Santoral: la lista de santos a conmemorar este 11 de marzo

Cada una de las personas reconocidas como santos o beatos tienen asignada una fecha en el calendario para ser recordados

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El santoral cambia cada día
El santoral cambia cada día y recuerda a quienes se caracterizaron por sus buenas acciones. (Imagen ilustrativa Infobae)

Hace unas décadas, incluso siglos, los ancestros acostumbraban a nombrar a sus hijos con el nombre del santo del día en que nacieron, no en vano en las famosas “Mañanitas” hay una estrofa que dice: “Hoy por ser día de tu santo te las cantamos aquí…”.

El onomástico hace alusión día en que se festeja algún santo, aunque es común que mucha gente lo use como sinónimo de cumpleaños, lo cual es erróneo, pues al hablar de él sólo se alude al listado de los nombres del santoral.

Como todos los días del año, hoy también se conmemora a las mujeres y hombres que destacaron por tener conexiones especiales con las divinidades, que hicieron buenas acciones por el prójimo y que tenían una elevada ética y moral, motivos que los llevaron a ser canonizados o beatificados y formar parte del santoral.

Este es el santoral del lunes 11 de marzo.

Festejo del día: Santa Áurea de San Millán

Santa Áurea (Orea u Oria) nació en la localidad riojana de Villavelayo, invadida por los moros, hija de Santa Amunia. Fue su maestro y padre espiritual Don Munio, que escribió su vida en latín y luego tradujo en sonoros versos alejandrinos Gonzalo de Berceo. Una vida digna de crédito, pues, según el poeta, ni por un rico condado hubiera consentido mentir: En todo cuanto dijo, dijo toda verdad.

El mismo nombre de Áurea (Dorada) era ya todo un presagio de rica calidad: "Como era preciosa, más que oro preciada, nombre avía de oro: Oria era llamada". Son deliciosos los versos de Berceo: "Era esta manceba de Dios enamorada, más quería ser ciega que verse casada". Prefería las "horas" litúrgicas más que otros cantares y oír a los clérigos más que a otros juglares. "pesque mudó los dientes, luego a los pocos anuos, pagábase muy poco de los seglares ponnos". Sentía envidia de María, la hermana de Lázaro. Como ella, pasaría la vida junto al altar, a los pies de Cristo.

Un día se puso en romería y llegó al monasterio de San Millán de la Cogolla. El prior se llamaba Domingo y más tarde fundaría la abadía de Silos. Oria cayó a sus pies y le pidió consejo para vivir separada del mundo y entregada a Dios. "Señor, Dios lo quiere, tal es mi voluntat, prender orden e velo, vivir en castidat, en rencón encerrada yacer en pobredat, vivir de lo que diera por mi la christiandat".

Después de encargarle el prior que pensase mucho el paso que iba a dar y de insistir Oria en su empeño, Domingo accedió y le dio el hábito de esposa de Cristo. Los albañiles abrieron un hueco en el muro de la iglesia de San Millán de Suso, el de Arriba —donde también estuvieron enterrados los Siete Infantes de Lara— frente al altar mayor y al coro donde cantaban los monjes y allí fue encerrada la intrépida doncella Oria.

Eran tiempos de heroicidades. Había personas que no se contentaban con encerrarse en un monasterio. Querían todavía más rigidez. Se encerraban en celdas increíblemente pequeñas, donde a veces no cabían de pie, para no salir más. Sólo abrían un ventanillo que diera al altar. A veces acudían gentes a pedirles consejo. Pero normalmente su soledad era total, sólo interrumpida por la lucha con los demonios y por su trato con los ángeles. Las mujeres fueron las más generosas para esta prisión voluntaria. Se llamaba las emparedadas y todavía queda el recuerdo de su heroísmo.

"Ovo grant alegría" cuando se le concedió, dice la copla. No se asustó Oria del estrecho emparedamiento. Todavía se contempla hoy y no sin cierto escalofrío. Los días y las noches se le pasaban rezando, leyendo las Sagradas Escrituras y vidas de Santos. Aconsejaba a los que acudían a ella. Hacía las hostias para la Misa, cosía casullas para la iglesia, rezaba los salmos cuando los monjes "et la su oración foradaba los cielos".

"Mas la bendita niña, del Criador amiga", tuvo grandes tentaciones del demonio. Domingo lo supo, se vino de Silos, la roció con agua bendita, dijo la Misa en el altar frontero, la confesó, le dio la Comunión y la bendita niña ya no tuvo más visitas de demonios, sino de ángeles y de Santos.

Después de tan austera reclusión Oria cayó enferma. La misma Señora de los cielos le avisó su muerte. Acudió a atenderla Don Munio. Llegó la noche. Oria levantó la diestra y se hizo la señal de la cruz. Y luego "alzó ambas las manos, juntólas en igual, como quien rinde gracias al buen rey celestial, cerró ojos e boca la reclusa leal, e rindió a Dios la alma: nunca más sintió mal". Y pasó de su encierro por Dios al paraíso con Dios.

Junto a este personaje hay otros santos y mártires a los que también se les celebra este lunes 11 de marzo como los siguientes:

San Benito de Milán

San Constantino de Escocia

Santo Domingo Câm

San Oengo Cúldeo

San Pionio

San Sofronio de Jerusalén

San Vicente, abad

San Vidiciano

Beato Juan Bautista de Fabriano Righi

Beato Juan Kearney

Beato Tomás Atkinson

Diferencia entre beatos y santos

Vista general de una Misa
Vista general de una Misa por la canonización del cardenal británico del siglo XIX John Henry Newman, una laica suiza, una monja india, una monja italiana y una monja conocida como la "Madre Teresa de Brasil", en el Vaticano, 13 de octubre de 2019. (REUTERS/Remo Casilli)

El santoral es el conjunto de personas (mujeres y hombres) que son veneradas por la Iglesia al ser proclamados como santos o beatos en una fecha determinada en el calendario.

En el trayecto hacia la canonización hay cuatro pasos: el primero es ser nombrado como siervo de Dios, el segundo es ser venerable; el tercer paso es ser beato y, finalmente, el cuarto paso es ser santo.

La beatificación sólo la pueden lograr los fieles que hayan fallecido con fama de ser santos en diversos sitios y este proceso se puede llevar a cabo de dos formas: a través de una causa de virtudes heroicas y la segunda es el martirio, es decir, si la persona murió a causa de su fe.

Por otro lado, el proceso para convertirse en santo implica sumar el nombre de la persona santificada en el canon (lista de santos reconocidos) y con ello se permite que la comunidad creyente le rinda culto público y universal, en tanto, se le asigna una fiesta litúrgica, se le dedican altares, capillas y se reconoce su poder para interceder ante Dios.

Aunque la Iglesia no ha dado una cifra exacta, se cree que actualmente habría hasta nueve mil santos reconocidos. De acuerdo con el Martirologio Romano, actualizado en el 2005, la Iglesia Católica cuenta con al menos siete mil santos, aunque no se cuenta a los mártires, por lo que muchos piensan que incluso la cifra podría llegar a las 20 mil personas.

En la historia reciente, el Papa Juan Pablo II logró canonizar a 388 santos, mientras que el papa Francisco ha batido todos los récords luego de que al día de hoy ha canonizado a 898 santos, 800 de ellos al mismo tiempo.

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