Hepatitis C: causas, síntomas, diagnóstico y tratamiento

Dependiendo el tipo de síntoma que se presente, se puede conocer el nivel de gravedad de una padecimiento

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Muchas enfermedades no presentan signos
Muchas enfermedades no presentan signos o estos aparecen cuando ya es demasiado tarde, lo mejor es acudir al médico constantemente (Infobae/Jovani Pérez)

La hepatitis C es una infección vírica que causa inflamación del hígado, lo que a veces conduce a un daño hepático grave. El virus de la hepatitis C (VHC) se propaga a través de la sangre contaminada.

Hasta hace poco, el tratamiento de la hepatitis C requería inyecciones semanales y medicamentos orales que muchas personas infectadas por el VHC no podían tomar debido a otros problemas de salud o a efectos secundarios inaceptables.

Eso está cambiando. En la actualidad, el virus de la hepatitis C crónico suele curarse con medicamentos orales que se toman todos los días durante dos a seis meses.

Aún así, cerca de la mitad de las personas con el VHC no saben que están infectadas, principalmente porque no tienen síntomas, los cuales pueden tardar décadas en aparecer. Por esa razón, el U.S. Preventive Services Task Force (Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de los Estados Unidos) recomienda que todos los adultos de 18 a 79 años de edad se sometan a pruebas de detección de la hepatitis C, incluso los que no tienen síntomas ni enfermedades hepáticas conocidas. El mayor grupo de riesgo incluye a todas las personas nacidas entre 1945 y 1965, una población cinco veces más propensa a contraer la infección que las nacidas en otros años.

Síntomas

La infección a largo plazo con el virus de la hepatitis C se conoce como hepatitis C crónica. La hepatitis C crónica suele ser una infección "silenciosa" durante muchos años, hasta que el virus daña el hígado lo suficiente como para causar los signos y síntomas de la enfermedad hepática.

Los signos y síntomas incluyen los siguientes:

Aparición de hemorragias con facilidad

Propensión a hematomas

Fatiga

Falta de apetito

Coloración amarillenta de la piel y los ojos (ictericia)

Orina de color oscuro

Picazón en la piel

Acumulación de líquido en el abdomen (ascitis)

Hinchazón en las piernas

Pérdida de peso

Confusión, somnolencia y dificultad en el habla (encefalopatía hepática)

Vasos sanguíneos en forma de araña en la piel (araña vascular)

Toda infección crónica de hepatitis C comienza con una fase aguda. La hepatitis C aguda generalmente no se diagnostica porque rara vez causa síntomas. Cuando los signos y síntomas están presentes, pueden incluir ictericia, junto con fatiga, náuseas, fiebre y dolores musculares. Los síntomas agudos aparecen de uno a tres meses después de la exposición al virus y duran de dos semanas a tres meses.

La infección por hepatitis C aguda no siempre se vuelve crónica. Algunas personas eliminan el VHC del cuerpo después de la fase aguda, un resultado conocido como eliminación viral espontánea. En los estudios de personas diagnosticadas con el VHC agudo, las tasas de eliminación viral espontánea han variado entre el 15 % y el 25 %. La hepatitis C aguda también responde bien a la terapia antiviral.

 Ante cualquier malestar lo
Ante cualquier malestar lo mejor es acudir al médico (Archivo)

Factores de riesgo

El riesgo de infección por hepatitis C aumenta si:

Eres un trabajador de la salud que ha estado expuesto a sangre infectada, lo cual puede suceder si te perforas la piel con una aguja infectada

Alguna vez te has inyectado o inhalado drogas ilegales

Tienes VIH.

Te hiciste un piercing o tatuaje en un ambiente poco higiénico con equipo no esterilizado.

Recibiste una transfusión de sangre o un trasplante de órgano antes de 1992.

Recibiste concentrados de factor de coagulación antes de 1987.

Recibiste tratamientos de hemodiálisis durante un largo periodo.

Tu madre biológica tenía una infección de hepatitis C.

Estuviste alguna vez en prisión.

Naciste entre 1945 y 1965, el grupo etario con la mayor incidencia de infección por hepatitis C.

Diagnóstico

Exámenes de detección de la hepatitis C

El U.S. Preventive Services Task Force (Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de los Estados Unidos) recomienda que todos los adultos de 18 a 79 años de edad se sometan a pruebas de detección de la hepatitis C, incluso los que no tienen síntomas ni enfermedades hepáticas conocidas. Los exámenes de detección del virus de la hepatitis C son especialmente importantes si tienes un alto riesgo de exposición, por ejemplo:

Cualquier persona que alguna vez haya inhalado o se haya inyectado drogas ilegales

Cualquier persona que tenga resultados anormales en la prueba de función hepática sin causa identificada

Bebés nacidos de madres con hepatitis C

Trabajadores de la salud y de emergencias que han estado expuestos a sangre o a pinchazos accidentales con agujas

Personas con hemofilia que fueron tratadas con factores de coagulación antes de 1987

Personas que se han sometido a tratamientos de hemodiálisis a largo plazo

Personas que recibieron transfusiones de sangre o trasplantes de órganos antes de 1992

Parejas sexuales de cualquier persona a la que les diagnosticaron infección por hepatitis C

Personas con infección por el VIH

Cualquier persona nacida entre 1945 y 1965

Cualquier persona que haya estado en prisión

Otros análisis de sangre

Si un análisis de sangre inicial muestra que tienes hepatitis C, otros análisis de sangre harán lo siguiente:

Medir la cantidad de virus de la hepatitis C en la sangre (carga viral)

Identificar el genotipo del virus

Pruebas para daños hepáticos

Los médicos suelen utilizar una o más de las siguientes pruebas para evaluar el daño hepático en la hepatitis C crónica.

Elastografía por resonancia magnética. Una alternativa no invasiva a una biopsia hepática (ver abajo), la elastografía por resonancia magnética combina la tecnología de resonancia magnética con patrones formados por ondas sonoras que rebotan en el hígado para crear un mapa visual que muestra gradientes de rigidez en todo el hígado. La rigidez del tejido hepático indica la presencia de cicatrices en el hígado (fibrosis) como resultado de la hepatitis C crónica.

Elastografía transitoria. Otra prueba no invasiva, la elastografía transitoria, es un tipo de ecografía que transmite vibraciones al hígado y mide la velocidad de su dispersión a través del tejido hepático para estimar su rigidez.

Biopsia de hígado. Típicamente se realiza con guía por ecografía y consiste en insertar una aguja delgada a través de la pared abdominal para extraer una pequeña muestra de tejido hepático que se analizará en el laboratorio.

Análisis de sangre. Una serie de análisis de sangre puede indicar la extensión de la fibrosis en el hígado.

 Cada enfermedad tiene uno
Cada enfermedad tiene uno o varios tratamientos que seguir para combatirla (FERNANDO CARRANZA GARCIA/CUARTOSCURO)

Tratamiento

Medicamentos antivirales

La infección de hepatitis C se trata con medicamentos antivirales destinados a eliminar el virus del cuerpo. El objetivo del tratamiento es que no se detecte ningún virus de la hepatitis C en el cuerpo al menos 12 semanas después de completar el tratamiento.

Recientemente, los investigadores han logrado avances significativos en el tratamiento de la hepatitis C mediante nuevos medicamentos antivirales de "acción directa", a veces en combinación con los ya existentes. Como consecuencia, las personas experimentan mejores resultados, menos efectos secundarios y tiempos de tratamiento más cortos, algunos tan cortos como ocho semanas. La elección de los medicamentos y la duración del tratamiento dependen del genotipo de la hepatitis C, de la presencia de daño hepático existente, de otras afecciones y de los tratamientos previos.

Debido al ritmo de la investigación, las recomendaciones para los medicamentos y los regímenes de tratamiento están cambiando rápidamente. Por lo tanto, es mejor analizar las opciones de tratamiento con un especialista.

Durante el tratamiento, el equipo de atención médica controlará tu respuesta a los medicamentos.

Trasplante de hígado

Si desarrollaste complicaciones serias de la infección crónica por el virus de la hepatitis C, el trasplante de hígado puede ser una opción. Durante un trasplante de hígado, el cirujano extrae el hígado dañado y lo reemplaza por uno sano. La mayoría de los hígados trasplantados provienen de donantes fallecidos, si bien una pequeña cantidad proviene de donantes vivos que donan una porción de sus hígados.

En la mayoría de los casos, un trasplante de hígado por sí solo no cura la hepatitis C. Es probable que la infección reaparezca y requiera tratamiento con medicamentos antivirales para prevenir el daño al hígado trasplantado. Varios estudios han demostrado que los nuevos regímenes de medicamentos antivirales de acción directa son eficaces para curar la hepatitis C después del trasplante. Al mismo tiempo, se puede lograr el tratamiento con antivirales de acción directa en pacientes adecuadamente seleccionados antes del trasplante de hígado.

Vacunas

Aunque no existe la vacuna contra la hepatitis C, es probable que el médico recomiende que te coloques vacunas contra los virus de la hepatitis A y B. Estos virus son diferentes y también pueden provocar daño hepático y complicar la evolución de la hepatitis C crónica.