No podemos especular cuando está en juego el futuro

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Ante un estado de crisis económica, las soluciones llegan si quienes tienen mayores posibilidades contributivas hacen un esfuerzo extra para atenuar el impacto en los sectores más vulnerables de nuestra comunidad. Este principio solidario impera en todas las sociedades a las que nos gusta parecernos. Desde Europa hasta Canadá. No existe desarrollo integral sin redistribución del ingreso. Cuando los que más ganan deben pagar mayores impuestos que los que menos tienen lo llamamos progresividad. Seremos entonces solidarios y progresivos.

Así como hay distintas modalidades de asignar recursos, existen distintas modalidades de gestión estatal para mensurar la desigualdad. Por un lado, podemos medirla de forma interpersonal, siendo el índice de Gini su indicador más difundido. Es un cociente que oscila entre 0 y 100. A mayor cercanía del cero, mayor igualdad. Caso contrario, cuando se acerca a 100 la riqueza es concentrada por una sola persona.

Índice Gini: Estado actual de la crisis

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Los politólogos Lucas González y Romina del Tredici han elaborado un índice Gini para el producto per cápita de cada provincia en los cinco países más grandes de América Latina (departamento o estado). Las conclusiones obtenidas fueron contundentes: Argentina es el país más desigual de los casos analizados, con un Gini de 33, seguido de cerca por Brasil con 30 y Colombia con 28. México y Chile tienen un índice de desigualdad más bajo, con 24 cada uno.

Al interior de nuestro país, Santiago del Estero, tiene un P.I.B. per cápita casi 10 veces más chico que el de la Capital Federal. Para ilustrarlo en ejemplos, los investigadores señalan que en uno de los departamentos más pobres de Chaco (General Belgrano), los hombres viven 12 años menos en promedio que en Capital (INDEC, 1996-2001). El analfabetismo en el departamento Ramón Lista, Formosa (13,5%), es 64 veces mayor que en Palermo (0,21%) (INDEC, 2010).

La meritocracia de Cambiemos: más a los que más tienen

Una de las primeras medidas de Mauricio Macri al frente del gobierno nacional, en enero de 2016, fue incrementar en un 168% los recursos de la coparticipación federal que hasta entonces se destinaban a la Ciudad de Buenos Aires. No pareció importar en esa oportunidad que el aumento (otorgado con fondos propios de la Nación por el traspaso de 20 mil efectivos policiales que actuaban en el ámbito porteño) llegó en un momento en que la Ciudad estaba al borde del autoabastecimiento. Solventaba más del 90% de su gasto público con recursos propios, situación inversa a la de provincias como Formosa y Chaco donde el 90% de sus recursos dependen de la coparticipación. Hoy la Ciudad cuenta con 25 mil efectivos para menos de 3 millones de porteños. Se trata de un récord mundial de policías por habitante, 617, mientras Naciones Unidas recomienda 300 y el promedio de la Unión Europea llega a 318. No parece reflejarse en una reducción real del delito.

Con este suceso Mauricio Macri iniciaba un historial de desproporcionadas transferencias patrimoniales de Nación a Ciudad, las cuales son hasta hoy imposibles de mesurar. No parece que las políticas de la gestión anterior hayan ido de la mano con un gobierno federal (como lo manda el artículo primero de nuestra carta magna). Los traspasos incluyeron cientos de inmuebles, privilegios en la asignación de obra pública y diversos servicios que el Estado nacional continuó prestando en la órbita de la Ciudad: gran parte de la Justicia con competencia en el territorio local, el servicio penitenciario, la Inspección General de Justicia y los registros de la propiedad inmueble, por enumerar algunos de ellos. Es decir, el gobierno de Cambiemos no solo aumentó los recursos coparticipables destinados a la ciudad, sino que aumentó la banca de gastos y organismos por parte del gobierno nacional a la ciudad (como no pasa con prácticamente ninguna provincia).

Sorprende la nota recientemente publicada en el diario Clarín por parte del senador Lousteau (“Lo que se esconde detrás de los helechos"). Es él mismo quien hace años viene señalando el derroche de la Ciudad de Buenos Aires: “Larreta gasta en publicidad dos veces y medio más que en 2007, cuando asumió el PRO”. También ha declarado recientemente que “no hubiera gastado 8 mil millones de pesos en los Juegos Olímpicos de la Juventud”, para rematar diciendo que “Larreta todo lo que puede comprar lo compra. Y todo lo que puede vender en términos inmobiliarios lo vende”. Luego de leer estas afirmaciones ¿alguien puede pensar en los helechos?

La Ciudad puede liderar la Argentina solidaria

No podemos especular cuando está en juego nuestro futuro. Los y las porteñas podemos aportar mucho en esta reconstrucción de la Argentina. Hace mucho sabemos que no alcanza con manejar nuestra ciudad como una intendencia. Necesitamos mirada de Estado, sabiendo que por allí pasan las decisiones más trascendentes de nuestro día a día. Contamos con los recursos económicos y humanos que hoy la Argentina necesita. Nadie puede vivir en un país donde existan excluidos y privilegiados. Necesitamos ser la capital de una Argentina de pie.

El autor es diputado por la Ciudad de Buenos Aires y Presidente de Fundación URBE

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