso de gasto público y deficiencia en los servicios esenciales que presta el Estado y, viendo la profundidad que cada uno de ellos presenta, debemos resolverlos de manera urgente, mientras el mundo sigue avanzando en un escenario de crecimiento post pandemia.
La variedad y naturaleza de los problemas hace que debamos poner las prioridades en un orden ubicando, en primer lugar, aquellas soluciones que generen mayor impacto, no sólo en la economía, sino fundamentalmente en las personas. Es decir, aquellas que solucionen la mayor cantidad de problemas en su aplicación.
Siguiendo esa lógica, el trabajo en el sector privado, es el único que puede generar un impacto inmediato sobre el resto de los problemas, ya que tiene un impacto directo sobre la reducción de la pobreza, la formalización del empleo, la desocupación, la reducción del gasto público neto (porque reduce el gasto y, a su vez, es fuente de financiación) y también, de manera indirecta, sobre la educación, la salud y la seguridad.
El trabajo en el sector público podría tener impacto de corto plazo en la pobreza, pero hipotecaría el futuro porque también incrementaría el gasto público neto, por lo que generaría mayor carga para el sector productivo y, como consecuencia, mayor pérdida de competitividad de una economía ya al borde del abismo. El sector independiente y cuentapropistas, puede tener una parte beneficiosa para la economía (los profesionales liberales) pero esconde mayormente trabajo no formalizado y/o cuentapropistas, con muchas carencias a nivel de cobertura de salud y mayores exigencias a nivel del gasto público neto.
Por otro lado, el sector de las organizaciones sociales, piden a gritos reemplazar los planes asistenciales del Gobierno, por trabajo que devuelva la dignidad y el sentido de autoestima a quiénes hoy se encuentran sin trabajo y/o totalmente desprotegidos desde el punto de vista laboral.
Desde IDEA hemos realizado un trabajo de investigación, donde a partir del diagnóstico generamos una serie de propuestas concretas, que será presentado en el próximo Coloquio, a realizarse en Buenos Aires del 13 al 15 de octubre. Como empresarios que vivimos y tenemos nuestro capital invertido en Argentina, queremos sumar nuestras propuestas a la discusión, porque estamos convencidos que no habrá crecimiento sustentable en el futuro inmediato si no construimos juntos: sector público, sector privado, sindicatos y organizaciones sociales, un camino sostenible, de largo plazo, con objetivos bien claros, que nos devuelva la confianza y la previsibilidad.
No podemos pretender resultados distintos con las mismas herramientas que nos han llevado al fracaso actual. Por lo tanto, es hora de sentarse y discutir junto a todos los actores involucrados el encuadramiento y la legislación laboral, y qué incentivos podemos otorgar al crecimiento del empleo privado, sin desfinanciar al Estado. Con el trabajo, como eje de la discusión.
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